Durante esta mañana, Ruth Zurbriggen, activista de La Revuelta en Neuquén y de Socorristas en Red (feministas que abortamos), expuso en el Congreso en la 13° audiencia por el debate sobre la despenalización y legalización del aborto.
“Escuchen a quienes abortan, hagan audible sus narrativas, aprenderán que hay una constelación llena de vida en esas decisiones.”
“Queridísimas Dora Coledeski y Lohana Berkins, ¡seguro estarán acá!
Gozando tanto como nosotras de este tiempo en el que la sensibilidad despenalizadora y legalizadora avanza de manera imparable.
Hay aborto en las casas, en plazas, en medios de comunicación, en escuelas, universidades, en salas teatrales, en centros de salud, en hospitales… y ahora hay aborto en el Congreso Nacional.
Soy activista e investigadora feminista, acompaño desde hace 8 años a mujeres en procesos de aborto. Me animan y sostienen acá mis compañeras socorristas con las que todos los días pensamos y actuamos en temas que rodean al aborto.
También muchas otras organizaciones del país que dan información y generan modos de acompañamiento. Las y los profesionales garantistas de derechos.
Innumerables experiencias de acompañamientos de América Latina y el Caribe. Todas anudadas a genealogías de feministas de otras décadas y en diferentes geografías.
Y por encima de todo me animan y sostienen acá las conciencias y las convicciones de quienes abortan.
No vengo a hablar por las mujeres que abortan. Sería imposible y hasta autoritario.
Hablo sí a través de aquellas a las que acompañé y acompaño. Ellas, tan generosas, me compartieron parte de sus vidas cuando decidieron abortar.
Aprovecho esta tribuna para hacerles saber que me permitieron ensanchar las maneras de pensar los embarazos, los abortos, las maternidades. No me queda más que agradecerles por eso.
Son mujeres que llegan a nosotras de múltiples maneras. Y sucede que cuando nos encuentran -en general- ya dimensionaron todos los problemas que la decisión de abortar acarrea.
Acompañando, aprendí que: abortar y no abortar son decisiones complejas.
No nos engañemos con mundos idílicos que no existen, la experiencia humana es compleja per-se.
Y como parte de esa complejidad reconozcamos que cada aborto es un mundo singular, en cada aborto se pone en juego la politicidad de nuestra existencia.
Abortar es también una decisión responsable.
Abortar es una decisión vital.
Abortar implica elegir la vida de determinada manera.
Eso queremos: que cada persona tenga la oportunidad de elegirse a sí misma y a su vida.
Este debate es histórico e inédito. Estamos hablando de aborto en voz muy alta.
Y lo traemos al Congreso, como lo que es: cotidiano, persistente e insistente.
Los sectores antiderechos traen a esta sala argumentos que rayan con lo grosero y con la crueldad. Está visto que en temas tan controversiales -aun en democracia- hay diálogos y escuchas imposibles.
Lo experimentamos en debates sobre la ESI, Matrimonio Igualitario, Identidad de Género. Lo demuestran con sus ideas de retrotraernos en este tema a antes de 1920.
No pueden escuchar los deseos de las protagonistas que de todas maneras interrumpirán embarazos. A veces temo que nos odien, los posicionamientos regidos por el ADN patriarcal son de odio.
Acompañar abortos es un arte. Implica desplegar una ingeniería creativa y potente. Nos desafía a armar redes de cuidado, en las que construimos saberes y recuperamos otros.
Todos los ponemos a disposición en este debate social.
-1- Escuchar es un acto poderoso.
El devenir socorrista se hace de escuchas para acompañar.
Las socorristas estamos aprendiendo a escuchar. En esas escuchas también desarticulamos nuestros propios prejuicios.
-2-El aborto se hace de tramas, de componentes que entran en relación.
La pregunta sería ¿cómo entramos en esa relación?
¿Juzgando a quienes deciden abortar?
¿Dando hospitalidad a esa decisión?
¿Votando por legalizar?
¿Votando para mantener el aborto clandestino?
Nos proponemos hacer del acto de acompañar abortos, una acción cargada de belleza y amorosidad. Esto en sí mismos es virtuoso.
Sin embargo, es indudable que no alcanza ni alcanzará nunca con nuestro hacer.
Además, la criminalización afecta la autonomía, estigmatiza, discrimina, produce negociados con el aborto clandestino y consecuencias para la vida y la salud de las mujeres más empobrecidas.
Se trae a este debate un cuestionamiento sobre estadísticas producidas por reconocidos organismos internacionales que tienen impacto en las indicaciones de la Organización Mundial de la Salud y sobre las estadísticas del Ministerio de Salud de la Nación. Ponen en duda cuántas mujeres abortan por año en Argentina y cuántas mueren por ello. Y lo hacen sin evidencias, valga la aclaración.
Digo: así fueran diez, cien mil, uno, quince los abortos por año; así no hubiera ni una, ni una consecuencia en la salud de quienes abortan, así no contáramos ni una muerta por abortos inseguros, ni una muerta…
¿Saben qué? De todas maneras, tendría que ser legal, seguro y gratuito como proponemos desde la Campaña Nacional.
Es que la maternidad forzada implica someternos a vivir en una zona de castigo y de riesgo.
A las y los diputados:
Que no los gane la pasión por la ignorancia.
Escuchen a quienes abortan, hagan audible sus narrativas, aprenderán que hay una constelación llena de vida en esas decisiones.
Hagan otra historia.
Den una respuesta ética y política:
-Que muestre que las mujeres les importan y que no quieren abandonarlas.
-Que muestre que confían en la capacidad humana de toda persona capaz de gestar para resolver el conflicto que tenemos cuando no queremos continuar con un embarazo.
Somos ambiciosas.
Deseamos un estado que mediante la aprobación de la Ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo nos acoja bajo un cielo donde nuestras decisiones de vida no sean menospreciadas ni juzgadas.
Donde nuestras decisiones se escuchen, se piensen, se respeten, se abracen.
Porque saben ¿qué?
¡Nos lo merecemos!
Así de simple, así de complejo, así de político. ¡Nos lo merecemos!
Por último:
Conforme damos este debate, lo sabemos, todos los días hay quienes tienen urgencias por abortar.
¡Acá estamos! Somos muchas y muchos acompañando y garantizando derechos.
Es que ya lo aprendimos: este mundo puede ser un poco más humano y amoroso sabiendo que multiplicamos los afectos y que nos tenemos entre nosotras.
¡Muchas gracias!”