En el Día de los Derechos Políticos de las Mujeres, Daniela Bravo, concejala de Tafí Viejo, reflexiona sobre las deudas pendientes en representación, el rol transformador de las mujeres en cada barrio y la urgencia de abrir espacios de decisión en igualdad.
Por Daniela Bravo
En este Día de los Derechos Políticos de las Mujeres, vuelvo a traer a la memoria a nuestra Evita Capitana, quien con coraje y determinación nos abrió el camino del voto femenino. Su legado fue y es la base de nuestra participación política, pero también nos marca la responsabilidad de seguir peleando por una sociedad más justa e igualitaria.
A más de setenta años de aquella conquista, las desigualdades todavía son profundas. Según los datos del último censo de 2022, en la Argentina vivimos 107 mujeres cada 100 hombres. Sin embargo, esa mayoría no se refleja en la representación política ni en los espacios de decisión. En Tafí Viejo, por ejemplo, de 12 concejales solo 2 somos mujeres. ¿Cómo se explica esa brecha? ¿Por qué, a pesar de ser más, todavía no logramos la paridad en los lugares donde se define el rumbo de nuestras comunidades?
Las respuestas no son sencillas, pero sí hay algo claro: capacidad y compromiso sobran. Lo vemos en cada barrio popular, donde son mayoritariamente las mujeres quienes llevan adelante los hogares, quienes con una fuerza admirable se organizan todos los días para “parar la olla”, en medio de las dificultades más grandes. Lo vemos en nuestras jóvenes, que con ansias de superación generan y sostienen espacios de trabajo y participacion. Lo vemos en las amas de casa, en las profesionales, en las dirigentas. Allí, en lo más profundo de la patria chica, se ve con claridad que nosotras no solo sabemos sostener, también sabemos transformar.
Por eso quiero hacer un pedido: es hora de abrir las mesas de debate, de incluirnos en igualdad. No buscamos más, solo queremos paridad. Una paridad que no viene a dividir, sino a sumar, a construir una sociedad más inclusiva. Porque nos necesitan, pero también nosotras los necesitamos para pensar juntos una democracia plena.
El movimiento de mujeres es un movimiento amplio, diverso y complejo. Y es precisamente en esa complejidad donde está nuestra riqueza: en la posibilidad de aportar nuevas miradas, de ampliar derechos para todas y todos. En este camino no estamos solas: también caminamos junto a las diversidades y disidencias, grandes aliades en la construcción de una sociedad de todxs y para todxs.
Con esperanza y convicción, sigamos organizándonos para que las futuras generaciones encuentren un país más igualitario, donde nuestras hijas y nietas puedan llegar sin obstáculos a los espacios de decisión. Porque el cambio no solo es necesario: es inevitable, y lo estamos construyendo juntas.