La SPUTNIK V fue la primera vacuna COVID-19 registrada; tiene autorización de uso de emergencia en 70 países y se ha administrado a millones de personas en todo el mundo. Sin embargo, muy pocos estudios revisados por pares describen sus efectos. Por eso, un estudio realizado en Tucumán cobra fundamental importancia: suma información clave para lograr una imagen más precisa respecto de la seguridad y la eficacia de la vacuna, que aún espera su aprobación por parte de la OMS.
“Para acelerar ese proceso es fundamental que se publiquen informes independientes”, explicó Diego Ploper, microbiólogo Instituto de Investigación en Medicina Molecular y Celular Aplicada (IMMCA), dependiente del CONICET, el SIPORSA y la UNT, una de las instituciones que llevó adelante el estudio.
De la investigación también participaron investigadores del Centro de Referencia para Lactobacilos (CERELA, CONICET) y tuvimos apoyo fundamental de la Facultad de Medicina de la UNT, del Laboratorio de Salud Pública (LSP) del SIPROSA; del Instituto Malbrán; de la Escuela de Medicina de la Universidad de Boston y de la de Harvard, y de la escuela de Medicina de Monte Sinaí, de New York”.
“El objetivo del trabajo era analizar la respuesta inmune humoral a través del tiempo; la medimos en 602 trabajadores de la salud (que fueron los primeros en vacunarse), que recibieron SPUTNIK V entre diciembre de 2020 y julio de 2021”, explica Rosana Chehín, directora del IMMCA. Y los resultados, añade, fueron alentadores: se detectó seroconversión (es decir, desarrollo de anticuerpos) en el 97% de los individuos después de 28 días después de la vacunación (dpv).
Desarrollo tecnológico local
Para el estudio se utilizó un test del tipo ELISA (acrónimo en inglés para enzimoinmunoanálisis de adsorción, un examen de laboratorio comúnmente usado para detectar anticuerpos en sangre), que fue desarrollado 100% por los investigadores.
“Este examen detecta anticuerpos IgG inducidos por la vacuna, y que neutralizan la entrada del coronavirus a las células humanas. En estudios (tanto transversales como longitudinales), se detectó que ya 28 días de haber recibido la primera dosis, el 97% de los voluntarios poseía anticuerpos anti-RBD (que representan los más neutralizantes)”, explica Ploper
Además señala -que si bien como ocurre con todas las vacunas- lentamente empezaron a disminuir, seguían presentes en el 94% de los voluntarios 90 dpv. Y seis meses (180 días) después de haberse vacunado, en los voluntarios aún se logró detectar anticuerpos en una buena proporción.
“Es importante destacar que esa disminución de los anticuerpos no implica ausencia de protección, ya que el organismo, además de anticuerpos, desarrolla una memoria inmunológica que nos protege de futuras infecciones”, resalta Ploper.
Entre los voluntarios, aquellos que tuvieron una infección previa por SARS-CoV-2 provocó un aumento de la respuesta inmune a la primera dosis. Y algo importantísimo: una mayor actividad de neutralización contra diferentes nuevas variantes de interés que circulan mundialmente”, añade.
El estudio estableció también que, en personas recuperadas de covid que desarrollaron una buena respuesta inmune con la infección la mejoran con la vacunación; y que el lapso entre el diagnóstico de COVID-19 y la vacunación no influyó en los títulos de anticuerpos obtenidos