¿Qué significa idoneidad y por qué se utiliza este argumento para rechazar el cupo laboral trans? El derecho al trabajo, mediante cupo, es también el derecho a empezar sin formación alguna, el derecho a recibir confianza y a ser esperado o esperada, el derecho a poder tener un empleo digno para poder luego tener un tiempo para estudiar.
El reclamo por el cupo laboral travesti trans tiene más de 10 años en nuestro país. Desde los primeros pasos que se dieron en provincia de Buenos Aires de la mano de la activista travesti Diana Sacayán, hasta el decreto de Alberto Fernández para todo el sector público y luego el de Cristina Fernández de Kirchner para trabajadores del Senado de la Nación, se pide que el 1% de los puestos de trabajo sea ocupado por personas travestis, transexuales y transgénero.
Cada vez que se habla de cupo, la contrapartida siempre fueron argumentos basados en la ignorancia, el prejuicio y la exclusión. Algunos dicen que no es necesario un cupo, que las personas deben ingresar a sus trabajos por sus capacidades. Y allí parece que está la piedra moral de sus resistencias al cupo travesti y trans. Todo ello niega las históricas formas de ingreso al mundo laboral que se dan en nuestra sociedad.
Ser hijo/a de alguien que tiene empleo formal, registrado y estable brinda la posibilidad de ingresar al mismo empleo. Una ayuda de un amigo de la familia que casualmente está trabajando en un banco, en un ministerio o en una empresa, hace que las personas independientemente de su formación, consigan empleo. “Los hijos del vecino” y “las hijas de la vida” y las/os excluidos del sistema son quienes comúnmente deben cumplir esa regla que se dice para todas las personas pero las cumplen solo quienes no tienen capital económico o simbólico para lograrla.
De esta falsa regla general surgen también términos que parecen no decir nada en algunas ocasiones, pero operan como fuertes barreras de exclusión en otras, como ser la idoneidad.
Según el diccionario, el adjetivo Idóneo/Idónea significa que reúne las condiciones necesarias y óptimas para una función o fin determinados. Por ejemplo: “la persona es idónea para ocupar el cargo”. En sí mismo, el concepto de idoneidad no dice tanto como algunas personas creen.
El derecho al cupo laboral trans no puede ni debe ser medido con los estándares de esa falsa regla que las personas cisgenero prácticamente no cumplen. Una mujer trans que batalló contra la violencia policial durante 10 años, con una breve formación, seguramente podrá lidiar con lo que implica la atención al público en una oficina del Estado.
El derecho al trabajo, mediante cupo, es también el derecho a empezar sin formación alguna, el derecho a recibir confianza y a ser esperado o esperada, el derecho a poder tener un empleo digno para poder luego tener un tiempo para estudiar.
¿Sabemos cuántos trabajadores del Estado terminaron sus estudios primarios y secundarios en Plan Fines?. Miles. Y el hecho de no tener los estudios terminados no los convertía en poco idóneos para el puesto.
Así como durante muchos años los hombres exigían extrema capacidad y formación a las mujeres para un puesto de trabajo, como si por ser mujeres tuvieran que demostrar constantemente que son capaces para puestos a los que los hombres simplemente accedían. Las personas cisgénero reproducimos esas exigencias para las personas trans, sabiendo que la exclusión que causa el pedido del cupo, causa también la imposibilidad, en la mayoría de los casos, de tener acceso a la educación formal.
Sin tener estudios universitarios, las travestis argentinas lograron organizarse y hacer escuchar su voz. Construir teoría y cuestionar el modo en el que la medicina, el derecho y la sociedad cisgénero excluye a las personas trans.
Lohana Berkins dijo hace unos años “cuando una travesti entra a la Universidad Pública, le cambia la vida a esa travesti, cuando muchas travestis entren a la Universidad, le cambiará la vida a la Sociedad”. Seguramente, con el cupo laboral, tendrán acceso otras miradas sobre lo público, otras miradas sobre todo aquello que ya nos hemos cansado de ver y reproducir.
Teniendo el decreto presidencial, y docenas de ordenanzas, resoluciones y leyes de cupos en distintas provincias del país, lo que resta es ser conscientes y contribuir a ese cambio. En lo concreto, cuanto antes y sin demoras. Que la idoneidad deje de ser ese argumento cis-patriarcal para negar acceso y sea un horizonte que promueva de capacitación continua de todas las personas.