El mito de la “industria” de falsas denuncias

En los próximos días se realizará en Tucumán unas jornadas centradas en el debate sobre las llamadas “falsas denuncias” en causas de violencia de género y, específicamente, abusos sexuales. El tema, instalado en la agenda a partir de casos aislados y por un lobby mediático y político, se presenta como una discusión urgente y necesaria. Sin embargo, los enfoques no son homogéneos: mientras algunos actores apuntan contra el feminismo y la perspectiva de género como responsables del problema, otras voces advierten sobre el riesgo de desplazar la atención de los verdaderos déficits del sistema judicial.

La actividad está prevista a realizarse en la Legislatura de Tucumán, organizada por el legislador José Macome, cercano a La Libertad Avanza, y contará con la participación de Patricia Anzoátegui, presidenta del Observatorio de Falsas Denuncias.

Feminismo bajo sospecha

En los últimos años, sectores conservadores han buscado instalar la idea de que el feminismo es responsable de una supuesta “industria de denuncias falsas”. Estos discursos, lejos de apoyarse en datos oficiales, se nutren de casos aislados. La estrategia consiste en presentar al movimiento de mujeres y diversidades como un actor que promueve injusticias, cuando en realidad los registros institucionales señalan otro panorama: la violencia de género sigue siendo un problema estructural en Argentina.

No es solo en nuestro país, sino un movimiento que se dio de manera simultánea en varios países, a través de la articulación de actores conservadores y grupos de la llamada manosphere que amplifican casos aislados, la reconfiguración de políticas públicas y reformas legales, y el uso de estadísticas sin sustento como evidencia que no siempre resiste un análisis crítico. 

Lejos de poner el ojo en las fallas del Poder Judicial, la mirada se centra en abonar críticas hacia el feminismo acusándolo de “hembrismo”, como lo hizo la Senadora Carolina Losada al presentar un proyecto para aumentar las penas por denuncias falsas por violencia de género.

Si pensamos en lo que pasa en nuestra provincia con las causas de violencia de género, podemos mencionar el caso de Paola Tacacho, quien realizó más de 20 denuncias en la Justicia porque era acusada sistemáticamente y no fue escuchada. Al contrario, el agresor fue sobreseído a pesar de haber incumplido innumerables veces las perimetrales. Paola fue asesinada en octubre de 2020. 

Un año antes, también en Tucumán, una joven de 22 años, que había sido víctima de una violación grupal, se quitó la vida. La denuncia por el ataque sexual había sido radicada hace más de un año y, a pesar de que las pericias lo comprobaron, los acusados fueron liberados por demoras en el proceso judicial.

Hace menos de un mes, Yuliana Borges, una joven de 18 años que había denunciado a su tío por abuso sexual hace casi dos años, fue encontrada sin vida en su casa. No se cumplían las medidas judiciales y era constantemente hostigada por haber realizado la denuncia. 

Lo que muestran los datos

El Registro Nacional de Femicidios de la Corte Suprema informó que en 2024 hubo 247 víctimas letales de violencia de género, lo que equivale a casi una mujer asesinada cada día y medio. Por su parte, la Oficina de Violencia Doméstica recibe anualmente miles de denuncias, que reflejan la magnitud del problema. En cambio, no existen estadísticas nacionales que demuestren que las denuncias falsas sean un fenómeno extendido. La evidencia comparada, como la de España, muestra tasas bajísimas (0,03% en 2021).

Una de las disertantes del panel sobre denuncias falsas preside un Observatorio de Falsas Denuncias, difunde porcentajes altos de personas “con pruebas de falsedad”, sin base muestral representativa ni verificación independiente.

Actualmente, estos sectores impulsan un proyecto de ley que sostiene un aumento de pena para los delitos de falsa denuncia y falso testimonio en casos de violencia de género y delitos sexuales. Uno de los principales impulsores del proyecto de ley sobre “falsas denuncias”, que ya cuenta con dictamen en el Senado, es el actual Ministro de Justicia, Mariano Cúneo Libarona. No es un dato menor: Cúneo Libarona fue abogado defensor del exgobernador y exsenador José Alperovich, condenado a 16 años de prisión por abuso sexual. La investigación judicial se extendió por más de cinco años y un juicio oral que duró más de cuatro meses. Durante el debate, la Justicia consideró acreditados los abusos a partir del testimonio de la denunciante, reforzado por la declaración de más de 80 testigos y peritos.

La estrategia de defensa de Cúneo Libarona consistió en atacar la credibilidad de la víctima y en instalar la idea de que se trataba de una denuncia falsa motivada por intereses políticos. Sin embargo, a lo largo del juicio no logró aportar pruebas que respaldaran esa teoría. Por el contrario, el tribunal oral concluyó que los hechos habían ocurrido y dictó una de las condenas más significativas contra un exgobernador en la historia judicial argentina.

El verdadero desafío: la Justicia

Poner al feminismo en el banquillo invisibiliza la cuestión central: las fallas del sistema judicial. Medidas de protección que llegan tarde, investigaciones sin perspectiva de género, procesos plagados de demoras y revictimización de las denunciantes son parte de los problemas que persisten. 

Correr la responsabilidad desde fallas del sistema (investigación deficiente, demoras, prueba mal valorada) hacia un “enemigo ideológico” (el feminismo), es una estrategia para invisibilizar una problemática real.

Es importante aclarar que en Argentina no existe una norma que elimine la presunción de inocencia. La perspectiva de género es un criterio de análisis para no reproducir sesgos, no una regla probatoria que condene sin prueba.

Actualmente, el delito de falsa denuncia está tipificado (art. 245 CP): la norma prevé sanción a quien denuncia un delito inexistente con dolo; esto desmiente la idea de “impunidad estructural” para denuncias falsas.

Instalar estos debates y la idea de que existe “una epidemia de falsas denuncias” tiene un efecto concreto: que menos mujeres se animen a romper el silencio y denunciar la violencia de género, poniendo en riesgo sus vidas. 

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  1. Castigar a quienes hacen falsas denuncias no debiera desalentar a quienes hacen VERDADERAS denuncias. Son muchas personas afectadas por esta problemática, y eso el periodismo lo sabe … solo hay que abandonar la sala de redacción para toparse con la realidad. Nadie busca desalentar a víctimas reales.

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