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Este fin de semana se llevó a cabo el 1° Encuentro Provincial de Mujeres del Programa Ellas Hacen Tucumán. Participaron 500 titulares del programa para discutir políticas públicas, y reflexionar sobre el rol de la mujer, el cuidado y el acceso al trabajo.
Quinientas mujeres titulares del programa “Ellas Hacen – Tucumán” se reunieron este fin de semana en San Pedro de Colalao para participar del 1° Encuentro Provincial de Mujeres del Programa Ellas Hacen Tucumán: “TODAS”.
Para muchas, fue la primera vez en años que salieron de sus hogares sin sus hijos. Once colectivos se encargaron de llevarlas desde San Miguel de Tucumán, hasta la villa turística. En el camino se fueron conociendo con otros grupos, mientras cantaban y bailaban emocionadas de tener un fin de semana solo para ellas.
Un grupo de 40 personas del grupo técnico del Ministerio de Desarrollo Social de la provincia, la mayoría mujeres, participaron de la organización del evento para asegurar traslados, alojamiento, comidas, y actividades.
Durante dos días trabajaron economía feminista y cuidados, la inserción de la mujer en el mundo del trabajo y la importancia de la participación política de las mujeres. Además, tuvieron espacios recreativos para distenderse. Fogón, talleres de baile, sublimación, karaoke, y el domingo tiempo libre para ser turistas en San Pedro y salir a conocer la villa, ir al río y compartir entre ellas para afianzar los lazos vinculares.
Al encuentro, las mujeres asistieron sin sus hijos e hijas por acuerdo grupal. “En todos los eventos que organizamos siempre ponemos un espacio para niños y niñas, porque sabemos que las compañeras tienen todas más de un niñe a su cuidado. En esta oportunidad, como era mucha logística 500 mujeres, pusimos como acuerdo con las compañeras que no traigan a sus niños. Esto también posibilitó que ellas puedan pensar en darse un espacio, en hacer negociaciones familiares para ver quien se encarga del cuidado esta vez y poder dejar a sus hijos e hijas un ratito al cuidado de otras personas y ocupándose de ellas mismas”, sostuvo Ana Durgam, técnica del Ministerio de Desarrollo Social.
Pero el objetivo principal del encuentro fue debatir cómo continuar el programa desde la mirada de las propias titulares. “En muchas políticas públicas, muchas veces se habla desde afuera qué es lo que se debería hacer, cuáles son los lineamientos futuros. La idea es que ellas tomen la palabra y puedan construir colectivamente lo que ellas quieren para el programa”, sostuvo la técnica.
En Tucumán, son cerca 20.000 titulares del programa, que cobran alrededor de $7.000 pesos mensuales. Esto representa un total de 140 millones de pesos que mensualmente ingresan al consumo interno, a los barrios. Ellas no compran dólares, no compran lebacs, colaboran con la economía social en los sectores más vulnerables.
Un poco de historia
El Programa Ellas Hacen fue lanzado en febrero de 2013 durante el mandato presidencial de Cristina Fernández de Kirchner, destinado a mujeres jefas de hogares con tres o más hijos e hijas o con hijas/os con discapacidad, que sufrían violencia de género y/o vivían en barrios vulnerables.
A cambio, las mujeres tenían que terminar la escuela, y participar de talleres grupales que les permitan mejorar su calidad de vida. Durante este período, el programa promovió estrategias de integración y promoción social para las mujeres que estaban excluidas del mercado de trabajo formal con la conformación de cooperativas tendientes a fomentar valores de solidaridad, compañerismo y cooperación entre las asociadas.
La sociedad argentina se encuentra atravesada por fuertes desigualdades de género que se manifiestan en diversos ámbitos y que les impiden a las mujeres alcanzar el pleno ejercicio de su autonomía. Ellas Hacen se presentó como un programa cuyo objetivo principal era justamente contribuir a revertir esas desigualdades. Es una de las pocas políticas públicas que tiene una perspectiva de género transversal.
