Drogas, pandemia y crisis: la búsqueda de respuestas integrales

Luego de conocerse la muerte de al menos 23 personas tras una intoxicación masiva por consumir  cocaína (clorhidrato de cocaína) adulterada en San Martín, Provincia de Buenos Aires, se reavivó la preocupación por el consumo de sustancias psicoactivas. Se trata de un fenómeno complejo, que tiene aristas económicas, sociales, de salud, de profunda discriminación y por otro lado, del crecimiento del narcotráfico en Argentina, que debe ser abordado de manera integral.

¿Qué pasa en Tucumán? ¿Con qué panorama nos encontramos? Siempre viví en El Bajo donde el consumo de sustancias es parte del paisaje y del “folclore” de esa parte de la ciudad. Hace unos 20 años en mi camino hacia mis primeros años de facultad vi por primera vez unos jóvenes aspirando pegamento de una bolsa. Después las drogas cambiaron, y las políticas públicas también, y esa bolsita se abandonó y se reemplazó con otras probablemente igual o más tóxicas, pero más económicas. Fue en la época de otra de las grandes crisis argentinas.

Ayer por la tarde caminando por la inserción de dos calles céntricas, Crisostomo y Alberdi, pasó a mi lado un jovén que llevaba bajo su brazo izquierdo un típico cajón para lustrar zapatos y en la mano derecha una bolsa con pegamento. Caminaba, mientras inhalaba de la bolsa. No fue amenazante, ni siquiera irrespetuoso.Me provocó una profunda tristeza y una sorpresa de volver a ver a un chico de no más de 20 años recurriendo al pegamento para sobrellevar toda la realidad que vive.

En nuestra provincia como en el resto del país, dos factores importantes de está problemática han crecido. Uno, es que el consumo de sustancias psicoactivas tuvo un aumento derivado de las crisis que vivimos. La pandemia jugó un papel fuerte en esto, y no sólo con las drogas ilegales. De acuerdo a profesionales de la salud en los barrios periféricos volvió a aparecer la inhalación de pegamento, porque el precio del paco ascendió durante las restricciones por el aislamiento. Pero el aislamiento se terminó, el “papelito” bajo de precio y el pegamento se quedó para complejizar aún más la situación de los chicos y las chicas de los sectores más empobrecidos. En el mismo sentido ascendente, la clase media y media-alta aumentó el consumo de estás sustancias, no las mismas drogas ni de igual calidad, pero si aparejando sufrimientos. 

Otro factor fue el afianzamiento del narcomenudeo y narcotráfico, que va haciendo un camino hacia la naturalización. Se ha convertido en muchas ocasiones en una fuente de ingresos, lo que empeora en situaciones económicas críticas como las que se atraviesan actualmente el país.

Matías Tolosa, secretario de Prevención y Asistencia de las Adicciones explicó a La Nota Tucumán que “el consumo de drogas o sustancias es una problemática que no distingue clases sociales, que no distingue edades. Las estrategias y los dispositivos de abordaje provinciales buscan ser los más transversales posibles pero siempre teniendo un mayor énfasis en la accesibilidad en aquellos sectores más vulnerables que se encuentran con barreras socioeconómicas para llegar a la consulta”. 

De acuerdo a los datos aportados por el Observatorio Provincial de Drogas, organismo creado en el año 2019, esta Secretaría de Estado viene acompañando a más de 10.000 personas en estos últimos años. “La misma tiene a su cargo la gestión de diferentes dispositivos como los ceplas, los centros de primera escucha en territorio, ubicados en distintos barrios de San Miguel de Tucumán y el Centro de Escucha Móvil. Finalizando el 2021, se inauguraron 2 ceplas en el interior de la provincia, Famaillá y Alberdi” expresó Carolina Caillou, directora del observatorio.

Para estas autoridades, dado el contexto es importante luchar contra los discursos que generan estigmatización o discriminación de quienes consumen. “Muchas veces estos discursos operan como barreras que dificultan, retardan o impiden el acceso a la consulta de quien padece un problema de consumo de sustancias” remarcó Tolosa.  

