PORTADA 8

Para hacer frente al bullying hay que aplicar la ESI

Una niña de 9 años está internada luego de un intento de suicidio. Su familia dice que la razón fue el hostigamiento que sufría en la escuela, donde la agredían haciendo referencia a su pelo y su color de piel.

En declaraciones a los medios, el abuelo de la niña comentó que en el curso jugaban un juego que incluía desafíos y retos. Mencionaron el nombre “Roblox”: una plataforma en línea donde millones de personas, en su mayoría niños y adolescentes, juegan y crean sus propios juegos. También a partir de esta plataforma, en varios lugares del mundo, surgieron situaciones complejas de violencia, acoso, grooming y vulneración de derechos.

Un grupo de trabajadores de Uber Moto, compañeros del padre de la niña, se manifestó frente a la escuela para pedir que se tomen medidas contra el bullying.

“Les pido que cuiden a sus hijos”, dice la abuela de la niña entre lágrimas. Su abuelo, por su parte, le pide al gobierno que no piense solo en las elecciones y que tome cartas en el asunto. También relató que la niña dejó un mensaje escrito: “yo no miento”, en referencia a que lo que estaba viviendo era real y no una mentira o exageración, como el mundo adulto le quería hacer creer.

El nombre y las fotos de la niña se esparcieron en redes sociales. Su madre y su padre son trabajadores informales y sus abuelos salieron públicamente a respaldar el reclamo. La privacidad ante las tragedias es un privilegio de clase: cuando lo terrible e injusto sucede a familias trabajadoras, el único modo de hacerse escuchar es mostrando todo.

¿Por qué es necesaria la ESI?

El bullying no es una práctica sola ni ejercida por monstruos, es resultado de la convivencia escolar y de múltiples factores sociales. Cualquier persona en su trayectoria escolar puede sufrirlo y también cualquier grupo de estudiantes puede llegar a ejercerlo. Las lógicas de los grupos humanos se instalan de modo sutil y volátil. 

La Educación Sexual Integral es la herramienta pedagógica para prevenir el bullying, porque crea espacios para hablar de lo que nos pasa y da recursos para nombrar prácticas discriminatorias. Durante años difamaron a la ESI diciendo que sexualizaba a las infancias, cuando en realidad está comprobado que brinda recursos para vivir, para pedir ayuda en caso de violencia y para poner en palabras lo que sentimos.

No podemos cansarnos de repetir los ejes de la ESI: ejercer nuestros derechos, valorar la afectividad, reconocer la perspectiva de género, cuidar el cuerpo y la salud, y respetar la diversidad. Ninguna persona que valore la vida y los derechos humanos puede estar en contra de esto.

Cuando las desgracias ocurren, se inicia un juego perverso que reparte culpas: al Ministerio de Educación, a los docentes, a las familias e incluso a los propios niños, niñas y adolescentes. Pero la culpa no genera soluciones; el espanto, tampoco. Necesitamos hablar de responsabilidad y de políticas públicas sostenidas.

El Sistema de Protección Integral de Niños, Niñas y Adolescentes establece responsabilidades compartidas entre todas las instituciones y el mundo adulto. La ESI es una de esas responsabilidades. Para ello se necesitan equipos técnicos formados que acompañen a las escuelas, formación docente constante y gratuita, y espacios de diálogo con las familias (algunas pocas escuelas tienen talleres de “ESI para familias”). Todo esto requiere presupuesto, voluntad política y un Estado presente.

En tiempos de discursos de odio, racismo y violencia en entornos digitales, la ESI cobra doble importancia. No se trata solo de un equipo de gabinete, ni de mandar a niños al psicólogo, y mucho menos de pelearse entre familias o entre madres, padres y docentes.
La solución es la implementación real, efectiva y sostenida de espacios pedagógicos de escucha y enseñanza para toda la comunidad educativa. No sirve cargar la culpa sobre docentes puntuales de una escuela por este hecho lamentable, pero sí se pueden tomar medidas como Estado para que no vuelva a suceder.

El Estado nacional no hace nada porque el gobierno de Milei se declara en contra de la ESI. Las posturas conservadoras no brindan recursos para enfrentar el presente en las escuelas. El silencio, el tabú y la obsesión contra la diversidad sexual dejan desprotegida a la comunidad educativa. Cuando no se habla, los problemas no desaparecen: más bien se fortalecen y terminan explotando como una gran olla a presión.

Queda entonces en manos del Estado provincial implementar la ESI. No alcanza con rezar para que la niña mejore —como expresó la ministra de Educación Susana Montaldo—.

Necesitamos volver a comprometernos comunitariamente en el cuidado de las infancias y adolescencias. Cuando se habla de “romper todo”, cuando se descalifica a quienes tienen formación en género y diversidad, cuando se ataca la ESI y se silencian los espacios pedagógicos, se deja desprotegidos a quienes más nos necesitan. Y cuando no se aplica la ESI, se nota. 

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