A principios del 2018, el gobierno de Mauricio Macri unificó los programas “Ellas hacen” y “Argentina Trabaja” en el “Programa Hacemos Futuro”, bajo la órbita de la Subsecretaría de Políticas Integradoras, dependiente de la Secretaría de Economía Social del Ministerio de Desarrollo Social de la Nación.
Este cambio de rumbo del programa, vino acompañado de fuertes modificaciones ideológicas que implicaron un cambio en relación al paradigma de intervención y de interlocución con las destinarias.
“Cambio la lógica del programa”, explicó Guillermo Socolsky, de la Subsecretaría de Unidad Ejecutora de Programas y Proyectos Sociales. “De una lógica cooperativa y grupal, intentando generar organización social, cambio a una lógica más liberal con gente suelta, que cada una tiene una contraprestación que cumplir individualmente”.
Se pasó de lo colectivo, inclusión en cooperativas de trabajo con la matrícula correspondiente, a lo individual y sin garantizar como eje transversal la perspectiva de género. Se dejó de lado las capacitaciones que son parte de los requisitos que deben cumplir las titulares para mantenerse dentro del programa. Las titulares deben cumplir 120 horas de formación si se encuentran terminando su educación secundaria y 300 horas si ya cumplieron con los estudios medios.
En este marco, el gobierno de la provincia de Tucumán, a través del Ministerio de Desarrollo Social de la provincia de Tucumán, a cargo del Gabriel Yedlin, creó con partida presupuestaria provincial el programa “Ellas Hacen Tucumán”.
“En ese camino, lo que intentamos hacer fue que nadie pierda el programa injustamente. El macrismo venía recortando y ajustando en distintas áreas, nos interesaba que, en Tucumán, con los y las titulares del programa eso no pase. Y, por otro lado, como política pública y como filosofía política, lo que intentamos hacer es mantener las instancias grupales y colectivas con una idea de que nadie se salva solo, y que el liberalismo como filosofía de vida no era lo que nosotros queríamos que se termine de instalar en las compañeras. Una batalla cultural y del orden político”, sostuvo Socolsky.
De los 30 cursos que se ofrecen a las titulares, más de la mitad están dirigidos a las industrias del Turismo y la Cultura, sectores que lograron en estos años de crisis, generar nuevos puestos de trabajo. Las mujeres tienen la oportunidad de formarse como recepcionistas, mozas, mucamas, cocineras de comida regional, aprender idiomas. Por otro lado, hay una serie de cursos de preventoras de adicciones, de violencia de género, prevención del embarazo adolescente, en donde las titulares se transforman en referentes en sus barrios para contribuir al desarrollo social y comunitario.
Otra de las líneas del programa es el “Ellas hacen Univesidad”. Aproximadamente 300 mujeres del programa estudian en la Universidad Nacional de Tucumán, y un equipo de tutores que las acompaña. Abogacía, Trabajo Social, Enfermería, y los profesorados, son las carreras donde hay más titulares.
“La línea consiste en acompañarlas en su cursado diario, y en todas las dificultades que se van presentando como estudiantes y como titulares de un programa social y como madres, para que no dejen la facultad, que permanezcan y puedan egresar”, explicó Sofía una de las tutoras y evalúa que la línea ha dado buenos resultado.
“Permitió que se puedan sostener con el acompañamiento de los y las tutores, de las clases de apoyo, los grupos de estudio, y el acompañamiento material que ha dado el Ministerio que ha sido fundamental en becas de transporte y en becas de apuntes porque si no, no se hubiesen podido sostener con todas las dificultades que se les presenta como jefas de hogar en la Universidad, que muchas veces es expulsiva”, agregó la joven.
La filosofía que sostienen desde el Ministerio de Desarrollo Social, junto al equipo técnico que trabaja con las mujeres del programa es que, para problemas comunes hay soluciones comunes y colectivas, y no soluciones individuales.
