Un equipo científico del CONICET NOA Sur y estudiantes de la Escuela Secundaria de Amberes, ubicada al sur de Tucumán, están abriendo nuevas perspectivas en la lucha contra el virus transmitido por el Aedes aegypti.
En el marco de un proyecto piloto que tiene como objetivo el desarrollo de un gel repelente natural y biodegradable, un equipo científico del CONICET NOA Sur en el Instituto de Biotecnología Farmacéutica y Alimentaria (INBIOFAL, CONICET-UNT) se unió a estudiantes y docentes de la Escuela Secundaria de Amberes, en Tucumán, para abordar una problemática sanitaria acuciante: el dengue, enfermedad viral transmitida por el mosquito Aedes aegypti.
Sucede que a menudo, la ciencia y la innovación encuentran su camino en las comunidades y escuelas rurales para promover el aprendizaje práctico y la inclusión social. Y en Amberes -Comuna Rural perteneciente al Departamento Monteros, ubicada al sur de la provincia- los aportes científicos pueden ser de mucha utilidad para prevenir contagios o reinfecciones.
Se trata de un producto que es apto para aplicar a personas de todas las edades, y que proporciona una protección contra el mosquito de aproximadamente tres horas. Y otro dato importante: es desarrollado a partir de la utilización de plantas nativas y naturalizadas de la región, como la citronela (Pelargonium graveolens) y el Lemon Grass (Cymbopogon citratus).
Este proyecto –remarca María Eugenia Sesto Cabral, investigadora del INBIOFAL y una de las responsables de la propuesta- no sólo afronta un desafío relacionado con la salud, sino que también demuestra cómo los aprendizajes basados en colaboraciones conjuntas son “herramientas poderosas” para despertar vocaciones científicas en los y las adolescentes. “Desde nuestro instituto se busca continuar explorando espacios que tengan implicancias sociales, y donde la ciencia y la innovación contribuyan a reducir las desigualdades y generar conciencia sobre el cuidado del medioambiente y la naturaleza”, reconoce.
El equipo de trabajo que lideró esta iniciativa estuvo compuesto por Marcos Gabriel Derita, Exequiel Elías González y María Julieta Moreno, también miembros del instituto científico. Asimismo, el profesor Juan Zurita, responsable de la materia “Proyectos socio comunitarios con orientación a las Ciencias Naturales” del centro educativo, cumplió un papel fundamental al involucrar a sus alumnos y alumnas en esta actividad.
Etapas de la actividad
Como primera medida, las y los estudiantes realizaron un relevamiento epidemiológico en el Centro de Atención Primaria de Salud (CAPS) de la zona, lo que les permitió identificar esta problemática. Luego, docentes y alumnos recibieron una capacitación en Buenas Prácticas de Laboratorio (BPL), en lectura de pictogramas de seguridad química, y en uso y función de equipamiento de seguridad específico para esta tarea por parte de los especialistas del INBIOFAL. También recibieron información sobre las normas básicas de trabajo en laboratorio: el tipo de materiales, el envasado y el rotulado, así como sobre el tratamiento de residuos.
En la fase inicial de laboratorio se formularon dos geles repelentes para mosquitos que, más adelante, fueron probados por la comunidad de Amberes. La encuesta se realizó en voluntarios sanos mayores de 18 años y se evaluaron parámetros como la ausencia de edema y de eritema; la extensibilidad y la velocidad de secado; y también, las características organolépticas, que son aquellas que pueden percibirse de forma directa por los todos sentidos sin utilizar aparatos o instrumentos de estudio. “En esta actividad, la comunidad se involucró activamente; lo que generó una retroalimentación muy valiosa para el proyecto”, confiesa Sesto Cabral.
Luego de haber recolectado el material vegetal, el grupo de estudiantes se encargó de la elaboración de 20 kilos de gel en el laboratorio de la escuela, que fue distribuido entre la población local durante octubre y noviembre. “Este enfoque integral les permitió comprender todo el proceso, que va desde conocer las potencialidades de la planta hasta el producto final; resaltando la importancia de la flora local y promoviendo alternativas naturales a los repelentes comerciales”, concluye la investigadora.