Diseno sin titulo 5 1

Lecturas de fin de semana | Las Guerras

Marea Emocional es un espacio de formación en la escritura narrativa coordinado por María José Bovi. En los talleres individuales la propuesta es de construcción de obra discursiva. En los grupales, se trabaja con diversas propuestas de escritura, entre ellas: Narrar Los Cuerpos, Prohibido No Mirar, Narrar Mi Memoria. En este espacio, compartiremos producciones escriturales de autores/as que se encuentran trabajando en dicho espacio y que serán ilustrados por artistas plásticos nucleados en la Editorial Garambainas.

La producción literaria en el NOA —y desde él— crece de manera exponencial, año a año. Esta sección se presenta como un espacio de publicación editorial, literario y escritural para difundir estas voces que se encuentran en trabajo de escritura, lectura y edición.

La ilustración de hoy es de Gonzalo Aguirre, santiagueño de 22 años dibujante y ecólogo en proceso.

Las Guerras

Hernán Gustavo

Hace 41 años, 144 días, 5 horas y algunos minutos todavía era lunes, el jacarandá estaba recién plantado y en un rincón olvidado del mundo se peleaban por unas islas. Los buques ingleses rodeaban las costas de las Georgias y los pibitos argentinos se replegaban hacia el interior de la isla San Pedro. Pasaron 496 meses con sus ciclos de comienzos y retiradas, con los cambios interminables del clima que siempre irritarán mi cicatriz.

Eugenia dormía después de muchas horas de trabajo de parto. La herida tardó algunas más en empezar a cerrarse, a hacerse costra. Eugenia siempre me recordará lo difícil que puedo ser, ¡lo jodido que sos a veces, Hernán! Llegué a un mundo en guerra y entré en sintonía con el conflicto. La lucha se me hizo signo indeleble del carácter. ¡Soy jodido! y no sólo a veces, y no es una pasión por lo bélico. Detesto la guerra. Esa continuación del capitalismo por otros medios donde se manda a obreros, a pibas y pibes a matar y morir. La guerra es la mano visible del mercado. Lo que me impulsa es otra clase de pelea, una pelea de clase, discutir lo importante, meterme en problemas. La lucha es una forma de que no se apague el fuego, o la urgencia por apagarlo y que nos quede algo de humedal, algún futuro de bosque.

LAS GUERRAS Gonza Aguirre

Pasaron 2160 semanas de ese 26 de abril de 1982. Muchísimos lunes de odiar el despertador, de querer apagar la semana y quedarme en la cama viendo aparecer las primeras rayas de sol. Muchísimas llegadas tarde, porque al conflicto le encanta lo intempestivo. Las discusiones con jefxs y profesorxs, con compañerxs que se enojan porque no entienden que vivo a destiempo. Llego tarde porque vivo tarde desde el día que entré a este mundo en guerra permanente, cuando el tejido rompió en herida que cerró con el mal tiempo y el descuido. La guerra me dejó un cráter en la piel con forma de estallido, de granada, de lava en lento derrame.

Ya van 15122 días de contienda. Claro que intenté otras formas, pero hay un deseo de no replegarme. Es que te gustan los problemas, me recuerda, en la escuela te ibas todo el tiempo del aula con cualquier excusa. En los trabajos hacía lo mismo. Iniciaba discusiones porque siempre va a haber algo por lo que reclamar. Ir a contramano es dirigirse al conflicto. A donde vaya me encuentro un combate por no aceptar que al mundo lo hicieron las guerras.

La cuenta sigue, son ya 362927 horas, 21.775.650 minutos y una insoportable cantidad de segundos. El reloj nunca frena, la cicatriz tiene también forma de reloj. Y la verdad es que ya no la aguanto. La incomodidad de tenerla se traslada a los demás, a lo que pienso, a lo que busco. Cuando se irrita, como ese primer lunes de hostilidades, vuelvo a conectar con mi enojo, hago un recuento de la bronca y la rabia es mi vocación. La rabia es mi compañera de lucha, también mi adversaria cuando combato conmigo, cuando asedia el buen tiempo, el humor y la calma. Lo cambia todo para volver a meterme en la guerra. 

A esta tormenta de años también le acontecerá una calma. En las grutas de la herida mal curada se convocará a la ducha fría, las cremas, lo que sea que calme el ardor. Las palabras pueden ser un gran bálsamo. Me quemé con el fuego del combate, un fuego amigo de la derrota. ¿Será por eso que también me repelen las victorias? Vencer nunca es un desenlace posible en las guerras. Lo mejor que se puede hacer con la patria es traicionarla. Por eso intento la fuga. Desertar durante el auge de las banderas y los festejos mundiales. Desertar del orgullo de lxs terratenientes y delimitadores de la tierra. Hacer una cartografía de mi cicatriz para inventar un territorio sin dueños. Una isla sin frontera ni buques ingleses, sin madre patria ni padre milico, donde pueda dormir hasta extender al infinito el fin de semana y la calma de las siestas.

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