Reyina tiene 6 años y es hija de Miguel Reyes Pérez, una de las víctimas del gatillo fácil en Tucumán. El miércoles se realizó una marcha en el marco del Día Nacional Contra la Violencia Institucional, y como siempre ella estuvo presente pidiendo justicia por su papá.
Es 8 de mayo, Día Nacional Contra la Violencia Institucional. A pesar del frío y la lluvia la marcha por las víctimas de gatillo fácil arranca a las 11 de la mañana. Una vez más, familiares, amigos y activistas se reúnen para exigir justicia por los pibes asesinados en manos de la policía de Tucumán.
La consigna es clara: separación de la fuerza de los efectivos imputados en las causas y elevación a juicio. Ni una víctima más por la violencia policial.
Hay una niña infaltable en cada marcha, con su cartel, con su remera y su sonrisa. Su nombre es Reyina. Es la hija de Miguel Reyes Pérez de 26 años fallecido el 16 de enero de 2017. A Miguel le pegaron un tiro en la cabeza el 24 de diciembre de 2016 los oficiales Mauro Navarro y Gerardo Figueroa. Luego de agonizar 23 días falleció. A Reyes lo asesinaron.
Reyina quiere ser doctora, tiene 6 años y va a primer grado de la escuela Alfonsina Storni. Le gusta dibujar y pintar. Está aprendiendo a leer y sabe lo que dice su remera: “Reyes, mi papá!”. De la mano está su primo, Thiago de 5 años, hijo de Verónica, la hermana de Reyes.
A paso lento, avanza la marcha. Al llegar a Casa de Gobierno las personas detienen su paso y esperan en la Plaza Independencia, donde tantas veces gritaron el nombre de Reyes y un pedido de justicia que no ahoga a pesar del paso del tiempo.
Su abuela, Ana Reales, junto a otros familiares entran para ser recibidos por quien esté a cargo. La presión en la calle hace que se agilice la reunión adentro mientras de fondo se escucha “la campaña contra el hambre”. Tanto que exigir y tan pocas respuestas.
Entre juegos, Reyina pasa la mañana en las escalinatas de la Casa de Gobierno, por ratos haciendo palmas al ritmo de “Yo sabía que a los pibes pobre los mata la policía” y espera, sabe que tiene que “esperar un momentito más”. Adentro también está su madre, Cristina Robles.
Reyina fue obligada a crecer sin su padre, pero también sin su hermano. Raúl Robles de 16 años, fue asesinado por el agente de policía Fabián Ledesma de 3 disparos por la espalda afuera de un drugstore en el Barrio Ciudadela el 7 de febrero de 2018.
Esta es la realidad de una niña y una familia signada por la violencia estatal.
Terminó la reunión. Como de costumbre, y una vez más, les han prometido hacer todo a su alcance. El dolor de estas familias se ha transformado en lucha y tienen en claro que es el gobierno provincial el responsable de separar de la fuerza a los policías imputados en las causas y la justicia la responsable de condenarlos. No van a parar hasta conseguirlo.
¿Cuántas mañanas más pasará Reyina jugando fuera de casa de gobierno o tribunales hasta que se haga justicia?
Hasta que se entienda que cuando la policía mata es el Estado el que mata.
Hasta que la policía sea investigada por gestionar el delito en la ciudad.
Hasta que se invierta en garantizar derechos, trabajo, vivienda y educación como plan de seguridad.
Porque ningún niño, niña o joven nace choro. El Estado es responsable.