Había una vez, en el Hollywood de 1939, un joven forastero llamado Orson Welles: una figura nacida y criada en la radio, devenida en actor, productor y director gracias a un jugoso contrato con una de las majors de la época dorada del cine, RKO Picture, que le otorgaba libertad absoluta en la realización de su ópera prima: Citizen Kane (1941, traducida como El ciudadano Kane), escrita por Herman J. “Mank” Mankiewicz, el legendario guionista de la MGM. Aquella película retrató, a través de su ácida y desfachatada visión del mundo en conjunto con la inigualable dirección de Welles, la vida y obra de William Randolph Hearst, el opulento periodista, empresario-político y magnate de la prensa estadounidense en la primera mitad del siglo XX. Desde la laberíntica estructura del guión ganador de la decimocuarta edición del Óscar hasta el código circundante al falso documental, hoy no hay nada que no se haya dicho sobre uno de los tantos hitos del séptimo arte contemplado por muchos bajo el mote de “la mejor película de la historia”.
Había una vez, en el Hollywood de 2021, un conocido ciudadano llamado David Fincher: una figura nacida y criada en el arte cinematográfica que, gracias a su evidente talento direccional patente desde su ópera prima (Alien 3, 1992), consiguió establecer su nombre como sinónimo de calidad en la fábrica de los sueños prestados. Tan sólo tres años después de su participación en la saga de Ridley Scott, el cineasta llevaría a la gran pantalla un sórdido guión de Andrew Kevin Walker[1] (8mm, 1999; Sleepy Hollow, 1999): Se7en, protagonizada por los ya ilustres Brad Pitt y Morgan Freeman. Y, casi 30 años después de su primera incursión en la dirección, llega Mank, una oda a los viejos tiempos: la historia del joven forastero en ascenso y el viejo conocido en decadencia, construida sobre la vida detrás de los reflectores —tangibles y metafóricos— de las magnánimas celebridades de aquella época de oro.
Con guión del difunto Jack Fincher, Mank es cine sobre cine al mejor estilo de 8½ (Federico Fellini, 1963), White Hunter Black Heart (Clint Eastwood, 1990) o Heart of Darkness: A Filmmaker’s Apocalypse (Eleanor Coppola, 1991; documental sobre realización de Apocalypse Now); con la facsimil ambientación musical de Trent Reznor y Atticus Ross, habituales en las obras del realizador, que permite la total inmersión no sólo en dicho período sino también en su modo intrínseco de aclimatar películas, en yuxtaposición con la acrónica fotografía de Erik Messerschmidt, el filme es la convergencia de un sinnúmero de conocimientos que Fincher adquirió desde sus inicios como productor de efectos visuales para Korty Films y asistente de fotografía para Industrial Light & Magic, transformándose en —hoy— el autor predilecto para tratar y retratar en la gran pantalla la crónica sobre lo que se esconde detrás del insuperable guión de Mankiewicz.
Mank evidencia que Citizen Kane es más una extraordinaria parodia de la vida y obra de Hearst: es el lejano 1934 y su contexto político y sociohistórico convirtiéndose en un manifiesto de principios en clave audiovisual, influyendo de manera irrefrenable sobre un pobre escritor alcohólico y un novato director de apenas 24 años con un talento nato, destinados a formar parte de los anales del séptimo arte. Narrada con la comicidad y sarcástico cinismo característicos del personaje interpretado por el camaleónico Gary Oldman, portadora de una entretenida y educativa autorreferencialidad, es un relato que se cocina a fuego lento, que tarda en significar el Rosebud del guionista y concebir a Charles Foster Kane al mismo tiempo que conforma la entrañable figura del convaleciente Mank y las mujeres que lo acompañarán en su travesía: la pobre e incondicional Sara (Tuppence Middleton), la legendaria Marion Davies (Amanda Seyfried) y la leal Rita Alexander (Lily Collins), trinomio que analiza el rol del sexo femenino en esos años. Mank es la razón de la expedición en las ruinas del imperio del ciudadano, es un caricaturesco intento de oponerse a los poderosos íconos de ese entonces como ser Louis B. Mayer (Arliss Howard), miembro fundador y presidente de la MGM, William Randolph Hearst (Charles Dance) junto a su séquito de adeptos, e incluso al mismísimo Orson Welles (Tom Burke), reavivando una disputa histórica con la intención de dar respuestas a una de sus grandes cuestiones: ¿quién es el verdadero autor de El ciudadano Kane? El mono organillero, probablemente, reivindicado en su labor 80 años después y eximido del olvido.
Hoy, David Fincher es lo que fueron Martin Scorsese y Francis Ford Coppola para los años 70’ y lo que fue el mítico Orson Welles para los años 40’. Y ellos, entre innumerables figuras del medio, son historia del cine.
[1] 26 años después de aquella colaboración, Fincher dirigirá The Killer, novela gráfica adaptada al cine por el mismo guionista, con Michael Fassbender como protagonista. Aún no hay fecha de estreno, que será en Netflix gracias al contrato de exclusividad que el director tiene con la plataforma de streaming.