Durante las fiestas de fin de año, se renueva el debate por el uso de la pirotecnia y las consecuencias que generan los estruendos y los destellos luminosos tanto en las personas, especialmente en quienes viven con autismo, como a los animales domésticos y silvestres. Una invitación a la reflexión
La llegada de los festejos ruidosos de fin de año renueva el compromiso de las personas que protegen a los animales en cuanto a la prevención del uso de fuegos artificiales que son perjudiciales no sólo para los animales sino también para las personas, tanto por la contaminación sonora como por los peligros que conlleva la manipulación de elementos explosivos.
Festejar las fiestas de fin de año sin pirotecnia es la propuesta de la que muchas localidades del país comenzaron a hacerse eco, estableciéndose ordenanzas que prohíben el uso de pirotecnia. Uno de los proyectos sostiene que la pirotecnia con fines exclusivamente sonoros “significa una grave contaminación sonora en el ambiente y genera riesgos a la propiedad, a la salud y a la vida humana, tanto en forma directa a través de su uso, como indirectamente por el comportamiento que despierta en animales domésticos y silvestres.”
“Los fuegos artificiales y la pirotecnia en general son muy peligrosos. Sobre todo, para los colectivos más vulnerables de nuestra sociedad. Necesitamos tomar conciencia y ser responsables con las personas que no disfrutan ni un momento cuando las explosiones comienzan”, aseguraron desde la Asociación Animalista Libera! Tucumán. “No solamente perros y gatos que viven en nuestras casas son quienes padecen el sonido estrepitoso de la pirotecnia”, agregaron, “tenemos que pensar en los animales callejeros que están desprotegidos, las aves y todos los animales que habitan zonas cercanas a la ciudad”.
Las personas con autismo son muy sensibles a los estímulos externos: sonidos, imágenes, olores, y por lo tanto la pirotecnia los afecta directamente. Según especialistas, la pirotecnia “suele ser una carga de estímulos muy alta, por el ruido o por las luces, los fuegos artificiales tienden a desorganizar en exceso a los chicos con TEA” cuentan.
Los seres humanos oyen en el intervalo de aproximadamente 20-25,000 Hz, mientras que los perros lo hacen de 67-45,000 Hz y gatos en el intervalo de 45-64,000 Hz. Las voces de las personas vienen en aproximadamente en el rango de 300-3,000 Hz.
Un ruido excesivo o fuerte puede crear lo que se conoce como estrés acústico, que afecta a los felinos, en particular, ya que estos pueden oír los tonos muy altos, alrededor de 1,6 octavas más alto que los seres humanos y una octava por encima de los perros.
No es difícil darse cuenta de cuáles son las reacciones más repetidas a los ruidos extremos. Por ejemplo en los perros, aumento de la presión sanguínea, respiración más acelerada de lo normal, pupilas que se dilatan, un incremento en la salivación, temblores momentáneos, cansancio repentino.
La invitación desde Asosiación Animalista Libera! Tucumán es “a tomar conciencia y dejar de impactar negativamente en los demás y el medio que rodeamos“.