Esta nota fue producida en el marco de las prácticas profesionales de la Cátedra de Comunicación Alternativa de la Carrera de Ciencias de la Comunicación de la Universidad Nacional de Tucumán. Por Priscila Córdoba y Ramiro Fares
La desesperanza prolifera en el imaginario social como una bruma apremiante. El contexto político y social entristece y preocupa. Pero en Tucumán aún existen puntos de alivio, de salvataje y resistencia hacia todo lo establecido. Uno de ellos se halla en la esquina Pringles y Chacho Peñaloza, en la localidad de Yerba Buena. De hecho, como en Roma, en la Taberna de Saturno y su biblioteca recaen casi todos los caminos por los que confluye la cultura alternativa. Es allí donde la cultura bulle y encuentra su máxima expresión.
Creatividad es una palabra que puede describir a La Taberna de Saturno, y la creatividad va de la mano con libertad, donde la mente y la imaginación se dejan llevar. No te preocupes cuando, luego de una fascinante presentación, en coro aclamen “espantoso”, eso significa que fue impresionante. Con una forma de comunicarse un tanto poética, su estructura pintoresca, intencionalmente antiestética (de aqui lo bello del lugar), acogedora, cálida y familiar, el espacio cultural ofrece un abanico de actividades y presentaciones: desde teatro, bufonerías, tarot, acrobatismo, hasta su CineCrot (una experiencia gastrocinéfila con películas de bajo presupuesto) o sus ediciones del Meollo Criollo (asamblea de discolxs, donde la estimulación se hace a través de la oratoria, pintura en vivo, crueldad y bebidas de autor) como también presentaciones de bandas locales de lujo de como el Contuvernio o La Llorona y su Jardín de Dragones.
Desde 2016 que La Taberna de Saturno, para suerte de una provincia, abrió sus puertas. Por otro lado, a días de cumplirse su decimotercer año (21 de noviembre) la biblioteca Popular Osvaldo Bayer tuvo su apertura a fines de noviembre del año 2011, gracias a las inquietudes políticas de un grupo de jóvenes, que entendieron lo político como el quehacer ciudadano y el encuentro con el otro. En el manifiesto liminar de la invitación a la apertura, ellos detallaron con ahínco: “[…] Este grupo de jóvenes militantes busca transformar la realidad desde la política, esta vez, bregando por la cultura, la educación y el acceso a la información”.
La biblioteca, en sus primeros años, funcionó en el Club Don Bosco Oeste en el Barrio de Villa Luján, hasta que las instalaciones fueron solicitadas, y decidieron —gracias a que varios de los que integran el espacio cultural de La Taberna eran también socios de La Bayer— trasladarla al mismo espacio físico. Desde entonces, ambos proyectos se fusionaron en busca de crear un refugio de la cultura under de Tucumán.
En diálogo con Matías Fourmantín, el gestor de La Taberna, nos comentA que “el rol que ocupan La Taberna y la Biblioteca es pensar y llevar a cabo actividades que no persiguen un fin comercial primordialmente, sino que sus intereses están en otros caminos al albergar manifestaciones o expresiones artísticas que no tienen mucha cabida en otros lugares”.
También nos relata que la cultura alternativa no tenía el reconocimiento que merece, pero que, sin embargo “esto se fue emparejando con la democratización del acceso a la información y el auge de las redes sociales. Ahora hay más canales de difusión y fuentes de información, medios alternativos, comunicadorxs y públicos que se interesan en este tipo de lugares”.
La casa del “artivismo”
En La Taberna de Saturno no solo habitan fuerzas contrahegemónicas, sino que se entiende al arte como una forma bellísima de hacer política; entonces no es solo el alivio pasivo del apremio contextual, sino que también es el núcleo de una resistencia activa. Es la voz de una parte de la juventud materializada en piezas artísticas.
“Hay que sortear la angustia y la pasividad para reflexionar acerca de qué tipo de políticas culturales queremos construir, qué tipo de proyectos culturales queremos apoyar o consumir. Siempre creí en el arte y la cultura como agentes transformadores de nuestras realidades, en una especie de artivismo”, explica Fourmantín.
Además afirma, en arrebatos enérgicos, que posicionarse políticamente es muy importante: “Particularmente, me formé en un entorno donde a muchas personas les faltaban familiares porque fueron secuestrados, torturados y/o desaparecidos y me duele que vean este presente. MEMORIA, VERDAD Y JUSTICIA siempre fueron bastiones de un consenso al que se llegó después de muchas luchas y que se pongan en duda duele mucho. A mí me atraviesa y me preocupa qué futuro queremos y la opción que ganó las últimas elecciones no creo que nos lleve a buen puerto con su discurso negacionista, o bajando el rango del Ministerio de Cultura; ningunear y desfinanciar institutos no creo que sea el camino a seguir”.
Ante todo esto, el rol de La Taberna no es estático. En palabras de José Félix Llomplat, integrante de La Llorona, comenta: “Me llamó la atención también el lado de experimentar y la variedad de propuestas que hay”. La experimentación es clave para el cuestionamiento de lo que sucede, permitiendo una ida y vuelta de ideas, pero no solo de los organizadores, sino que también entre el público y los artistas.
El público cumple un papel importante según Llomplat. “Es un gran transformador de la obra en vivo […] el público con la obra y el artista está en constante interacción y en creación”. Es como estar en casa, en un entorno familiar, lo que se exhibe, lo que se muestra y proyecta en el espacio de La Taberna y la Biblioteca pretende ir más allá que una simple estructura cultural. La integración, visualizada en la ornamentación y la energía de los anfitriones, genera un clima de comodidad y un sentido de pertenencia.
Al lado de este espacio bullicioso se encamina la Biblioteca Popular Osvaldo Bayer que ofrece los textos de resistencia, que de alguna forma en vez molestar la lectura, la vuelve estratégica para el cultivo y el accionar del pensamiento crítico y artístico. Un lugar inquietante, ideal para leer los manifiestos que contribuyen a la formación de la contrahegemonía.
De Tucumán para el mundo, la escena que se gesta en estos espacios contribuye a posicionarnos como una provincia fuerte, dispuesta a luchar y a cambiar las nociones culturales que son entendidas como irreparables, inamovibles. Muestra una posición independiente y heterogénea, de diversas voces que necesitan ser escuchadas y que muchas veces no son visibilizadas. La Taberna y la Biblioteca Popular se condensan como opciones para gente inquieta, curiosa y que cuestiona el rol de lo hegemónico.