Resumen del contenido Mostrar
OPINIÓN| La vida no se reduce a una individualidad genética, trasciende lo biológico. No solo se trata de la maquinaria biológica que pone en funcionamiento nuestros órganos del cuerpo, sino también es lo psicológico, lo social, lo histórico, lo cultural, lo artístico. No solo es ontogénica sino también ontológica. Por Juan Paz
El grito conservador de las instituciones médicas contra el derecho a decidir de las mujeres intenta propagarse a lo largo y ancho de la Argentina. Tratan de apoderarse de la palabra Vida mientras son indiferentes a las mujeres pobres que mueren por abortos inseguros.
Con declaraciones públicas y mensajes por redes sociales, grupos de médicos conservadores intentan contrarrestar la fuerza de miles de mujeres que, en las calles, instalaron en el Congreso Nacional el debate por la Ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo (IVE).
Instituciones como la COMRA, la Academia Nacional de Medicina y los colegios de médicos provinciales – incluido el de Tucumán- esgrimen el eufemismo de que están “A favor del vida” para ocultar que, en realidad, están a favor de los abortos clandestinos.
Las intenciones de estas instituciones es la de influir sobre la opinión pública, y así ejercer una presión sobre el Congreso para que no apruebe la ley de IVE, y por lo cual centenares de mujeres continuarán abortando en la clandestinidad. Pero a pesar de esto, no evitarán que miles se organicen y den la pelea en las calles para conquistar el derecho al aborto seguro, legal y gratuito.
A continuación, desarrollamos en forma breve una serie de elementos conceptuales que intentan aportar al debate del punto de vista médico en la problemática del aborto.
Aclarar conceptos o refundar la Ginecología-Obstetricia
La concepción es cuando un espermatozoide fecunda a un óvulo. Este producto de la gestación atraviesa distintas fases en los días posteriores, denominándose Cigoto, Mórula y Blastocito. Entre el 6º y 8º día a partir de la fecundación, éste último se implanta en el cuerpo uterino y comienza su desarrollo embrionario, y denominarse feto a partir de la 12º semana de edad gestacional. Por lo tanto, en los marcos conceptuales de la ginecología- obstetricia, el embrión o feto no son definidos como niño o niña; y la interrupción del embarazo se denomina Aborto y no Muerte infantil.
Aborto se define como Interrupción voluntaria o involuntaria del embarazo antes de que el embrión o el feto estén en condiciones de vivir fuera del vientre materno, temporalmente definido hasta las 22 semanas de edad gestacional o con un peso menor de 500g. Aunque esta definición es confusa en cuanto a las posibilidades categóricas que pueden existir entre el tiempo de edad gestacional y el peso del feto, no se la considera Muerte infantil. Ni mucho menos infanticidio. Cada muerte embrionaria o fetal no está contabilizada en las tasas de mortalidad infantil y no se hacen funerales por cada humano que no superó el estado de embrión.
Al parecer los grupos provida tienen la pretensión de cambiar e introducir conceptos que carecen de sustento científico. Estos consideran que una Mórula, un Blastocito o un Embrión son niños o niñas por nacer. Un concepto que no se encuentra dentro de las categorías ginecológicas u obstétricas. Un término bizarro, porque también a los gametos (espermatozoides y óvulos) podrían denominar “Niños por procrearse”.
¿A caso la individualidad genética de 46 cromosomas es igual a ser un sujeto? Una respuesta afirmativa a esta pregunta empujaría hacia fuera, de este reduccionismo biológico, a los individuos con más de 46 cromosomas.
¿Será que consideran que las mujeres carecen de libertad y autonomía sexual, y por lo tanto tienen la obligación de ser madres a pesar de tener un embarazo no deseado? Tal es el caso de la niña salteña de 10 años obligada a continuar con el embarazo de su violador, condenándola a una maternidad que no eligió, poniendo en riesgo su vida física y psíquica.
Si una persona atraviesa por una situación que le genera un malestar biopsicosocial, el personal de salud intenta ayudar para que deje de sentirse mal y pueda continuar con sus proyectos. Una mujer que decide abortar un embarazo no deseado, porque le genera un malestar biopsicosocial, también debe ser ayudada por el personal de salud, y el Estado debe garantizar los medios sanitarios.
Las mujeres que deciden abortar lo hacen por muchos motivos, pero ninguna por placer o diversión. Lo hacen atravesando situaciones límites, con miedos, angustias, y en la clandestinidad. La comunidad médica debe defender la autonomía y la libertad de las mujeres a decidir cuándo ser, o no ser, madres.
