Brenda, Morena y Lara, un triple femicidio en clave narco y patriarcal

El hallazgo de los cuerpos de Brenda del Castillo (20), Morena Verdi (20) y Lara Gutiérrez (15) en una vivienda de Florencio Varela estremeció al país. Las tres jóvenes fueron secuestradas, torturadas y asesinadas con extrema crueldad, en un crimen que, según la investigación, estuvo presuntamente vinculado a un ajuste de cuentas narco. Para sumar crueldad, Los tormentos y asesinatos habrían sido transmitido en vivo como mensaje disciplinante.

La escena reúne la peor combinación de violencias: la del narcotráfico, que disciplina con terror, y la patriarcal, que convierte a los cuerpos de las mujeres en territorio de venganza y mensaje público.

¿Por qué es un triple femicidio?

El femicidio es la muerte violenta de una mujer por razones de género, en un contexto de desigualdad estructural y relaciones de poder que habilitan la crueldad y la impunidad. Así lo definió el Mecanismo de Seguimiento de la Convención de Belém do Pará (MESECVI): “la muerte violenta de mujeres por razones de género, ya sea que tenga lugar dentro de la familia, en la comunidad, o sea perpetrada o tolerada por el Estado y sus agentes, por acción u omisión”.

La antropóloga Rita Segato insiste en que el femicidio no es solo un homicidio más:

“He defendido la necesidad de tipificar los asesinatos de mujeres solo por ser mujeres. Estos crímenes envían mensajes a toda la sociedad: son actos de poder, no hechos aislados”1.

Para Segato, se trata de una “pedagogía de la crueldad”, donde el castigo ejemplificador a una mujer funciona como advertencia para todas.

Narco y patriarcado: violencias que se cruzan

En el caso de Florencio Varela, la violencia del crimen organizado se combinó con la violencia de género. La hipótesis judicial indica que el triple asesinato fue un supuesto ajuste de cuentas por droga robada. Pero el modo en que se ejerció la violencia —tortura, mutilación, transmisión en vivo, enterramiento clandestino— revela algo más profundo: el cuerpo femenino convertido en campo de batalla para dirimir conflictos de poder.

Cuando las organizaciones criminales ejecutan la violencia más extrema sobre mujeres, la elección no es neutra: la víctima mujer se convierte en símbolo del mensaje mafioso. El femicidio narco no es un fenómeno nuevo en América Latina, pero en Argentina su visibilidad recién empieza a ocupar espacio en la agenda pública.

Violencia simbólica: cuando la cultura legitima el crimen

El triple femicidio no ocurre en un vacío. La semana pasada circuló en redes un video publicitario de una estación de servicio: simulaba el secuestro de una mujer en una trafic blanca y su descarte en una bolsa de consorcio, por que a los compañeros no le caía bien. El spot fue presentado como “humor” y terminó retirado tras el repudio.

Este ejemplo es clave para entender la violencia simbólica: las formas sutiles (o no tanto) en que se naturaliza el dominio masculino y se banaliza la violencia contra las mujeres. No es “un chiste”: es un mensaje cultural que habilita prácticas concretas.

Mientras algunos insisten en que “las feministas se pasan tres pueblos” por cuestionar estas representaciones, lo cierto es que esa naturalización es el terreno donde germinan violencias más brutales. El límite entre la burla y el crimen no es tan ancho como pretenden.

Una lectura en clave de crisis

Este triple femicidio ocurre en un contexto donde el Estado argentino atraviesa un vaciamiento sistemático de políticas de género y juventud. El las políticas públicas para abordar la violencia de género de manera integral fueron desmanteladas; los programas de prevención de violencia se recortaron; los equipos interdisciplinarios en territorio quedaron reducidos al mínimo.

En paralelo, la crisis económica profundiza la exclusión: jóvenes como Brenda, Morena y Lara enfrentan un futuro marcado por la precariedad laboral, la falta de oportunidades y la captación por redes criminales que ofrecen un ingreso rápido aunque letal.

La conjunción es explosiva: menos Estado, más narcotráfico, más violencia de género.

Nombrar para no olvidar

Nombrar a Brenda, Morena y Lara es resistir al olvido. No fueron “tres chicas” ni “tres víctimas de un ajuste narco”: fueron tres mujeres jóvenes asesinadas con lógica de femicidio en un contexto de disciplinamiento criminal.

El desafío para el feminismo, el periodismo y la sociedad es no reducir el caso a un “hecho policial” más, sino comprenderlo como lo que es: una alerta sobre la convergencia entre patriarcado, crimen organizado y políticas públicas debilitadas. Además, darse a la tarea que no existen buenas o malas víctimas.

La pedagogía de la crueldad busca callar y aterrorizar. Nombrarlas en voz alta es, también, un acto de justicia.

Este sábado 27 de septiembre en todo el país habrá movilizaciones para exigir Justicia. En Tucumán, organizaciones convocan para las 17.30hs en Plaza Independencia.-

https://www.instagram.com/p/DPBTlUvjnUZ

  1. Segato, Rita (2006). Qué es un feminicidio. Notas para un debate emergente. Serie Papeles de Trabajo, Programa Regional de Formación en Género y Políticas Públicas (PRIGEPP-FLACSO Argentina). ↩︎

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