En eso se enmarcó el encuentro que reunió a centenares titulares del programa.
Sobre el Encuentro
El encuentro tuvo tres ejes de debate transversales: mujeres y participación política, mujeres y trabajo, mujeres y cuidado.
“Hay un sector de la dirigencia política y de la sociedad argentina y tucumana que piensa que las compañeras no quieren trabajar. Nosotros estamos seguros y las conocemos a las compañeras que quieren trabajar, lo que no hay hoy es trabajo”, explicó Socolsky. Por eso, una de las mesas se llamó “Mujer y Trabajo”.
“Complementario con este pensamiento, sabemos que muchas de las compañeras trabajan, pero en trabajos no remunerados haciéndose cargo de cuidado de sus hijos e hijas, del cuidado de niños con discapacidad, de su papá, mamá, suegro o suegra, de limpiar, cocinar y cuidar, en definitiva. Son ellas las que siempre se hacen cargo” para trabajar sobre este punto, una de las mesas se llamó “Mujeres y Cuidado” definió subsecretario de la cartera social.
Disertaron, además, la licenciada en Sociología, Carolina Brandariz, sobre Cuidado con perspectiva de Género y la licenciada en Comunicación Social, Carolina Balderrama, sobre Mujeres y Trabajo.
Ni vagas ni planeras, mujeres luchadoras
Lejos del imaginario colectivo que algunos quisieron construir alrededor de los planes sociales, los resultados del programa “Ellas Hacen Tucumán” dan cuenta que el estímulo del Estado a los grupos vulnerables, ayuda a modificar su realidad individual y comunitaria, desde una perspectiva integradora y colectiva.
Las experiencias en primera persona de las mujeres dan cuenta de ello:
“Estoy terminando la secundaria”, contó Claudia. “He conocido a compañeras e hice muchas capacitaciones que me han servido para saber cosas que no sabía. Sobre violencia de género he visto muchos casos y ahora puedo ayudar a otras chicas. Es difícil esto de dejar la familia, hay que organizarlo, pero es lindo pasar un fin de semana entre nosotras. Me gustaría que siga el programa y las capacitaciones, pero también queremos trabajo. Nos ayudamos mucho entre nosotras, en la escuela por ejemplo si una no sabe y le pregunta a otra, está bueno.”
“Nos ayuda a despejarnos un poco de la casa y además conocer chicas nuevas. Es primera vez que vengo a San Pedro y que salgo de mi casa porque tengo cuatro hijos, es muy difícil. En el ómnibus veníamos cantando y bailando entre nosotras. Este programa me ha ayudado mucho en lo económico y a aprender cosas nuevas en las capacitaciones. Ya no depende económicamente de mi marido. Ahora soy yo, esa plata es mía y soy yo la que compra. Pero no solamente queremos vivir de un programa, queremos trabajar”, contó.
Marcela tiene un negocio en su casa donde vende pan. Dudaba en ir al encuentro porque su trabajo la requiere a diario, incluso sábados y domingos. Sus hijos la convencieron. Desde el 2013 que forma parte del programa. En 2015 quedó viuda, luego de cuidar durante dos años a su marido. Al contar su historia, sus ojos se llenan de lágrimas, pero las contiene. “Primera vez que salgo después de mucho tiempo. El programa me ayudó mucho, psicológica, anímica y económicamente. No podía salir de otra forma. Nancy Pedro es la que más me ayudó en el taller de canto.”
“Los otros talleres nos sirven como salida laboral, pero cultura nos sirve a nosotras para nuestra alma”, destacó Marcela. “La cultura es la base del pueblo, todas tenemos historias distintas y ahí nos ayudamos, nos escuchamos. Un pueblo feliz sería si hay más cultura y educación. Más allá del trabajo y la economía, a mí me hubiera gustado que mis hijos aprendan a tocar algún instrumento musical, pero no me daba la parte económica. Un grupo de canto en mi barrio serviría muchísimo porque vivo en un barrio de la periferia y hay mucha droga, ahí ayudaría muchísimo.”
