Tribuna y subversión

El amor como un acto subversivo.

A mi punto, lo mejor de la primavera es que podés andar de bermuda. El clima cálido me parece re punk. No calculé las marquitas a mi caballo en lo de los prejuicios de moda, corrí como pude a la calma del placer, tan radiante como esas primicias que la ciudad destapa alocadamente. Un grupo de chicos de Gaza cantaban una canción donde estimulaban la conciencia del ser, mientras practican parkur entre la desdicha, ríen por sobre los escombros. Como intimidando al terror*1. La excelencia de la estupidez es presumir los prejuicios, esa maquinita provocadora. Delante de la noche y sus ocasionales pasajeros una esquina convida nafta desde una ventana portátil. Quizás por eso no me gusta usar reloj. Como una arenga la duda no revolucionaria volantea las calles, exigiendo la barbarie. Sabiendo que la mayor inseguridad para una sociedad es la desigualdad, los costos al capricho de la indiferencia se llevan puesto varios esquemas. Si el sálvese quien pueda es la otra pata del algo habrán hecho, el andar de aquel nunca más debe sostenerse con un que se vayan todos. Hoy más que mañana, por ayer, digo. La salvajización de lo diferente circula como trayecto de vida en un conjunto de individuos capaz de reconocer el deplorable estado de salud mental de la sociedad postcapitalista pero incapaz de asumir dicha interpretación desde el concepto “seres en constante transformación”*2. Manifestando el calamitoso resultado que los estragos de la planificación del caos generaron. “Subvertir el pensamiento dominante, mostrarse abierto a nuevas formas del pensar… se trata de rupturas democráticas, procesos de emancipación y justicia social”*3, pues entonces reforzando estas ideas pensar las hinchadas de fútbol como colectivos contraculturales es un pensar subversivo. “El mayor logro del Capitalismo fue cotidianizar el desprecio”*4. En momentos donde la postura es la libre circulación del terror, amar es un acto de extrema belleza, un acto subversivo. El nombre de Marcelo Amuchástegui en el mundo del tablón no es un nombre más, su historia aporta a los fundamentos para pensar que verdaderamente un mundo justo es posible. Un mundo donde quepan todos los mundos. “Una vez llegó en una camioneta y repartió zapatillas a los pibes, les habilitó unos mangos para comer y les dijo que fuesen a sus casas y no fueran a la cancha, a pasarla bien con sus familias”*5. Las palabras de un hincha que admiraba la valentía de quien sigue siendo un referente, no sólo entre los hinchas de Gimnasia de La Plata sino también en quienes pensamos que el fútbol no debe ser el regocijo de “profesionales del discurso”*6. El loco Fierro fue asesinado en un episodio para algunos confuso, para quien escribe este artículo, claro: referente del grueso de la hinchada del lobo platense, con una hermana detenida desaparecida y él también fugitivo y en la clandestinidad de esa cacería; de más están las especulaciones. El hincha o la hincha de fútbol puede estar ahí, en ese acto de amor que plantea Jean Maristan “su fuerza destructora se dirige contra el cálculo, el interés, la manipulación…”*7; donde algunos sectores de la sociedad dijeron que había peligro, se produjeron genocidios, el mismo sector de la sociedad identificado con valores postcapitalistas muestran un fundamentalismo obsceno, pendiente de violentar la decisión de la otra persona desde las modernas prácticas de tortura de los sectores conservadores; no sólo la violencia psicológica de algunos medios de comunicación que comercializan la información en los centros clandestinos de detención del pensamiento, sino además ejerciendo la labor de nuevos grupos de tarea ultra lumpen (véase la conducta de algunos sectores de los espacios proaborto clandestino). Entender la realidad de una sociedad como un enfrentamiento de prejuicios y no como una necesidad de practicar el debate de ideas, certifica la cultura del desprecio como un fin, algo que en las canchas de fútbol desde distintos espacios, viene siendo repudiado. Aferrarse a ese gol infinito, insofocable. La entonación que ya lleva casi diecisiete años fue cantada desde el tablón de la libre interpretación. Hace unas semanas Juan Carlos Monedero hacía referencia al envejecimiento de los partidos tradicionales en Argentina, haciendo referencia a la sesión en la Cámara de Senadores con respecto a la Ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo, sin conocer quizás que lo que él reconoce como un gesto de envejecimiento de las estructuras tradicionales desde aquel 19 y 20 de diciembre del año 2001, nosotros podemos afirmar que dejaron de existir. Había buscado entre algunas canciones del disco Tercer Arco un libro para hacer referencia a de qué manera podríamos pintar nuestros trapos a la hora de vivir, sólo recordaba el trayecto desde Tucumán a la cancha de Central mientras hablaba de “borradores sobre la lucha social y la autonomía” mientras aguardaba la llegada a la posibilidad del goce. El cuadro que trasciende día a día los palcos donde nos miramos pueden llevar siempre una bermuda entre algunos discos, libros y un par de chocolates.


*1 Parkur en Gaza. Documental.
*2 Utopías y anarquismo. Víctor García.
*3 Diario Chile 17/12/2015. Pensamiento subversivo. Marcos Roitman.
*4 Pedacitos. Walter Juárez.
*5 Loco Fierro. Documental “Tablón tripero”
*6 Concepto utilizado hacia mediados de la década del 1980 para identificar a los responsables del Banco Mundial en aprobación de los programas educativos en Argentina.
*7 Amor libre. Eros y anarquía.

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