Humor y machismo a la tucumana

Como sociedad, nos cuesta llevar adelante debates sobre aquellas cosas que nos hacen reír. Reflexiones alrededor del humor, los estereotipos y el patriarcado. Por Bruno Bazan para La Nota.

Hace unas semanas se hizo viral un vídeo en donde una mujer filmaba con el celular el momento en que encontraba durmiendo desnudos a su pareja con su amiga. Rápidamente las imágenes de estas personas recorrieron los celulares de Tucumán y alrededores. “el Lui” y “ la Mari” se convirtieron en tema de conversación, chistes y burlas para los tucumanos.

Este último fin de semana se conoció que Lui, tal como lo llama su mujer en el vídeo, fue contratado por un boliche de Lules para hacer lo que comúnmente se denomina “presencia” en el local. Los asistentes al lugar hicieron fila para sacarse fotos con el hombre infiel.

Como sociedad, nos cuesta llevar adelante debates sobre aquellas cosas que nos hacen reír. Porque la risa nos hace bien, la risa nos entretiene, nos aleja de los problemas cotidianos y cuando nos envuelve nos llena de placer el cuerpo y la mente. La reflexión, en cambio, nos conduce por otros caminos, algunos también muy placenteros pero bastante diferentes de la risa que nos causa el chiste del día, de la semana o del mes.

Sin querer cortar la risa, y entendiendo que nuestro derecho a reír debe seguir vigente, sobre este caso en particular sería necesario también reflexionar algunos puntos:

1) El humor tucumano. Nos  reímos de cómo hablamos, nos reímos de la capacidad de metaforización de nuestras palabras,”el tucumano básico” es un material de humor recurrente para nuestros artistas. Quizás ese sea uno de los condimentos del vídeo, porque aunque el tono de la mujer que filma es dramático, le faltan las “s” en todas las palabras y la situación bien podría ser un paso de comedia de algún humorista. Cuando nos reímos de nuestro hablar nos reímos de nosotros mismos, aunque existe una delgada línea en ese reír, en el que a veces dejamos de reírnos de nosotros y nos burlamos de la situación de pobreza de algunos tucumanos. No es mi intención marcar esa línea, pero cada uno sabrá cuando la cruza y como se siente con respecto a eso.

2) La situación de infidelidad es una de las situaciones que más nos importa. Aunque no sea de nuestros vínculos, a todos nos interesa cuando hay un escándalo referido a la infidelidad en la pareja. Porque varias horas de nuestras vidas hemos lidiado con ese asunto, ser monógamos/ fieles en nuestros vínculos sexuales y afectivos parece ser el objetivo primordial la cultura occidental, aunque con certeza cada uno de nosotros puede enumerar varios fracasos en esa empresa.

3) La fama de Lui puede tener razones inexplicables, ahora bien, el destino de la Mari en esta historia sí tiene una explicación. La distinta vara con la que socialmente juzgamos la infidelidad de los hombres con la de las mujeres. El machismo de nuestra sociedad sigue mostrando la infidelidad de los hombres con cierto beneplácito, y condenando a las mujeres por la misma práctica. Lui parece ser “el amigo piola de todos”, ese chango que anda con muchas mujeres, y por que por ello, está cubierto con un halo de picardia, de gracia. Si bien hay dos mujeres y un hombre protagonistas en esta historia, a nuestra sociedad solo le importa continuar el asunto con el hombre como interlocutor. Porque hablar de sexo, hacer humor y reírse de la infidelidad todavía es algo que para la mayoría les está permitido solo a los hombres. Esta diferencia marcada entre lo que la sociedad juzga de hombres y mujeres es una de las tantas aristas que tiene eso que llaman patriarcado. A la mari le tocó el destino de la mayoría de las mujeres, ser juzgada y burlada por su cuerpo. Porque gran parte del humor que se desprendió de ese video tiene que ver con la gordura, en particular, con el rechazo social a los cuerpos gordos que por ahora decidimos llamar gordofobia.

Seguramente, el paso del tiempo hará que vuelva a reinar el anonimato sobre los implicados en este video y, también, con toda certeza seguirán filtrándose videos que vulneran la intimidad de las personas. Ambas situaciones escapan a nuestras decisiones, pero, como sociedad, y a nivel individual, lo que sí está en nuestras manos es el poder de evitar reenviar eso que nos llega, y también preguntarnos porqué nos generan aceptación ciertas practicas y rechazo otras dependiendo si son hombres o mujeres los que las llevan a cabo, o si son famosos o personas en situación de pobreza, si son cuerpos que siguen el estereotipo de belleza o cuerpos gordos.

Una de las cosas que la era tecnológica nos han mostrado es que las violencias del mundo nunca se producen solas, sino que las reproducimos todos y cada uno de nosotros.


Bruno

Bruno Bazan es Licenciado en Filosofía.

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