Wanda Gate: el análisis que no sabias que necesitabas

La “crisis matrimonial” de público conocimiento de la empresaria Wanda Icardi y su esposo Mauro Icardi dio rienda suelta a prejuicios machistas para con quien sería “la tercera en discordia”: la actriz Eugenia “La China” Suarez. Desde La Nota, nos proponemos ir más allá y preguntarnos sobre vínculos, zorrit*s, put*, mantenidas y robamaridos.

Este fin de semana la empresaria Wanda Icardi, casada con el jugador del PSG Mauro Icardi, publicó una historia en Instagram con fondo negro y la frase “Otra familia más que te cargaste por z*rra”.

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Historia de Wanda

A partir de esa publicación, Wanda dejó trascender que se refería a una infidelidad que sufrió por parte de su marido y que involucró a la actriz Eugenia “China” Suarez. El jugador y la actriz habrían intercambiado mensajes de coqueteo, reacciones a historias e invitación a un encuentro privado. 

La empresaria descubrió el engaño porque el matrimonio revisaba los celulares entre sí como forma de construir “confianza”. La pareja discutió y ella se fue a Milán, desde donde mantuvo conversaciones con la periodista Yanina Latorre a la que le manifestó que está angustiada y viviendo un “infierno”.

Por su parte Icardi se ausentó del entrenamiento del PSG y se fue detrás de Wanda con quien tiene 2 hijas y 7 años de matrimonio. 

El jugador apeló a una forzada disculpa pública. Puso en sus redes “Gracias, mi amor, por seguir confiando en esta familia hermosa. Gracias por ser el motor de nuestras vidas. Te amo. Cuánto duele lastimar a tus seres queridos. Sólo sanas cuando tenés el perdón de quienes heriste”.

El machismo, ese Deja Vu infernal

Por su parte la China se encuentra en Madrid grabando una película y tras días de silencio, ayer publicó una carta: “Lo que está sucediendo hoy tiene detrás una historia mucho más grande y profunda, de la que seguramente muchas mujeres van a sentirse identificadas”. 

“Me ha tocado relacionarme con hombres a los que le he creído siempre sus palabras: que se estaban separados o separándose y que no había conflictos”, prosiguió, en lo que parecería ser un mensaje directo para Icardi.

“Siento en esta situación un Deja Vu infernal, donde vuelvo a pagar con mi reputación cuestiones que son de dominio personal de cualquier mujer. Una repetición que deja a la luz mi inexperiencia y, sobre todo, profunda credibilidad que le di a estos hombres que luego guardaron silencio dejando que me comieran los lobos”, continuó.

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A Suarez, los medios de comunicación la señalan abiertamente como “robamaridos” por sus experiencias con Nicolás Cabré mientras este estaba casado con la actriz Eugenia Tobal y por el inicio de la relación con el actor Benjamin Vicuña quien estaba casado con la modelo Pampita Ardohain.

La periodista feminista Luciana Peker explicó hace unos dias: “Una mujer no roba a un marido, en principio, porque los hombres no son una pertenencia. No solo por respeto a las mujeres, sino por respeto a ellos, que no son objetos inanimados -como una caja fuerte- que se dejan saquear sin que su deseo o decisión pulse enter o de la clave para abrir su cuerpo o su corazón”. 

La carta del feminismo 

En sus historias, La China usó la carta del feminismo como jugada para protegerse de los agravios que estaba recibiendo: “Parece que es más creíble para esta sociedad, sabiendo cómo se manejan ellos siempre, que yo sea la mala, la que engaña y no la engañada. Es más fácil pegarme a mí, para descargar. El costo de sostener la imagen de una familia feliz lo pago yo, no el hombre que fue irracional o tuvo un desliz. Todos quedan bien parados”.

