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An Millet es trabajador social de la residencia interdisciplinaria en Salud Mental del Hospital Nacional Lic. Laura Bonaparte de Buenos Aires. En estos días participa de las Jornadas de Profesionales en Formación de Salud Mental, donde trazará una genealogía de la patologización trans y algunos conceptos que ha construido la teoría trans para analizar el cisexismo dentro del ámbito de la salud.
Durante los días 14, 15 y 16 de marzo, Amaicha del Valle es sede de las XVII Jornadas de Profesionales en Formación de Salud Mental, organizado por residentes de Psicología Clínica del Ministerio de Salud Pública.
El encuentro reúne a disertantes, estudiantes y profesionales de diferentes puntos del país y su eje temático de este año es la “Clínica del Desborde”. El objetivo es que jóvenes profesionales que están formándose en salud mental puedan compartir sus experiencias, intercambiar vivencias sobre las formas de atender a las personas que se acercan a los dispositivos de salud mental. Teniendo en cuenta como son las problemáticas que se acercan a esos dispositivos, los sistemas de salud se preparan o se arman para poder alojar y recibir esas necesidades.
Desde La Nota conversamos con An Millet, trabajador social de la residencia interdisciplinaria en Salud Mental del Hospital Nacional Lic. Laura Bonaparte de Buenos Aires. Bajo el nombre “De la patologización de las identidades trans al análisis del cisexismo”, el viernes presentará una genealogía de la patologización trans y algunos conceptos que ha construido la teoría trans para analizar el cisexismo.
¿Qué es la patologización trans?
Las formas en las que tenemos para entender el mundo, para explicarlo, para describirlo, son todas formas que hemos construido colectivamente. Las distintas culturas han tenido la necesidad de construir ideas para entender el mundo y para poder describirlo y analizarlo. La patologización de las identidades trans -el pensar que ser una persona trans es una enfermedad que debe ser abordada por el modelo médico hegemónico- es una idea como cualquier otra. Es una forma de entender el mundo que podría haber sido otra. Podríamos haber entendido a las personas trans como muchas comunidades lo han hecho: como parte de la humanidad básicamente. Pero la forma que ha tenido occidente blanco, de clase media acomodada, profesional, sobre todo varones cis, sobre todo heterosexuales, ha sido una forma patologizante, que ha dicho que nuestras existencias son existencias enfermas y son existencias que tienen que ser abordadas por la medicina.
Me parece muy interesante poder entender cómo es que se van construyendo estas ideas, por que entender como es este cuentito, esta historia, es desarmar la naturalización de esa patologización. Es dejar de pensar que es obvio que es una enfermedad.
Cuando nos damos cuenta que un puñado de personas que han escrito algunos textos, que han divulgado sus ideas, y esas ideas han sido hegemonizadas y apropiadas por el sistema médico y el sistema punitivo, es entender que podría haber sido otra opción. Podíamos haberlo pensado de otra forma.
Esa es la patologización: entender que las personas trans somos personas enfermas y que esa enfermedad tiene que ser abordada de alguna forma por la medicina.
Despatologizar no quiere decir que no somos personas que necesitan usar el sistema médico. Los sistemas de salud son los que todas las personas necesitamos poder usar, pero no tendríamos que hacerlo desde el hecho de que somos trans, sino desde el hecho de cualquier tipo de persona que tiene algún padecimiento. Por ejemplo me duele la rodilla, ir al traumatologx y poder acceder a ese sistema de salud sin que eso este vinculado a mi identidad y género.
¿Qué es el cisexismo?
Una forma bastante accesible de entender el cisexismo es poder vincularlo con otros sistemas de opresión. Es una forma de distribuir de manera desigual capitales, es una forma de distribuir miedos, violencia, y privilegios, que hace que las personas cis -personas que no son trans y que se identifican con el género asignado al nacer- tengan privilegios que las personas trans no tienen. Funciona de formas muy parecidas al sexismo, que hace que, por ejemplo, los varones tenga privilegios que las mujeres no tienen; o al racismo, que hace que las personas blancas tengamos un montón de privilegios que las personas que no son blancas no tienen. Funciona como cualquier tipo de opresión que hace que habitar el mundo de una manera particular sea más costoso que habitarlo de otra forma. Cuanto más te alejas de la norma, más difícil, más doloroso, más costoso va a ser habitar el mundo, transitar, tener una vida que aquellas personas que se acercan a la norma. En este caso, en el cisexismo, son personas cis.
