Raquel Grassino es docente, militante y candidata a diputada nacional por Tucumán de Política Obrera. Su recorrido está marcado por la defensa de los derechos laborales y su participación en el movimiento de docentes autoconvocados que irrumpió en 2020. Desde allí, su voz comenzó a crecer como referente de la lucha por salarios dignos y por una organización independiente de los trabajadores frente a los gobiernos de turno.
En diálogo con este medio, Grassino reflexiona sobre la crisis política y económica de Argentina, el endeudamiento externo, los desafíos en Tucumán y el rol de la juventud en este escenario.
Para empezar, ¿cómo resumirías tu recorrido político hasta llegar a esta candidatura?
—Soy docente y desde mis primeros pasos en la enseñanza me involucré en la defensa de los derechos de los trabajadores de la educación. En 2020 fui impulsora, junto a la agrupación que integro, del movimiento de docentes autoconvocados que se transformó en el más multitudinario de los últimos años en Tucumán, enfrentando el desconocimiento de derechos salariales impulsado por el entonces gobernador Juan Manzur. Ese movimiento mostró la fuerza de la organización desde abajo, a partir de asambleas, y dejó en claro la distancia entre lo que aspiramos los trabajadores y las direcciones sindicales alineadas con los gobiernos. Esa experiencia fue decisiva para que Política Obrera me propusiera esta candidatura.

—¿Cómo evalúas el endeudamiento actual del país y su impacto en la vida cotidiana?
—El problema de la deuda no empezó con este gobierno, pero este lo llevó a un extremo. Argentina está sometida al capital financiero internacional. Y no se trata solo de Javier Milei. Todos los partidos tradicionales comparten la idea de pagar una deuda usuraria que hipoteca nuestro futuro. Desde Política Obrera planteamos el repudio y desconocimiento de esa deuda, porque nuestro país tiene recursos para sostenerse sin estar subordinado. Hoy todo lo que producimos se destina al pago de la deuda: se ajusta en salud, educación, jubilaciones, salarios, para garantizar el superávit fiscal. Eso es insostenible.
—¿Qué mecanismos de control o participación popular creés necesarios para salir de esa lógica?
—No se trata de parches. Necesitamos una organización propia de la clase trabajadora, con un programa que parta de reivindicaciones elementales: un salario que cubra la canasta familiar, jubilaciones equivalentes al 82% de ese valor, seguro al desocupado del 80%, presupuesto real para salud y educación. Nada de esto va a venir de arriba ni de los partidos tradicionales. La salida está en la organización de los trabajadores en un partido independiente.
—En Tucumán, ¿cuáles considerás que son los temas más urgentes?
—Primero, un aumento de emergencia del 100% de los salarios y jubilaciones, para que al menos se acerquen al costo de la canasta familiar. También es urgente asegurar presupuesto efectivo para educación y salud. Hoy, la mitad de los trabajadores tucumanos son precarizados y muchos deben emigrar para subsistir. Además, el gobierno local aplica despidos y suspensiones, imponiendo un verdadero estado de excepción. Tucumán refleja en pequeño la ofensiva contra los trabajadores que se vive en todo el país.
—¿Qué mensaje darías a los jóvenes, a los trabajadores informales o a quienes no se sienten representados por los partidos tradicionales?
—Es comprensible que sientan que ninguna alternativa los representa. El peronismo y los nuevos partidos del sistema han fracasado en dar respuestas, y muchos de ellos han gobernado en contra de los trabajadores. Nosotros proponemos organizarnos de manera independiente para abrir paso a un verdadero gobierno de trabajadores, que impulse la industrialización, la independencia nacional y una democracia política efectiva. Nuestro llamado es a que la juventud, los informales y toda la clase trabajadora se sumen a esta construcción.
Nota realizada en el marco de un acuerdo de publicidad con Política Obrera.