Este 6 de febrero es el Día de Tolerancia Cero con la Mutilación Genital Femenina, una práctica que implica la extirpación total o parcial del clítoris y afecta a más de 200 millones de personas. En este marco, las personas intersex, sin ánimos de deslegitimar este día, buscan que también se contemple la mutilación genital que ellas padecen.
Por Agustina Ramos para Télam
Ceci López Bemsch y Juane Mar Zubrzycki, dos personas intersex de 33 y 38 años, sufrieron las consecuencias negativas de intervenciones quirúrgicas de “normalización” en sus infancias, las cuales no tuvieron fundamento médico sino cosmético, cirugías que se siguen practicando en Argentina y el mundo, por lo que piden, junto al movimiento intersex, prohibir estas mutilaciones genitales y la aprobación de un proyecto de ley ingresado en Diputados.
En vísperas del 6 de febrero, Día de Tolerancia Cero con la Mutilación Genital Femenina, una práctica que implica la extirpación total o parcial del clítoris y afecta a más de 200 millones de personas principalmente en África, Oriente Medio y Asia, las personas intersex, sin ánimos de deslegitimar este día, buscan que también se contemple la mutilación genital que ellas padecen.
“Se trata de intervenciones quirúrgicas no consentidas que son consideradas ‘normalizantes’ y en general se practican en la infancia”, explicó a Télam la médica especialista en Medicina General y Cuidado Paliativos y activista por los derechos humanos, Marina Elichiry, sobre la mutilación genital intersex.
“Su objetivo es modificar la forma de los genitales para que tengan una apariencia más femenina o masculina según los estándares culturales y médicos vigentes, sin ningún otro criterio de salud. Al contrario, someter a cirugías estéticas o cosméticas a bebés implica riesgos enormes”, agregó.
Las personas intersex, que representan el 1,7% de la población mundial, son aquellas cuyos cuerpos presentan variaciones en sus cromosomas, hormonas, órganos reproductivos y/o genitales por lo que no se encuadran anatómicamente dentro de los patrones sexuales asociados al cuerpo “masculino” o “femenino”.
Ceci López Bemsch nació en 1989 en San Miguel de Tucumán y siempre supo que su cuerpo “no coincidía con el de las otras niñas”. Cuando la diferencia con sus pares se hizo “muy evidente” en la pubertad, lo comentó con su familia, la cual sin poder darle explicaciones, lo llevó a una consulta con una ginecóloga reconocida de la ciudad.
“Ahí me empiezan a explicar que era una persona que tenía una enfermedad, que no había nadie más en el mundo con lo que yo tenía y que no tenía que hablar de esto con nadie”, contó a Télam.
A partir de ese momento comenzó “todo un calvario” que implicó visitas a médicos, radiografías, tomografías, análisis de sangre, cirugías y desnudarse frente al personal de salud.
“Era desvestirme, que me miren, me saquen fotos, que toquen los genitales de la manera en la que ellos querían”, dijo Ceci, y recordó que hasta ese momento su adolescencia “era deporte”, pero cuando comenzó con las visitas médicas su salud empezó a deteriorarse.
A sus 14 años, sin saber qué iba a suceder, le realizaron una intervención quirúrgica. “Supuestamente era un estudio y finalmente fue una operación que duró casi 10 horas. Me hicieron una cirugía en los genitales que fue cosmética, innecesaria, y que trajo hasta el día de hoy muchas consecuencias negativas”, contó.
“Ellos decían que a mí me habían hecho una obra de arte”, dijo Ceci, quien luego de la intervención tuvo reiteradas infecciones y debió iniciar un tratamiento hormonal que le trajo consecuencias intestinales negativas y dolor en las articulaciones.
“A mí me gusta mucho el deporte, pero hoy en día no lo puedo hacer a causa de las consecuencias que me quedaron de muchas intervenciones”, graficó.
Luego de varios años, cuando tenía 30, su historia de vida comenzó a hacerle “ruido” y quiso conocer qué le había sucedido. Pidió su historia clínica en el hospital donde se atendió durante más de 10 años, no quisieron cedérsela y finalmente por medio de una orden judicial se la entregaron aunque adulterada, ya que no aparecían las cirugías que le habían hecho.
Una situación similar vivió Juane Mar Zubrzycki, una persona intersex de Bahía Blanca, a quien antes de los tres años le operaron por “un problema en los testículos”, le informaron profesionales de la salud a su familia.
“No le dan toda la información a las familias. Imaginate, a un padre o una madre le dicen que su hijo nació con un problema y que hay que operarlo. Claro, los padres, la mayor parte de las veces, lo van a hacer. Los míos no sabían nada. Es más, no supieron hasta que yo fui bastante grande”, contó a Télam.
Luego de la operación, Juane Mar requirió de una hormonización de por vida, tuvo visitas médicas recurrentes y, en una de ellas, conoció que sus cromosomas son “xxy” a través de un estudio de cariotipo.
Creció sin saber qué pasaba con su cuerpo, hasta que a sus 30 años tuvo el primer acercamiento: siendo docente de Literatura y Lengua en una escuela, un día se presentó un activista a brindar un taller de Educación Sexual Integral (ESI) y en el pizarrón colocó las palabras “xxy” e “intersex”.
Si bien las personas intersex pueden tener distintos tipos de cromosomas como xx, xy, xxy, xx0 o xxxy, la variación que Juane Mar posee es una que se asocia con este colectivo de personas.
En esa instancia descubrió la palabra “intersex”, la cual googleó cuando llegó a su casa y descubrió que, contrariamente a lo que le habían dicho toda su vida, había muchas personas con experiencias similares a la suya.
La intersexualidad se diferencia de la identidad de género o la orientación sexual ya que significa la variación de las características sexuales físicas de una persona, por lo que se circunscribe al ámbito de la anatomía.
Sin embargo, el sistema médico, al realizar cirugías de “feminización” o “masculinización”, les asignan a esas personas el género que supone que tienen, el cual puede coincidir o no con el que luego la persona identifique para sí misma, como sucedió con Ceci y Juane Mar, quienes presentan identidades de género que no coinciden con las que les fue asignada por el personal de salud.
En este sentido, en el estudio “Aspectos psicoemocionales en el desarrollo de la identidad de género, en pacientes adolescentes con DSD, atendidos en el Hospital Garrahan”, que fue publicado en 2013 y cuenta con entrevistas a 42 personas intersex, observó que solo en el 26% de ellas existía una concordancia entre el sexo asignado y su identidad de género.
Para proteger a las infancias y adolescencias intersex de intervenciones “que no sean médicamente necesarias”, el activismo intersex de Argentina confeccionó el proyecto de ley “Protección Integral de las Características Sexuales”, que ingresó en noviembre de 2022 a la Cámara de Diputados a través de la legisladora Gabriela Estévez del Frente de Todos y esperan que se le dé tratamiento.
“Es una manera más de nacer, una posibilidad más de ser”, insisten los activistas intersex, quienes buscan que no sea considerada una enfermedad su condición, sino parte de la diversidad corporal.