El 20 de marzo de 2020 comenzamos a vivir una realidad que pensamos iba a ser pasajera. Lentamente, la “nueva normalidad” llegó para quedarse. El aislamiento cortó las formas tradicionales y cotidianas de conectarse con otras personas.
Desde que comenzó la cuarentena, Florencia Lencina, Agustina Carrizo y Rossana Medina mantuvieron un diálogo audiovisual que duró cuatro meses, en el que compartieron, desde el aislamiento, imágenes cotidianas para poder narrar la realidad desde sus hogares.
Activar en un contexto de desconcierto, de miedo, incertidumbre, soledad, angustia.Compartir la intimidad, sentirse acompañadas.
Desde La Nota, compartimos las reflexiones y las imágenes de las autoras que resultaron del intercambio.
Cuando la cuarentena comenzó en marzo todo nos parecía una realidad increíble. ¿Quién se imaginó vivir en una pandemia?
Lentamente comenzamos a involúcranos y a naturalizar en el cotidiano la presencia de diferentes objetos, de caras tapadas que solo nos permitían reconocer por la mirada, de elementos de limpieza y protección absurdamente carísimos.
En medio de todo esto el confinamiento en absoluta soledad, sin amigues, sin pareja, sin familia. A quienes nos tocó vivir soles, tuvimos diferentes experiencias para atravesar estos días: algunes de manera más intensa y bastante desesperante; otres disfrutando del silencio, el de la calle y el que había dentro de cada une.
A partir de un mensaje de Agustina Carrizo, fotógrafa y cocinera surge la invitación a Florencia Lencina para participar de un diálogo fotográfico y la respuesta es un sí inmediato. Todo estímulo era indispensable para sentirnos acompañadas durante estos días. A esta invitación se suma luego a Rossana Medina como la tercera participante.
Conocíamos la dinámica porque las tres pasamos por la carrera de fotografía y pudimos experimentarla. Ro comenta que los era que los diálogos eran de a dos, pero ya que estábamos en una realidad que nunca nos habíamos imaginado decidimos romper esa propuesta y pensamos en hacer algo que no sea lo que existía. Así se inicia este diálogo de cuarentena de a tres.
Comenzó el 22 de marzo y terminó el 24 de julio. Cuatro meses acompañándonos. El primer tiempo de manera más intensa y eso se notaba en lo que también íbamos sintiendo y luego con más espacio, de alguna manera acostumbrándonos a este confinamiento.
En esta producción de imágenes vivimos momentos de soledad, de alegría, de tristeza, de nostalgia, de extrañeza. Pasamos el día de la memoria y otras fechas y eventos en los que no pudimos marchar, descubrimos rincones de la casa y los resignificamos, nos emocionamos al escuchar canciones, hubo cumpleaños, descorchamos vinos y también brindamos.
Todo esto ocurrió sin una sola palabra escrita esa era la condición y fue tentador no hacerlo por whatsapp pero lo respetamos. Solo imágenes.
De repente todo lo que mirábamos desde afuera se hizo parte y se quedó en nuestros días, todo lo que nos parecía distante hoy es habitual y todo lo que fotografiábamos como insólito hoy es imprescindible.
Dice Hito Steyerl (Munich, 1966), artista visual y ensayista, interesado en lo documental, las tecnologías, la circulación de imágenes y el poder global: “La gente utiliza las imágenes, sí. Pero hoy en día las imágenes utilizan a la gente como yacimiento de datos y extraen de ella información, extraen energía, extraen afecto”.
A esta cita la comparto texto porque me parece muy interesante y necesaria para estos días, imágenes, información, energía y afecto.
Es un poco de lo que tiene esta necesidad que nos ha movido a querer acompañarnos, a sentirnos involucradas, a mostrar lo más íntimo de cada una. En épocas de enormes cantidades de imágenes, de velocidad en ellas, este dialogo nos llevo a detenernos un momento, a tomar lo cotidiano para la producción de imágenes y esto implicó el ejercicio de mantenernos siempre observando y hacer de lo ordinario de cada día, lo diferente.
