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El Museo de la Universidad Nacional de Tucumán representa el km 1.222 del evento de cruces artísticos internacionales más grande del país, albergando la muestra colectiva “Entre sentidos”, con la curaduría de Benedetta Casini.
En el marco de la segunda edición de la Bienal Internacional de Arte Contemporáneo de América del Sur se realiza (en más de 100 sedes alrededor del mundo) el mayor evento cultural de Argentina para el mundo. En simultáneo, 43 ciudades de una veintena de países despliegan exposiciones (de mayo a noviembre) con obras de más de 400 artistas y curadores/as de todos los continentes.
Acorde a una dinámica singular de construir una nueva geografía, no basada en fronteras territoriales sino en una comunidad solidaria global y multicultural, la bienal propone sus proyectos curatoriales a partir de un llamado internacional abierto y de temática libre, que invita a artistas y curadores/as a pensar propuestas específicas, siguiendo -sin condiciones- sus propias búsquedas cuya intención radica en motorizar las búsquedas que los artistas contemporáneos transitan en la actualidad.
Una vez analizadas las propuestas recibidas (que fueron más de 5200 en esta oportunidad), el equipo curatorial de BIENALSUR delimitó los ejes centrales en múltiples espacios expositivos, distribuidos en los países participantes. Los ejes atraviesan el territorio expandido para presentar en cada ciudad un capítulo que mantiene su autonomía, pero en diálogo con las demás.
BIENALSUR, entonces, concibe a la cultura como un vehículo de integración entre países y para conectar todas sus sedes plantea una cartografía particular cuyo kilómetro 0 fue situado simbólicamente en el Muntref Hotel de Inmigrantes, en el puerto de Buenos Aires, punto de partida de este gran encuentro y emblema del espacio que a principios de siglo XX recibió a los ciudadanos de todo el mundo. A partir de allí, cada sede participante es renombrada con un kilómetro que sienta las bases de esta singular geografía.
Conectar el norte y el sur sin premisas ni condiciones, enmarcan el kilómetro 1.222 de BIENALSUR Tucumán en el MUNT (San Martín 1545) cuya exhibición, denominada Entre sentidos fue inaugurada el viernes 24 de mayo, y tiene como protagonistas a los artistas Chiara Banfi (Brasil), Cecilia Ivanchevich (Argentina), Cecilia Catalín (Argentina), Ana Mance (Argentina), Camila Maya (Colombia), Ana María Morillo (Colombia), Duygu Nazli Akova (Turquía), María Jesús Román (Chile), Sebastián Tedesco y Bruno Mesz (Argentina), Joaquín Aras (Argentina) y Eugenia Calvo (Argentina). Bajo la curaduría de Benedetta Casini (Italia), la muestra podrá visitarse hasta el 25 de agosto.
Entre sentidos
Aromas que parecen de fuentes naturales, una gama tonal clara y de tonos limpios contrastan con momentos de oscuridad sonora y brillos, envolviendo al MUNT en cada una de sus instalaciones. Con frecuencia, el contacto con la naturaleza se repite a través de la palabra, pero también con distintas presencias. El sonido toma protagonismo, ya sea por la permanencia, o no, de un discurso que se espera o que no se puede evitar. Lo que sí es un común denominador es la necesidad de agudizar la percepción.
En un extremo, un ecualizador gráfico traduce señales sonoras, o intensidades de tonos, de diversas situaciones propias de una gran ciudad, a una correspondencia visual independiente. Pero, en simultáneo, y como parte de ese gráfico, se develan imágenes propias de las situaciones descriptas, originando la sustancia de mensura, en una suerte de ciclo semántico constante.
Luego, ¿cómo se traduce la existencia de una planta, un fruto o una flor en sonido? No vemos caléndula, euphrasia, manzanilla, ni regaliz, pero las oímos, en virtud de una traducción melódica a partir del Braille.
El olfato tiene la facultad de trasladarnos hasta los sitios más recónditos de nuestra memoria. Incluso, hacia recuerdos que parecían extintos, o vivencias que nunca recordamos hasta el momento de percibir un determinado aroma. Hay un experimento. Una acción a partir de un objeto/sujeto devenido en activador de memoria; una niña recuerda a su abuelo; un señor mayor piensa en el mejor bocadillo de su vida y una mujer de unos cuarenta años recorre un jardín de su infancia. Todo concentrado en un erlenmeyer de laboratorio que regurgita nostalgias.
Estética de la superficie
La artista chilena María Jesús Román presentó una pieza que se ubica en el medio de las instalaciones del museo. Un aparente fondo infinito largo y angosto que deslumbra brillo, luz. “Este trabajo nace desde la lectura que hice de una carta que Gabriela Mistral le escribe a Inés Puyó, pintora chilena que le regala a Mistral una pintura de flores. Lo que yo hice es traducir en lenguaje Braille esta carta y construirla en lentejuelas. Siempre me ha interesado el asunto de la traducción y cómo en ese proceso siempre hay una pérdida, un resto que no se puede manifestar”, detalla Román para La Nota. “Lo que presenté aquí plantea ese problema, ya que tanto por el uso del Braille y por el brillo de las lentejuelas el código queda encriptado. Para un no vidente el asunto es el mismo, porque no existe relieve que pueda ser percibido para identificar el contenido de la obra”, concluye.
