En valor dólar, el índice salarial mensual sufrió un descenso de 580 a 279. Pasó de ser el más alto de la región a ocupar el séptimo puesto. Otro de los correlatos del deterioro de los ingresos fue una contracción del mercado interno.
Por el impacto de la recesión, el ajuste y la mega devaluación, el salario mínimo, vital y móvil (SMVM) medido en dólares se derrumbó 52,9% desde la asunción de Mauricio Macri. En apenas tres años y medio, Argentina pasó de liderar el ranking salarial en América del Sur a ocupar el séptimo lugar. Según un informe de la Undav, el SMVM bajó de US$580 en noviembre de 2015 a los actuales US$279 por mes, es decir, US$1,3 por hora.
Los saltos cambiarios de 2016 y 2018 fueron el principal motor del deterioro. Desde el cambio de Gobierno, el dólar acumuló un alza del 374% contra una suba nominal del piso salarial de sólo 123%, al pasar de $5.588 a $12.500. Sin embargo, no fue el único factor. La escalada inflacionaria y la decisión oficial de convalidar recomposiciones a la baja en el Consejo del Salario hizo que el salario mínimo perdiera el 29% de su poder adquisitivo en pesos. La mitad de este retroceso se dio en los últimos doce meses.
Además de ser el piso salarial de los trabajadores formales que trabajan ocho horas diarias, el SMVM opera como referencia para el sector informal, que no se rige por convenios colectivos sectoriales. Además, es la vara con la que se establece el valor de los planes sociales (fijados en el 50% del salario mínimo) y el salario básico docente (estipulado 20% por encima).
Según los últimos datos disponibles del Indec, el 40% de la población con ingresos cobra menos que el SMVM. El deterioro llega a tal punto que una familia tipo con dos salarios mínimos de $12.500 no llega a cubrir el costo de la canasta básica total, que en abril ascendió a $29.493; es decir, está en situación de pobreza. Como paliativo, el Ejecutivo adelantó a marzo la última cuota pautada en el Consejo del Salario de mitad de 2018 pero no alcanzó para revertir el declive. Para la edición de este año, que se realizará en las próximas semanas, los sindicatos ya adelantaron que pedirán elevarlo a $30.000, en línea con la canasta de pobreza.
El desplome no fue sólo para los trabajadores de menores ingresos. El promedio de los asalariados formales del sector privado perdió el 16% de poder de compra, el mayor retroceso desde 2002. Así lo marcó un informe del IET, que señaló que el salario real se ubicó en mayo en el nivel nivel más bajo en once años. En términos interanuales se hundió 9,6% y acumuló su decimoctava caída consecutiva.
“El abrupto salto en el tipo de cambio del año pasado fue consecuencia directa del modelo económico. La apertura comercial irrestricta, la liberalización de la cuenta de capitales y un proceso de recomposición desmedido en el cuadro tarifario de servicios públicos signan la mayor fuente de volatilidad nominal de los últimos años”, señaló el estudio de la Undav. La eclosión de este esquema, sostenido con un endeudamiento récord, terminó con la vuelta al FMI para evitar un default. Claro, el préstamo stand by implicó someterse a las típicas recetas del Fondo: “Cepo monetario, aceleración de la reducción del gasto público y política salarial restrictiva”, agregó.
Junto al mayor salto de la pobreza en 16 años, otro de los correlatos del deterioro de los ingresos fue una contracción del mercado interno que terminó de sumir a la economía en una profunda recesión. Según datos del Itega, el consumo se desplomó 14,1% en lo que va del actual mandato./Bae Negocios