Todas somos Ayelén y necesitamos justicia

Este lunes comienza el juicio por el transfemicidio de Ayelén Gómez. Escribe Florencia Díaz, amiga y compañera de la joven de 31 años asesinada en 2017 en el Parque 9 de Julio.

A veces las personas se van, 
y una 
siente que quedan cosas por hacer, por decir 
todavía

Conocí a Ayelén trabajando en las calles, con 14 años. Compartimos risas, charlas, momentos duros en esas noches que pasamos sin ser conscientes a todo lo que estábamos expuestas. Éramos dos adolescentes que tendríamos que haber estado estudiando, acompañadas por nuestras familias, amigas y amigos, viviendo como la mayoría de las personas. Pero nos tocó otra historia. Nos tocó ser trans. Ser trans en una sociedad machista cis hetero patriarcal que nos impulsaba directamente a la prostitución para poder sobrevivir. No hace mucho tiempo atrás, las mujeres trans no éramos reconocidas ni legal, ni socialmente como personas. 

Actualmente, esta sociedad binaria sigue dejando a las mujeres trans en un lugar vulnerable, la marginalidad. Ahí, donde las violencias son constantes y naturales para nuestra cotidianidad. 

Unos días antes de su asesinato me la cruce después de más de 20 años. Ella me gritó mi nombre, como reconociéndome. En seguida, con una sonrisa en su cara, me dijo: – ¡Soy Ayelén!

Claro, que me sorprendí al verla ya como una mujer, porque cómo dije antes éramos sólo unas niñas cuando nos veíamos con más frecuencia

Me contó que seguía trabajando y que tuvo problemas con la policía. Me dijo que se iba a trabajar al parque 9 de julio. Me dió un abrazo con tanto cariño, que es como quiero recordarla siempre. 

Sólo unos días después fue encontrada muerta en ese mismo parque. 

A Ayelén la violaron, la golpearon, la torturaron, la asfixiaron con tierra, arrebatándole la vida. Aunque no puedo evitar pensar que a nosotras nos arrebatan la vida desde que nos hacemos visibles. 

El asumir tu identidad de género no puede ser más el motivo de despojo familiar, religioso e institucional, ni la ruptura de vínculos con tus amistades, ni la condena a una presión social heteronormativa que nos lleva a la marginalidad. Se necesita tomar conciencia que tal presión nos lleva a no vivir más de 40 años, a no tener trabajo, a vivir tristes y solas muchas veces, y eso no está bien. Hay que desmontar y curar esa transfobia y misoginia cultural de nuestro Tucumán. 

Diseno sin titulo

Tucumán: me hiciste ir presa por ser una mujer trans, me hiciste conocer la violencia como en ninguna otra parte. Me han violado y golpeado más de una vez. Tucumán me viste nacer y crecer, pero a mi como a tantas otras me quitaste la posibilidad de ser niña, me robaste mi adolescencia. Obligándome a hacer cosas que jamás imaginé, como pasar noches enteras en la calle, tener hambre y que mi vida se llene de soledad. No guardo rencor, a mi manera pude trascender, cambiar mi vida. 

Yo también soy Ayelén. Ayelén es parte de un colectivo que, por más apedreado que fue y es, sigue en la lucha por la igualdad de derechos para las nuevas generaciones trans. Ayelén somos todas las mujeres que recibimos violencia y que necesitamos justicia. Necesito sentir que Tucumán cambie, sentir que es un lugar que me protege a mi como a todas las mujeres. Justicia por Ayelén.

Flor Díaz

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