La vida no sólo es ontogenia
La vida no se reduce a una individualidad genética, trasciende lo biológico. No solo se trata de la maquinaria biológica que pone en funcionamiento cada uno de nuestros órganos del cuerpo, sino también es lo psicológico, lo social, lo histórico, lo cultural, lo artístico, etc. No solo es ontogénica sino también ontológica. Por eso existen personas que por alguna situación de crisis vital se sienten “sin vida” a pesar de su integridad fisiológica.
Despreciar estos aspectos de la vida es como emprender una lucha terapéutica contra la noxa de una enfermedad despreciando el contexto social, económico, histórico y cultural del sujeto enfermo. Por eso siempre respetamos la autonomía del enfermo cuando decide cuándo y hasta cuándo, cómo, dónde y con quién tratarse; o simplemente decide no tratarse.
Estas decisiones que tomamos como seres humanos también son parte del ejercicio práctico de la vida. Así también como cuando tomamos decisiones de ser o no ser, de aceptar o rechazar algo que creemos que puede perjudicar nuestras vidas, las mujeres deben tener el derecho de decidir ser o no ser madres, para continuar con sus proyectos de vida personal o colectiva. El Estado tiene la obligación de proteger a la mujer que decide ser madre y a la mujer que no decide ser madre.
Más allá de la biología humana, el problema social.
A lo largo de la historia las mujeres abortaron, actualmente abortan y en el futuro abortarán. Oponerse a la interrupción voluntaria del embarazo en condiciones seguras no eliminará los abortos. Las mujeres no dejarán de realizarlos, ya que es una práctica que acompañó al desarrollo de la humanidad en diferentes culturas.
Actualmente las mujeres acceden a dos tipos de abortos clandestinos para interrumpir voluntariamente su embarazo. Uno denominado Aborto Seguro (AS), y el otro Aborto Inseguro (AI). El AS es aquella interrupción del embarazo llevado a cabo por un profesional de la salud capacitado, con los medios necesarios y en un ámbito médico adecuado que garantice la salud de la mujer.
El AI es el procedimiento realizado por personas que carecen de aptitudes necesarias o en un ámbito que no cumple con los mínimos criterios sanitarios que garanticen la salud, aumentando el riesgo de morbimortalidad en la mujer[1]. Pero la diferencia entre estos no solo es conceptual, sino también de precio.
En la clandestinidad el AS tiene un costo mayor que el AI, y por lo que el acceso a uno u otro está determinado por la capacidad económica de cada mujer para afrontar el precio del aborto. Al no existir leyes que regulen esta práctica ginecológica condiciona a que las mujeres vulneradas por la pobreza sean las que acceden a los AI poniendo en peligro sus vidas.
Este es el problema sanitario que está en discusión y que debe resolverse, porque la morbimortalidad de los AI es elevada. Muchas mujeres que sobreviven a los AI pueden quedar con secuelas graves que comprometan su salud reproductiva.
Estadísticas Apócrifas
El intento estadístico por parte de los gobiernos para reflejar el problema de los abortos clandestinos parece impotente. Las últimas estadísticas sanitarias publicadas por el Ministerio de Salud (DEIS 2016) no son confiables. Las mismas estiman que en la argentina mueren 3 mujeres cada 10.000 nacidos vivos lo que hace un total de 245 muertes maternas anuales, y de éstas sólo 43 son causadas por abortos. En la provincia de Tucumán fueron 8 las mujeres que murieron en un año, de las cuales 3 por aborto. Números que hacen sospechar fuertemente de un subregistro de estos datos.
Por otro lado, de este informe, se desprende que en el país se registraron entre 992 y 1.064 casos de abortos (Mortalidad Fetal menor a 22 semanas de edad gestacional y menor a 500g de peso); y en Tucumán entre 209 y 214 abortos. Utilizando estos datos se podría estimar la letalidad del aborto en Argentina es del 4%, la cual no la hace una cifra despreciable si se tiene en cuenta que la letalidad del gripe H1N1 en la epidemia del 2009 fue del 6%.
Sin embargo estos datos no son tomados por comisiones investigadoras independientes y no reflejan la realidad de los problemas que son medidos por estas tasas, ya que muchos son cálculos matemáticos estadísticos. Esto fue advertido por el ginecólogo santiagueño Miguel Curioni en su tesis “El problema del aborto en Santiago del Estero. Su magnitud y costos humanos, sociales y económicos”, donde destacó el subregistro de la Mortalidad Materna y el de los abortos que fueron publicados en la Dirección de Estadística e Información de Salud (DEIS).