El enfoque con el cual trabaja este organismo se centra en la prevención y en acceso a tratamientos para cada una de las personas, ya que estas son únicas y sus necesidades terapéuticas también son particulares. “Tenemos que entender que no hay un consumo más benévolo que el otro. Todo consumo de sustancia psicoactivas va a generar – en su uso crónico – un daño. Entonces lo que planteamos desde los dispositivos de la Secretaría de Prevención y Asistencia de las Adicciones de la Provincia de Tucumán, es generar espacios que favorezcan la accesibilidad, es decir que favorezcan la entrada de las personas. A partir de lo cual y según la necesidad terapéutica de cada una de las personas reciban el tratamiento que requieren” explicó el doctor Tolosa.

Para este funcionario, se trata de una problemática que tiene dos caras, por un lado la persona que consume, que tiene una enfermedad de salud mental  – tal como lo establece la Ley de Salud Mental 26.657 – y por otro lado el narcotráfico, la venta que es un problema cuyo ámbito es el de la Justicia, y en particular de la Justicia Federal. “Tenemos que dejar en claro también esto que los problemas de consumo son problemas de personas y por lo tanto que el eje central de todas las estrategias siempre debe ser el sujeto” remarcó Tolosa.

Esta vez el debate derivó de una tragedia y de una sustancia: la cocaína. La cocaína es una sustancia cuyo consumo no está tan bien visto socialmente. Que si bien es transversal a todas las clases sociales, por su costo es más consumida por sectores medios.  No es igual, ni está igualmente percibida que la marihuana, la cual abre más perspectivas hacia la despenalización. La cocaína siempre está adulterada con productos del mismo color como almidón, aspirina, bicarbonato o incluso paratión, un plaguicida organofosforado prohibido en todas sus formulaciones y usos. Según publicó El Gato y la Caja en su libro sobre Drogas, en la ciudad de Córdoba, sólo el 8-12% del volumen del polvo vendido es realmente clorhidrato de cocaína.

En nuestro país, en el que el negocio se concentra en generar mayor volumen de lo que llega de Bolivia, Perú o Colombia, se trata inevitablemente un producto adulterado en las redes de narcotráfico, hasta que llega al plato del consumidor. Por lo cual, si bien específicamente el “lote adulterado” en San Martín – Provincia de Buenos Aires – es difícil que llegue a nuestra provincia, de acuerdo a los especialistas ninguna provincia está exenta de que esto suceda.

Está problemática social, no se puede abordar de forma aislada, ni por un solo caso, ni una sola política pública. Si bien la provincia ha avanzado, estamos aún muy por detrás de las causas y los efectos que se necesitan enfrentar. Los abordajes deben ser más integrales, involucrar a Salud, Educación, Economía, etc. Hoy, una persona que pide un turno para ingresar a un tratamiento recibe como respuesta que el psiquiatra la puede ver en el mes de mayo, y estas personas no pueden esperar y cuando piden ayuda debe ser inmediata. También requiere de una perspectiva de género, porque las mujeres jóvenes permanecen invisibilizadas. Aún no se cuenta con una comunidad terapéutica como Las Moritas, pero destinada para las chicas. No se dice, no se habla, ni se desarman las prácticas de los transas de hacerlas pagar con sus cuerpos las deudas por consumos y se multiplican los prostíbulos en las barriadas populares. 

Se hizo, sí, pero falta mucho y las condiciones empeoran. Porque el sistema social y económico en el que vivimos nos deshumaniza, nos hace pasar de largo del chico que consume pegamento Sío en la calle. Nos hace discriminar a quienes consumen cocaína y ponernos en un puesto dentro de la hipocresía para señalar a quien consume y no a quienes se benefician del consumo. 

El debate es largo y tiene un sinfín de aristas. Esta tragedia que hasta ahora se cobró al menos 23 vidas, instaló el tema en la sociedad y llegó a todas las mesas, a los grupos de whatsapp, se transformó en memes, y miles de personas por primera vez hablaron sobre sus consumos o el de algún familiar. Sigamos hablando, buscando soluciones colectivas, problematizando y sobre todo, exigiendo al Estado más políticas públicas para afrontar esta situación. 

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