Voy a entrevistarla en su casa. Ascensores, pasillos y escaleras me llevan a un altillo de Barrio Norte. Hay juguetes, plantas, colores y puteadas al aire. Su hijo se llevó la bombilla del mate. Se rinde y se sienta a trabajar con el celular mientras yo busco la mejor iluminación. Su gato me araña. Encuentro el ángulo adecuado y le pregunto si está cómoda. Hago foco, voy y vuelvo buscando precisión. La tengo. Admiro su concentración en cada cosa que hace, además me emociona escucharla. Creo que estoy enamorada. Es una gestora cultural nata, envidio su enorme capacidad de liderazgo y talento para manejar los grupos. Aprendo. Sus ideas y las palabras que elige conmigo me salvaron más veces de las que ella sabe. Es, además, mi editora.
Desde que todo se fue al carajo tenemos más ganas que nunca de hacer cosas con personas que apenas conocemos, eso me hizo reflexionar sobre el concepto Picor. La periodista acosadora dentro mio desea respuestas… ¿cómo se le ocurrió? (¿esta piba en qué momento duerme?)
Mientras pienso cómo llegar al hueso a través de las preguntas, ella dice ‘bueno, ya está’ y deja el celular boca abajo sobre la mesa. Recupero su atencion y masomenos asi arranca nuestra entrevista:
BB:¿Cómo creás este concepto del Picor? ¿por qué la propuesta?
MJ: Encontré gente en mis talleres que escribía textos que me hacían reír mucho y me parecía que si los leían en público también se iban a reir. Ahí empecé a poner en práctica todas las herramientas adquiridas durante un montón de tiempo en el teatro. Hice muchos años y me salvó de la timidez absoluta, entonces pienso que esas herramientas con la literatura pueden jugar muy bien, sin llegar a hacer de eso un texto dramático sino una pieza de lectura. Entonces empecé a virar en los talleres para ese lado: escribimos consignas pero también aprendemos a leerlas, a ponerles tono, cuerpo, emoción, cara, ropa, música, levantar la voz, bajarla, mirar al público, aprendernos partes. Empecé a pensar muy performaticamente los textos y a intervenir las lecturas. El picor nació para recuperar algo que me hace muy feliz, los relatos del rock.
A la Majo Bovi la conocí cuando tomé un taller de escritura grupal. Por algún motivo, su trabajo me hacía efectos terapéuticos, rápidamente la reconocí como una maestra. Mi escritura emocional lleva su sello y mi marea nada en su océano y que bien se siente. Es la líder del grupo, la que convoca, llama y ve algo en nosotros que nosotros todavía no. Casi sin darnos cuenta, nos subimos a su trencito de lenguas, viajamos en vagones de palabras, tonos. Ella nos pasea como lleva a su hijo a la plaza. Espacios seguros con rasgo de madre que está pariendo proyectos culturales, vínculos, redes, estrategias y esto que somos, un picor de rock. Ahora vivimos en su país.
MJ: El picor de rock inicia con una necesidad como tallerista de que los textos no solamente se publiquen sino que se empiecen a leer, yo creo que con la publicación no es suficiente, aunque a veces sea el fin último de las editoriales y de quienes escriben. Hay una falta en pensar que el fin último sí puede ser la lectura. Un texto puede estar publicado y en la lectura fallar. Soy una militante de la lectura en voz alta en los talleres ,en eventos, siento que las mesas de lectura narrativa son complicadas y por eso hay más lecturas poéticas que narrativas… son complicadas porque hay que ajustarse a tiempos muy cortos, o al menos eso se exige, y creo que esta exigencia de tiempos cortos es justamente por la falta de la lectura performática. Se puede leer tranquilamente un texto de quince páginas y mantener al lector enganchado como lo hace Hernan Casciari y otros. Como en el principio de todo, con el narrador oral que te contaba historias grandísimas, elocuentes, llena de detalles, personajes y demás, y uno estaba ahí, escuchando. Ahora la capacidad de escucha es menor, nos distraemos con más cosas. Falta el narrador oral en quienes escribimos narrativas.