“No comencé, no alenté y no provoqué la situación. No voy a hacerme cargo por mí y por todas las mujeres que son usadas y juzgadas siempre de las actitudes de conquistadores seriales que tienen aprendidas estos varones y que después saben bien esconder”

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Cuando la actriz publicó el escrito, muchos usuarios de redes dijeron: “Uy ya usó la carta del feminismo”. Y sí, cómo no usarla cuando estás siendo denigrada por vivir un deseo y se te juzga solo a vos y no al que tiene el compromiso. El feminismo es ese movimiento político que promueve la emancipación y la transformación de las formas de opresión, dominación, segregación y otras violencias específicas que sufren mujeres y disidencias no solamente por parte de un varon cis heterosexual, sino de un sistema que tiene reservas con unos y no con otros. 

La China usa la carta del feminismo y que todas tenemos acceso a ella. ¿Lo usa para sí misma? Sí, porque experimenta un entramado de violencias mediáticas a las que fue sometida sólo por vivir el deseo.

Responsabilidad afectiva, vínculos y acuerdos

Sin dudas, la infidelidad nos atrapa. Seguir la trama de nuestra farándula de cerca nos hace sentirnos conectados con historias personales. El debate sobre los vinculos sexo afectivos estan a la orden del dia: que si somos dos, somos monogámicos o abiertos, que quizas a veces somos tres, que podemos ser diez o veces uno.  

La psicóloga y sexóloga Lucrecia Guerra aclaró, en diálogo con este medio, que “el sexo es todo lo que involucre el encuentro erótico, íntimo, entre 2 o más personas lo es, no importa la vía (cuerpo a cuerpo, mensajes, audios, llamada o videollamada)” y que todas las partes involucradas “son responsables del o los encuentros. No hay alguien que tenga más responsabilidad”.

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Ilustración de Doña Batata

“La infidelidad no la define ni la iglesia, ni el Estado, ni la vecina, ni mi tío Raúl. Lo definimos y acordamos en pareja, dentro del vínculo, de la relación, del equipo, o como prefieran llamarle. Y los acuerdos siempre son explícitos, sino no son acuerdos, son solamente suposiciones, interpretaciones y expectativas”, explica. 

Además, Guerra profundiza sobre el concepto de “responsabilidad afectiva”, un término muy usado que involucra la sinceridad y el cuidado del otro, otra, otre, con el que se construye el vínculo. 

“La responsabilidad afectiva también está en  plantear si el o los acuerdos ya no me satisfacen o me incomodan, revisarlos, replantearnos conjuntamente. No cortarme por mi cuenta, porque ahí dejo al otre por fuera de la decisión, sin la información completa para decidir libremente si quiere continuar o no con un cambio de términos”, detalla. 

Deseadas pero deseantes 

“Para el patriarcado somos las putas, las zorras, las malcogidas, las frígidas, las mojigatas, las robamaridos, las aburridas, las avasallantes, las mujeres de, las cornudas, las trepadoras/oportunistas, las botineras/grupis. Hagamos lo que hagamos, el odio siempre encuentra la forma de abrirse paso contra nosotras” expone la sexologa,

Este odio toma muchas formas, “a veces en forma de crítica, de amenaza de exposición, de exposición propiamente dicha, de insultos, de culpas, entre otras tantas variedades de violencias”, agrega. 

“Las mujeres somos pasibles de ser deseadas (o no, cuando no encajamos), intercambiadas como mercancía, tratadas como objetos o partes de cuerpo aisladas para el goce propio, y descartadas. Pero casi nunca deseantes. Ya sea que se trate de desear a otres o desearnos a nosotras mismas, aún es tabú, aún nos está vedado en cierta forma y tiene un costo altísimo (eso se ve multiplicado cuanto más grande es el nivel de exposición y más llegada tienen los voceros del odio a los que les toque atenderte esta vez)” finaliza Guerra.

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La China es una mujer deseante y paga el costo de serlo. Pero no nos corresponde señalar a víctimas y victimarios sino más bien al modelo destructivo que promueve los ideales de belleza hegemónicos y que deja afuera a otras representaciones con propuestas de parejas poliamorosas, no heteronormadas y no reproductivistas.

Dar el salto para no seguir con la reproducción de la violenta frase: “De mi familia me encargo yo, de las putitas la vida misma” para no volver siempre a esos lugares para las que fuimos relegadas como las del objeto, la reproducción, el mandato y la sumisión.

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