Por Erika Rojas, madre de Andrea, víctima de violación grupal en Tucumán para La Poderosa
El día que Andrea habló nos prometimos ir hasta el final. Ese sábado 6 de marzo del 2021 mi hija, de 23 años, salió a una fiesta en una casa ubicada en Burruyacú, y en la madrugada decidió acostarse en una cama porque se sentía mal. Ahí fue violada, pero yo lo supe varios días después, cuando se animó a hablar. El domingo al mediodía, ella salió de bañarse y la vi con los ojos hinchados y el labio morado. Se acercó, saludó al padre fríamente y se encerró en su dormitorio.
Al otro día la noté muy rara, me esquivaba la mirada y se pasó el domingo encerrada en la habitación. El lunes le pregunté por el labio morado, y me dijo que se había golpeado con la puerta del placard. Trataba de esquivarnos, se iba a lo de su prima y volvía con los ojos llorosos. Un día le ví el muslo morado y noté que tenía quemaduras de cigarrillo, pero ella me decía que fue un accidente. Sentía que algo le había pasado ese fin de semana, y la intuición de madre no falla. Me llamó al comedor y, junto con su prima, me contaron que el domingo 7 a la madrugada Andrea había sido violada por tres hombres: Benjamín Padilla, David Aranda y Hugo Décima. Me quedé con el alma en la mano.
Fuimos a la comisaría e hicimos la denuncia. Ahora, un año después, comenzó el juicio. La carátula del caso es «abuso sexual con acceso carnal», y la fiscal María del Carmen Reuter pidió una condena de 13 años de prisión. Sinceramente esperaba más, fue brutal, la lastimaron, la golpearon para doblegarla. Como si eso no bastara, este año hemos sufrido acoso por parte de las familias de los imputados, que están ligadas al poder político de la provincia: Padilla es el hijo del ex intendente de Burruyacu, actualmente funcionario del Gobierno de la Provincia de Tucumán.
Hoy Andrea está tranquila, a pesar de tener una carga pesadísima en sus espaldas. Vamos a luchar para que haya justicia, sabiendo que no estamos solas. Hay un montón de organizaciones feministas acompañándonos; hasta se hizo una marcha, la primera que hubo en Burruyacú. Siento que Tucumán nos acompaña.