Las denominadas tasas negativas, como las mortalidades maternas e infantiles, son medidas con curvas que las disminuyen en función del tiempo. Este artilugio estadístico permite mostrar al país como un buen alumno del Banco Mundial[2] debido a que “cumple” con las metas del Objetivo del Desarrollo del Milenio, y poder posicionarse como un país “viable”, mientras las mujeres pobres mueren en las sombras.
Por tratarse de una práctica clandestina no se dispone de datos precisos sobre el número de abortos inducidos que se producen en la Argentina, por eso es necesario que existan comisiones investigadoras independientes que estudien con profundidad epidemiológica la problemática del aborto.
A 8 años de La iniciativa FIGO[3] para prevenir los abortos inseguros
La comunidad médica en contra del aborto legal no considera al aborto inseguro como un problema sanitario y establece una indiferencia hacia la mujer que aborta, asimilándola como un recipiente biológico del embrión negándole un completo acceso a la salud reproductiva.
En el texto publicado en la International Journal of Gynecology and Obstetrics del 2010 y que se titula El acceso universal a la salud reproductiva: Oportunidades para prevenir el aborto inseguro y atender las brechas crítica, los autores sostienen que “son varias las intervenciones para abordar el problema del aborto inseguro y sus complicaciones son bien conocidas.
Estas incluyen: 1- prevención primaria, la promoción de la anticoncepción y la educación en sexualidad para reducir la incidencia de embarazos no deseados; 2- la prevención secundaria, la promoción de las prácticas de aborto seguro para reducir la necesidad de recurrir al aborto en malas condiciones; 3- prevención terciaria, la atención post-aborto y el manejo de las complicaciones del aborto; 4- prevención de la repetición del aborto en las mismas mujeres, a través de la prestación de asesoramiento y servicios anticonceptivos inmediatamente después del aborto”.
Este es un documento importante desde el punto de vista sanitario ya que establece que el Estado debe garantizar a las mujeres el acceso al aborto seguro como política sanitaria, para resolver el problema de los abortos inseguros. A 8 años de la publicación de estas directrices para el acceso universal a la salud reproductiva, no fue implementado en la Argentina y las comunidades médicas en contra del aborto las ignoran o les son indiferentes.
A favor de la vida
Estar a favor de la vida es luchar por un sistema de salud de calidad, público y de libre acceso al conjunto de la población. Con políticas sanitarias que acaben con el lucro de la enfermedad, de la industria farmacéutica, de la medicina privada y del aborto clandestino.
Estar a favor de la vida significa luchar por construir un sistema sanitario que garantice la salud y evite las muertes prevenibles, con profundas transformaciones sociales, económicas y culturales donde toda la vida humana pueda desarrollarse plenamente.
Ninguna de las instituciones médicas que se declaran “a favor de la vida” ha mostrado preocupación por el aumento de los precios de los medicamentos, los recortes de prestaciones en las obras sociales como el PAMI y el deterioro de la salud pública. Les importa poco la salud de los que menos dinero tienen. Solo velan por los intereses propios y el de una elite que vive al margen de las condiciones sociales y ambientales que determinan la enfermedad en las personas pobres.
La libido corporativa que los moviliza los hace indiferentes a la morbimortalidad de las comunidades vulneradas por la pobreza, la falta de acceso a la salud y el ajuste brutal de salud pública. Con estas declaraciones “a favor de la vida” solo intentan resguardar una doble moral que oculta a los que lucran con los abortos clandestinos, sin importarle realmente las personas que sufren la pobreza, dentro de estas, las mujeres pobres que deciden abortar y recurren a un AI.
Oponerse al aborto seguro legal y gratuito es una forma cómplice de estar a favor de los abortos clandestinos. Es necesario que toda la comunidad médica tome conciencia de que el proyecto de interrupción voluntaria del embarazo, no obligará a las mujeres a abortar sino que es una medida importante para prevenir los abortos inseguros.
En el Congreso Nacional no está en discusión si el embrión es o no, vida humana. Lo que está en discusión es la problemática sanitaria que generan los abortos inseguros que pone en riesgo la vida de las mujeres pobres. La comunidad médica no debe oponerse a la autonomía de las mujeres a decidir, ni tampoco al acceso a los abortos seguros. Porque esto es prevenir las muertes maternas lo que es también, defender la vida.
[1] World Health Organization. The prevention and management of unsafe abortion—report of a technical working group.
[2] Los objetivos del desarrollo del Milenio son enunciados por el banco mundial y en la actualidad se denominan Objetivos del Desarrollo sustentable.
[3] Federación Internacional de Ginecología y Obstetricia.