En eso empecé a pensar, en cómo hacer para que los textos no solo se publiquen sino que los lean bien sus autores y enganchen a sus lectores. Con ese pensamiento empezó la idea del Picor. Empecé otra vez a vivir esa emoción de ser rolinga, ir a recitales, pogos, volví a los espacios de rock, a los bares donde se escuchan los redondos, a esos espacios que había dejado en algún momento de mi vida y empecé, incluso, a sanar una adolescencia, una infancia y a escuchar las letras de otra manera. Logré unir dos cosas que me emocionan, el teatro y la literatura con el plus de la música. Yo soy una piba que desde que se levanta hasta que se acuesta escucha música. Todo el tiempo.
Hicimos la primera función en mayo de este año, en el Bar Storni. Nos conocimos esa misma noche: Constanza Venturelli, Carolina Blanco, Gustavo Robles, Julian Marteau, Martin Landers y quien les narra, Belén Barcala. Nunca entendimos muy bien por qué nos eligió pero tampoco importó. Confiamos. Gustavo es el que más experimentó formatos para tributar al rock, hizo radio, contenido audiovisual, escribe y pronto publicará su primer libro, una serie de relatos acerca de la tragedia de Cromañón. Martín es psicólogo y siempre tuvo bandas de rock; se explora como papá mientras transita las cosechas de su reciente libro No Mires, hay gente horrible; su guitarra lo acompaña a todos lados. La Carito es ayudante en una cátedra, va camino a recibirse en Letras, es la que siempre cumple con todo y con todos, siento que sabe cuidar y sus relatos siempre me enternecen. La Conti es comunicadora, actriz, cantante, escritora, una multitalentos que siempre se está formando en algo. Mi impresión es que -como yo- todavía no conoce el poder de su deseo. Cuando nos sentimos asustadas salimos a merendar y comprar ropa juntas. Julian es el más joven de todos, el de las palabras inéditas, historias extravagantes y galaxias repletas de universos disonantes. Su mejor personaje se despliega en stand up aunque dice que no le gusta actuar; siempre repite que jamás se va a disfrazar. Es abogado.
BB: ¿Qué nicho en la cultura visualizas para el Picor de Rock?
MJ: Yo creo que logré salir del nicho y eso me parece quizás la ganancia más grande que tuve con el Picor de Rock. Estoy habitando espacios que nunca pensé habitarlos. Salí de mi nube de progresismo y comodidad, estaba cómoda en mi lugar y me incomodé en otros espacios, personas, discursos, situaciones, trabajos, mareas emocionales. Eso me permitió entender qué era lo que ahora hay que hacer. Agarré gente desconocida para formar el Picor, tejí un grupo y me parecía que no faltaba más, aprender a escribir se aprende, se edita, hay montón de herramientas que se pueden poner en práctica. No hay limitación. Y eso me devolvió la grupalidad que yo estaba necesitando, como espacio de militar lo colectivo.
Nunca puedo pensar lo individual, me queda incomodo. Todo lo mío es de otros, las ideas no son mías, no creo que los discursos ni las propuestas sean propias. Siempre vienen como respuesta a algo anterior y eso ya los hace colectivos. Yo siempre quiero que mis espacios recuperen la colectividad y siento que sí lo logro. El picor de rock me devolvió la posibilidad de la resistencia en un gobierno tan difícil como este, y también me dio la seguridad de que solo artísticamente podemos generar en grandes comunidades sin importar quién es el otro.
BB: ¿Cómo invitarías a las personas que no habitúan los ambientes literarios?
MJ: Creo que les diría, si estas sintiendo que no se te está moviendo algo tenés que venir a ver Picor de Rock porque se te va a mover seguro. Vas a escuchar historias de amor, fracasos de amor, historias de pogo, de buenos y malos recitales, puteadas, robos, pérdida de zapatillas, de dignidad, borracheras, canciones, gente fundamentalista, cabeza de termo y no tan cabeza de termo ¡mujeres hablando del rock! escribiendo sobre el rock y en un escenario del rock. Me parece que por ahí va… hay que escuchar el rock que es nuestra música y hay que escuchar nuestra literatura.
El viernes 6 de diciembre, Picor de Rock presenta su show para despedir el año en la Taberna de Saturno. Inspiradxs con el regreso de Los Piojos, este picor se enciende de nuevos relatos piojosos. Esta vez nos acompañan los músicos Oscar Helu, Mauricio Ávila De Luca, y la cantante Mariana Casalderrey. ¿Nuevos picores? Quien sabe… Prometemos hacer viajar por una marea de emociones.