Miriam sufrió violencia de género en carne propia. A partir de eso, ingresó al programa. “Se te mezclan las emociones y la vergüenza”, contó sobre su experiencia personal. “Las charlas y las capacitaciones me hicieron dar cuenta que no soy la única mujer que está viviendo esto. Me sirvió para contarlo y para que otras mujeres también lo puedan contar y salir”.
“A mí el programa me ayudó tanto en lo económico y en lo personal. Una se siente más dignificada. En el taller de Emancipación Social, me hicieron conocer temas de los que antes no podía opinar por que no conocía, y me hizo crecer mucho como persona, además de conocer mucha gente buena”, relató.
“Te dan lugar a pensar, cuando yo era chica la mujer tenía que hacer lo que el hombre diga. Ahora yo siento que estamos más independientes y este programa nos ayudó mucho. Conozco muchos casos de compañeras que no se separaban porque tenían muchos hijos y aguantaban maltratos, porque no sabían cómo desenvolverse, y este programa les sirvió mucho para eso. Todos los hombres machistas no están de acuerdo con este programa, porque dicen que a las mujeres les meten ideas raras, y no es así, te ayuda a que te dignifiques, a que te valores vos misma como persona y como mujeres. ¿Nos quieren tener sometidas toda la vida? No es así, nosotras no tenemos que estar atrás de ellos, tenemos que estar a la par, no queremos pisotear a nadie. Solo queremos igualdad, nada más.”
Romina es trans y trabajaba en la calle ejerciendo la prostitución. A través de un convenio con la Fundación María de los Ángeles, el programa abrió un cupo para mujeres trans, considerando que también es una población muy vulnerable. Romina comenzó a asistir a las clases en el Cetrans. “Yo voy a ser sincera, no sé leer aún, pero voy para aprender, ya sé escribir. Sé que puedo salir adelante. Yo ahora ya no trabajo en la calle. Voy a la escuela tres veces a la semana, voy algunas veces a pasear por algún lado, y dos días me quedo en mi casa a limpiar, a ayudar a mi hermana. Creo que el programa ayudaría a otras chicas trans.”, resaltó
Romina también se capacitó en violencia de género. “Después del taller, hicimos una reunión en mi casa, había como 50 chicas. Y a mi sobrina que tiene 14 años le hablo mucho sobre este tema de la violencia machista “.
Roxana pertenecía al viejo Argentina Trabaja, y salían a limpiar las calles, las escuelas. “No podíamos estudiar ni nada. Desde el año pasado, cuando me dijeron que podía hacer algún tipo de estudio estuve feliz. Nunca en mi vida había ido a hacer gimnasia, nunca había ido a un taller. Y me anoté con el profesor Mariano a hacer Deporte y Danzas Latinas con la profesora Karina, eso me ha cambiado la vida, hasta el corte de pelo me hice distinto”, cuenta y mueve la cabeza para lucir su pelo corto y moderno.
“Tengo cuatro hijos, tengo dos nietos, y haber venido para acá para mi es una sensación rara porque nunca estoy lejos de mi familia, pero feliz a la vez. Conozco personas maravillosas, al conversar es como si las conozco de toda la vida. Quisiera que, si se va todo esto feo que estamos transcurriendo por la persona que nos está gobernando, y viene ese ser maravilloso que es Fernández y Cristina, creo que esto va a ser uno cada mes, y seremos más y más.“
Sobre la posibilidad de que su voz sea escuchada y tenida en cuenta para el futuro de este programa, Roxana se mostró esperanzada. “Era como que teníamos boca sin voz, nunca podíamos hablar de política. Siempre la razón la tenía el otro, en cambio hoy me siento partícipe y es hermoso y me gusta poder ser la voz, quizás, de otras personas que no están hoy. Como dijo hoy el ministro, que no se nos quite el programa si podemos tener un trabajo. Me encantaría poder tener el programa y un trabajo”.