Otro cine
Por su lado, el artista bonaerense Joaquín Aras plantea que le interesa cómo la narrativa afecta la vida cotidiana. “Recientemente, mi trabajo empezó a concentrase en la distancia afectiva entre el público y los medios, y en la manera en que la narración puede preservar la memoria y desafiar la historicidad”, explica. En la sala más pequeña del museo, Aras montó una video instalación, una especie de microcine de butacas antiguas recicladas. “Es una función de cine sin película. La pieza se presentó originalmente en el año 2018 en el Cine York de Vicente López como una acción artística que recrea una tradicional función de cine (con tickets, programas, acomodadores, chocolateros) e interviene la sala con relatos sobre películas perdidas narradas por espectadores que las vieron, reconstruyendo esos films a partir de su memoria. La obra forma parte de la serie Entre recuerdos & remakes, un proyecto artístico y de investigación que intenta recuperar películas perdidas de nuestro cine nacional a través de testimonios de espectadores que las vieron. En el MUNT funciona una versión de la obra en formato instalación”, agrega.
Activar los sentidos
Alrededor de las traducciones perdidas en brillo se encuentra la instalación de Cecilia Ivanchevich, “se trata de un sitio especifico que está anclado en mis investigaciones sobre la relación entre la música y las artes visuales en el espacio”, indica la artista que reside en C.A.B.A. “En esta exposición exploro la levedad y sutileza. La obra aspira a ser una red de bienvenida para que el visitante comience a activar la percepción de los sentidos que propone la exposición. Con mis líneas redibujo el espacio, generando nuevos ritmos que evocan musicalidad”, señala.
Cruces
Atriles con partituras indican, a primera vista, signos musicales. Pero de cerca, tanto quien sepa leerlas como quien no, se sabe que allí no hay posibilidad alguna de construir un sonido. Sin embargo, en la misma sala, y en contraposición, hay una inmensa partitura musical, enmarcada y claramente decodificada. ‘A orden’, ‘B desorden’ y ‘A’ nuevo orden’. Al lado, se reproduce, con una instrumentación alejada del acostumbrado escenario teatral, de los violines, violonchelos y clarinetes, la partitura descripta.
“La línea de investigación de la obra de Eugenia Calvo, me permite en lo personal un dialogo directo y un marco de referencia, ya que ella exhibe una suerte de partitura que es ejecutada por un ensamble de ventanas y lo cual puede verse en un video aparte”, explica Cecilia Ivanchevich.
“Las obras y los artistas seleccionados para esta muestra resumen el espíritu de la bienal, en el aspecto de reunir latitudes y ‘modos de ver’, como el propio eje en que está anclado lo indica”, señala, nuevamente, Cecilia Ivanchevich. Pero, en este caso, el tópico del cruce de los sentidos ayudó a nuclear búsquedas e investigaciones. Lo cual lleva a poner en el centro de la escena las posibilidades de las artes visuales de expandirse a otros campos, tanto científicos como artísticos”, agrega.
“Joaquín Aras propone una película con sonido y sin imagen. El uso de la palabra tiende un puente con la literatura -del mismo modo que con la lectura de un libro- uno imagina a los personajes y especula con las escenas posibles”, explica Ivanchevich. “Por otro lado, las obras de Cecilia Catalín y Ana Marce exploran el territorio olfativo, lo cual resulta sumamente sugerente para proponer otra relación con la visualidad. En ese sentido, el dúo de Sebastián Tedesco y Bruno Mesz cruza literatura, sonoridad y olfato, y establece canales de investigación que titulan ‘correspondencias modales'”, concluye.
“A través de una película ciega, partituras mudas, una pintura invisible, Entre sentidos plantea una lectura al revés, una subversión de lenguajes y de soportes. Una transmigración de signos entre medios heterogéneos. Lenguajes diversos distorsionan los códigos convencionales de interpretación que suelen enmarcarlos para abrir el campo a nuevas posibilidades de la percepción: ¿cómo sería una película para escuchar?, ¿qué implicaría mirar una composición sonora?, ¿cuál sería el aroma de un texto? Articulando en forma poética con intereses científicos e investigaciones metódicas, los artistas que participan en la exposición incursionan en prácticas colaterales a las artes visuales y las incorporan, generando correlaciones entre los sentidos.
Desde las vocales de color de Rimbaud hasta las pinturas abstractas de Kandinsky las asociaciones sinestésicas se han caracterizado por una amplia cuota de arbitrariedad que, si bien revela aspectos de la subjetividad del autor, se abre a la libre interpretación del espectador. Asimismo, las obras que integran Entre sentidos le piden al visitante proximidad e interacción: el énfasis en lo sensorial interpela las reminiscencias individuales que determinan la forma última de la evocación”.
Texto curatorial de Entre sentidos, por Bendetta Casini.
La imagen destacada es una gentileza de BIENALSUR 2019. Instalación de sitio especifico: “Fluidez y contrapunto”, artista: Cecilia Ivanchevich.