Última función de “Cómo casi siempre al principio”

Tres generaciones de artistas escénicos, consagrados y emergentes de la provincia, llevan a escena un verdadero drama compuesto de distintas narrativas, pero que interpela a través del humor. Este sábado a las 22hs.

Con las actuaciones de Tuly López, Guido Guerrero, Claudinna Rukone, Manuel Villarrubia, Armando Díaz, Lula Olivera y Kikín Díaz, la celebrada obra teatral Cómo casi siempre al principio, dirigida por Pablo Parolo, quien también actúa, tendrá su última función en La Gloriosa Sala Teatral (San Luis 836) este sábado a las 22.00 hs.

Tres generaciones de artistas escénicos, consagrados y emergentes de la provincia, llevan a escena un verdadero drama compuesto de distintas narrativas, pero que interpela a través de un descollante humor. El mismo remite al Génesis de las sagradas escrituras de la Biblia, pero lo hace introduciendo múltiples elementos y acciones propias del teatro para dar cuenta de sí mismo. Se trata, entonces, de una obra autorreferencial.

El texto surgió a partir de una adaptación que hizo el profesor, actor y director de teatro, Pablo Parolo, alrededor de un texto del dramaturgo húngaro, de principios de siglo XX, George Tabori. Distintos pasajes bíblicos, como el Sacrificio (asesinato, felicidio) de Abraham a Isaac, la crucifixión de Jesucristo, la imagen de la Piedad y el asesinato de Caín a Abel, funcionan como paralelismos poéticos que ponen de relieve diversas características que revisten cierta parte de la identidad del teatro tucumano actual.

Así, a partir de una evidente analogía con la Biblia, el machismo y el patriarcado, la heteronorma, la corrupción y burocracia de las instituciones y el señalamiento de varios personajes de la provincia, quedan de manifiesto en esta producción escénica. “Tanto el trabajo teatral como las vidas de las personas aparecen como recreaciones, reescrituras, variaciones de los moldes bíblicos”, señaló Parolo.

“La creación teatral es analogada con la creación del mundo; cada día, a cada momento, el hombre vuelve a ‘inventar’ el amor al prójimo, la piedad o el odio; cada día el hombre vuelve a ser expulsado del Paraíso, a repetir la historia de Caín y Abel o la crucifixión de Jesús. El teatro vuelve a ‘crear’ el mundo. La constante última, la más profunda de esa sintaxis es el crimen o la muerte, razón por la que el personaje de María se empeña en limpiar un recurrente rastro de sangre que se renueva constantemente en el centro del escenario”, concluyó su director.

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