En las próximas elecciones, probablemente San Miguel de Tucumán tenga su primera intendenta, lo que representa un importante hito en la historia política. Las dos principales candidatas a ocupar el puesto son mujeres, la diputada Rossana Chahla y la senadora Beatriz Ávila. Sin embargo, en la campaña de la vía pública, ambas han optado por utilizar el término “intendente” en masculino, lo que pone de manifiesto la importancia del lenguaje inclusivo y la necesidad de analizar su uso en la política.
San Miguel de Tucumán tendrá por primera vez una intendenta mujer. El próximo 14 de mayo, sea que gane el oficialismo o la oposición, quienes mejor miden actualmente en las encuestas para reemplazar al actual intendente capitalino Germán Alfaro, son mujeres: la actual diputada y ex Ministra de Salud, Rossana Chahla, y la actual senadora y esposa de Alfaro, Beatriz Ávila.
El lenguaje es importante, construye sentido y visibiliza realidades. Pensemos en el debate que existe alrededor del uso del lenguaje inclusivo, la resistencia que genera el uso de la “e” para darnos una idea de lo que implica utilizar una u otra vocal.
Aunque la Real Academia Española (institución a la cual muchos detractores del uso del lenguaje inclusivo se apegan para validar la lingüística) autoriza el uso del término intendente o intendenta, en caso masculino o femenino, en la campaña de la vía pública, ambas candidatas optaron por el uso del término en masculino para las gigantografías que adornan la ciudad. Si bien en el caso de Chahla, los carteles con la estética de la lista oficial utilizan “intendente”, en los de la lista Activar, el cargo aparece en femenino. En sus redes sociales, ambas utilizan la palabra en femenino.
¿Por qué esta necesidad de negar el femenino de una palabra que representa un puesto político de gran relevancia? Este hecho, por más simple que parezca merece un análisis sobre la política y el poder.
Si bien en los últimos años se avanzó en la participación de las mujeres en la política, uno de los principales desafíos que enfrentamos es la falta de representación igualitaria. Aunque las mujeres constituyen la mitad de la población del país, aún están subrepresentadas en los cargos políticos y las posiciones de liderazgo. Basta mirar en la Legislatura tucumana, cualquier Concejo Deliberante y en la misma Casa de Gobierno para darnos cuenta. Además de la discriminación y estereotipos de género que siguen siendo moneda corriente en la política.
Está demostrado que tener más mujeres en cargos públicos tiene un impacto positivo en la política y la toma de decisiones. Según estudios, las mujeres tienden a tener una perspectiva más inclusiva y a centrarse en temas que a menudo son descuidados o ignorados por los hombres. Y ni hablar si pensaramos en la inclusión de la diversidad.
El uso del lenguaje inclusivo y no sexista es importante en todos los ámbitos, incluyendo la política. Al utilizar el masculino genérico para referirse a cargos públicos, se invisibiliza a las mujeres y se refuerza la idea de que los hombres son los únicos que pueden ocupar esas posiciones de liderazgo.
En el caso de las elecciones para la intendencia de San Miguel de Tucumán, es importante que las candidatas utilicen el femenino de “intendenta” en su campaña, sobre todo en la vía pública, ya que esto permite visibilizar a las mujeres como candidatas y como posibles ocupantes del cargo.
El uso del femenino en el lenguaje político y en general, promueve la igualdad de género y la inclusión de todas las personas, independientemente de su género. Esto fomenta la eliminación de la discriminación de género y promueve la diversidad en la representación política.
Llegue quien llegue a ser electa, tendrá que trabajar con una agenda de género y diversidad pujante, con un conjunto de organizaciones y sectores de la sociedad que están exigiendo avances concretos en la inclusión de mujeres y del colectivo LGBTIQ+.