Como profesional del sistema de salud, ¿cómo introducís estos conceptos en tu práctica cotidiana?
Por un lado yo entiendo que parte de mi trabajo es la producción de estos textos y es la divulgación de estos temas en congresos, charlas, debates. También es como un acto de redistribución de la justicia epistémica, por que una persona que no es cis, hablando sobre cisexismo, me parece que no es menor. Actualmente se ha vuelto muy popular el tema, hay muchísimas personas cis analizando las vidas, las experiencias y los deseos de las personas trans. Que las personas que no somos cis nos apropiarnos de esos espacios de conocimiento es fundamental.
Por otro lado, en la práctica cotidiana, yo trabajo en un hospital, atiendo personas todos los días. Tengo una práctica que intenta descisexualizar la salud mental, no solo con personas trans sino con personas cis.
Y también es importante mantener la trinchera de la práctica profesional con un ojo y una pesquisa constante de análisis de las intervenciones y las concepciones que los distintos equipos profesionales pueden tener de las identidades de género en general, no necesariamente de las identidades trans.
¿Qué propuestas crees que pueden funcionar para que profesionales de la salud comiencen a repensar y modificar sus prácticas?
No solo tenemos que pensar en las prácticas cisexistas que tenemos cuando atendemos a personas trans, sino también en las prácticas cisexistas que tenemos cuando atendemos a personas cis. El cisexismo no solo opera sobre las personas trans, opera sobre todo el mundo. Tenemos lógicas de reproducción del cisexismo que los ponemos en práctica cada vez que intervenimos.
Hay un ejercicio muy simple que a mí me gusta mucho que es preguntarse si el comentario, o la pregunta que vamos a hacer se la haríamos a una persona cis o no. Muchas veces a las personas trans, el interrogatorio o las cuestiones que se abordan en la entrevista o en la consulta, exceden la problemática que esa persona viene a presentar. Entonces se empieza a preguntar sobre su sexualidad, sobre sus prácticas, sobre si usa hormonas o no, sobre si ha tenido alguna intervención, cuando a veces eso no hace a la consulta.
Otra característica que me viene llamando la atención desde que trabajo en un hospital, en que muchas veces se usa la identidad trans de dos maneras. Por un lado para identificar fácil a una persona, no decimos “la piba que tiene un tatuaje en el hombro”, decimos “la chica trans” de entrada. Para mí eso es una práctica cisexista por que siempre está marcando la otredad, siempre destaca esa característica como casi totalizante, casi como la única.
Y por otro lado, como una práctica de agrupamiento. Por ejemplo, una vez entre a una oficina de profesionales y un trabajador del hospital dijo “hoy las trans están re intensas”. Se usa la identidad trans como una forma de agrupar personas que si no fuera por esa identidad no estarían agrupadas. Eso también es una práctica que sostiene una hipervisibilización de lo trans. Siempre que vamos a hablar de esa persona vamos a marcar que esa persona es trans. Cuando hablamos de personas cis no lo hacemos. Nunca hubiéramos dicho “hoy los cis están re intensos”, o “hoy vino tu paciente cis”. Hay algo de la marca inevitable de la otredad que se vuelve constante.
Yo propongo como un doble movimiento. Por un lado dejar de usar la categoría trans para una identificación fácil y para un agrupamiento de personas, y por otro empezar a nombrar lo cis. Cuando hacemos un pase guardia, cuando presentamos un caso en un ateneo, cuando vamos a derivar un paciente a alguien, nombrar que es una persona cis, porque siempre que son personas trans lo decimos, pero cuando es una persona cis lo obviamos. Este doble movimiento puede deshipervisibilizar lo trans, y, por otro lado comenzar con un proceso de visibilización de las identidades cis como usuarixs del sistema de salud también.