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La película chilena, dirigida por Sebastián Lelio, protagonizada por la actriz transgénero Daniela Vega y ganadora del Óscar a mejor película de habla no inglesa, se proyectará desde el próximo jueves en la sala de cine regulada desde el Ente Cultural de Tucumán. Desde La Nota te compartimos una reflexiva reseña.
Por Sara Martínez Ruiz
‘Una mujer fantástica’, hermosa radiografía de la diversidad femenina con una Daniela Vega extraordinaria
Una cascada imparable rumbo al vacío bombea agua poderosamente con una fuerza magnética. Orlando, un encantador impresor textil cerca de la jubilación, busca sin éxito el regalo de cumpleaños de la joven Marina, que sabe que dejó en alguna parte y que, como un presagio, augura un futuro de búsqueda. Ella sopla las velas en un ambiente familiar, aunque rodeada de desconocidos, y, como éstas, su amor se apaga en la noche, dejando su estela cálida y aromática sobre un lecho aún latente.
La desaparición de Orlando arrancará a Marina, la protagonista de ‘Una mujer fantástica’, de su confortable vida en las sombras de la noche y el anonimato, arrastrándola de ese espacio privado en la penumbra -cuyos únicos focos son los del espectáculo musical que ella misma conduce y no los de atención hacia su persona- y obligándola a mostrarse a plena luz del día ante los ojos escrutadores de aquellos que, por el contrario, se consideran “normales”.
Una Mujer Fantastica Poster
Marina y Orlando se aman. Se quieren como todos los enamorados a los que la vida les brinda una segunda oportunidad. Por eso, en su camino al hospital, entre el pánico y la inconsciencia, ambos ven esfumarse los planes para su nueva vida de forma tan repentina como el aneurisma de Orlando que nadie pudo ver venir.
La aterradora asolación del vacío existencial tras la pérdida de su pilar emocional desatará las aguas torrenciales, como esa cascada hipnótica y magnética que abre la película y cae poderosa sobre Marina, que comienza su lucha por el necesario periodo de duelo que le es negado, como primer paso en la búsqueda de su propia identidad.
Despedida y búsqueda
El duelo es una parte importante del proceso de transición hacia una nueva realidad que incluye la ausencia para aquellos que permanecen después de la pérdida. Cuando la familia de Orlando –sobrecogida por lo que ni ellos, ni tampoco Marina cabían esperar- se enfrenta a esta fase, con un componente tan auto-reflexivo, como de ritual social, cualquier voz disonante sobre la imagen fabricada del difunto, resulta incómoda. Y Marina, la novia transexual de un anteriormente marido y padre, es cortésmente invitada a mantenerse al margen.
Con la negación del derecho a la despedida, Marina empieza su particular cruzada para decir adiós al hombre al que ama y al mismo tiempo encontrar su sitio en la sociedad, que se esfuerza por mantenerla apartada y en la sombra. La privación de este derecho fundamental genera toda una búsqueda, no sólo física (del cuerpo del amante perdido), sino también de la propia identidad, que con la pérdida del amor y el apoyo diario, ahora se tambalea.
La de esta mujer fantástica, una soberbia Daniela Vega, es pues una historia de despedida y búsqueda. Despedida como primer paso para la asimilación y superación en primera persona; búsqueda como exteriorización de esa transición del “yo” al “ellos” y la necesidad de, una vez desprendida del -todavía presente- ausente, encontrar su sitio en la sociedad.
Así, Marina recorre las calles de la ciudad en un continuo vaivén desesperado por seguir el rastro que aún conduce a Orlando y sobre su recuerdo construir los cimientos de su futuro. Un futuro que la incluya por sí misma y sin necesidad de sobreprotección dentro de unas convenciones sociales opresoras.
‘Una mujer fantástica’: cuando la incomprensión da paso al miedo, y el miedo a la crueldad
Muy probablemente porque la asimilación de la realidad fue pospuesta durante todo ese tiempo desde que Orlando presentó a Marina, la colisión con ella se hace más dura al conocer la trágica noticia de su muerte. Aquellos que nunca aceptaron que Marina era la persona que su marido, padre o hermano, había elegido para compartir sus días se la encuentran ahora de frente. Una realidad que les resulta demasiado incómoda para mirarla a los ojos.
Detrás de la incomprensión de esta familia considerada “normal” (más bien como sinónimo de convencional), asoma el miedo, y con él la ira. Una rabia contenida que necesita de una cabeza de turco para liberarse de sus temores y que, como válvula de escape, inevitablemente se torna en violencia, que desemboca en ensañamiento y crueldad. Así Marina pasa de viuda a blanco de todas las sospechas.
Lejos de señalar a nadie con el dedo, la película ahonda sobre la violencia soterrada en infinidad de actos cotidianos del espacio público y privado que no incluyen al que no se encuentra dentro de la zona de confort de lo considerado común y correcto. De una forma discreta pero efectiva, esta mujer fantástica arrastra al espectador en su batalla para mantener la dignidad que tratan de arrebatarle, como si de una delincuente se tratara.
Perseguida por unos familiares guiados por el impulso emocional, pero también por un sistema policial que, consciente o inconscientemente, criminaliza lo no etiquetable como correcto, Marina se ve empujada hacia una lucha que ella no ha iniciado, para librarse de una serie de vejaciones constantes perpetradas en nombre del “bien”. Así, entre el pudor de no ser quién para emitir juicios de valor y la impotencia de quien presencia una injusticia, ‘Una mujer fantástica’ coloca al espectador en la piel de esta atípica mujer sometida a un abuso continuo.
La sutileza en la puesta en escena para abordar un discurso efectivo
‘Una mujer fantástica’, sin embargo, no es una historia de víctimas; es una historia sutil de inadaptación de una mujer que no se ajusta a los cánones de lo que se espera de ella. En una sociedad regida por el blanco y el negro, el bien y el mal, lo masculino y lo femenino, encajar la ambigüedad resulta un esfuerzo añadido que, bajo la tensión de circunstancias excepcionales, acaba haciendo estallar la cara aparente de lo políticamente correcto.
Sutil y poética, ‘Una mujer fantástica’ es un relato incisivo, pero sin subrayados; un discurso revelador, pero sin estridencias. Con una puesta en escena tan hermosa como simbólica, encabezada por unos magníficos títulos de crédito multicolor -anticipo estilístico del film-, destaca su fotografía en la que cada plano, aunque sencillo, encierra todo un significado en sí mismo, de forma perspicaz y lejos de toda pretenciosidad.
Efectivamente, la sutilidad es marca de un cineasta que, tras la estupenda ‘Gloria’ (2013), nos aproxima ahora a un nuevo retrato de la feminidad al margen de lo aceptable por la sociedad. Así como hiciera en su anterior trabajo, Sebastián Lelio nos brinda ahora otra radiografía de la diversidad femenina, empoderada y fuerte, pero vulnerable al mismo tiempo. Una mujer con matices y contradicciones.
Como ya ocurriera en su anterior propuesta, dominada en gran parte por la enorme presencia de una extraordinaria Paulina García, en esta ocasión el peso total y absoluto de la obra recae sobre los hombros de una genial Daniela Vega y evidencia la maestría de Lelio en la dirección de actores.
Estrenada en Berlinale, donde cosechaba el Oso de plata a mejor guión –coescrito entre Gonzalo Maza y el propio Lelio-, ‘Una mujer fantástica’ es otro de los grandes éxitos del cine chileno contemporáneo. Bella e inspirada, optimista pero cruda, una fantástica aproximación a la feminidad transexual como parte de la cotidianidad del ciclo de la vida.