A menos de un mes de las PASO, con aviones, helicópteros y tanques, Macri encabezó un desfile militar en la avenida Libertador de la Ciudad de Buenos Aires en el Día de la Independencia.
A 203 años del 9 de julio de 1816, el presidente Mauricio Macri encabezó la celebración de la Independencia con un despliegue de más de 4.000 efectivos de a pie, motorizados y montados a caballo, bandas militares y de música –de distintos regimientos y cuerpos– y 16 aeronaves militares en vuelo.
Hace tres años se reanudaron los desfiles militares del 9 de Julio, al conmemorarse el Bicentenario, y tras un período de 16 años sin operativos militares para festejar la fiesta patria de la declaración de la independencia. El año pasado no se hizo por falta de presupuesto.
El acto comenzó al mediodía con la procesión de once bandas musicales de diferentes regimientos. Las primeras en desfilar fueron las compañías de música de cada una de las tres Fuerzas Armadas, además de las de la Policía Federal, la Gendarmería y la Prefectura Naval. Los músicos fueron escoltados por un desfile de tropas del Estado Mayor Conjunto de las Fuerzas Armadas (100 efectivos), el Ejército Argentino (1.400), la Armada (500), la Fuerza Aérea (450), acompañados por Gendarmería Nacional (300), Prefectura (300), PSA (300), Policía Federal y de la Ciudad (200 y 200 efectivos), Veteranos de Guerra de Malvinas y miembros de fuerzas de seguridad extranjeras.
Formaron parte de la celebración cuatro Hummer, cuatro Polaris, dos Gaucho y dos CSK-131, los vehículos blindados chinos que participaron del operativo de seguridad de la Cumbre del G20, y tres cazabombardero A-4AR Fightinghawk.
Tampoco faltaron los pañuelos celestes y la consigna que prueben grupos autodenominados “provida”, que se oponen al aborto y la educación sexual, en combinación con el verde camuflado militar.
El jefe de la cartera de Defensa, Oscar Aguad, participó junto a Mauricio Macri, Miguel Pichetto y la mayoría de los integrantes del gabinete nacional del desfile. El ministro salió a justificar la presencia de Aldo Rico, ex carapintada, en el acto.
El militar saltó a la fama en la Semana Santa de 1987, cuando lideró el acuartelamiento de Campo de Mayo en solidaridad con el represor Ernesto Barreiro, que no se presentó a declarar por su rol en los crímenes cometidos en el centro clandestino de detención de La Perla.
El alzamiento de Semana Santa, contra la democracia durante el gobierno de Raúl Alfonsín, terminó con la rendición a cambio de la ley de Obediencia Debida, que amplió los alcances de la de Punto Final y garantizó la impunidad del cuerpo de oficiales por delitos de lesa humanidad.
“Lo de los carapintadas es cosa vieja. Fue un acontecimiento chiquito, que yo no creo que haya puesto en jaque a la democracia”, sostuvo Aguad, conocido entre sus correligionarios por el apodo “el milico”.
“Las Fuerzas Armadas son servidores para su pueblo. Y la gente valora, aunque nos hayan hecho creer que la gente no quería a las Fuerzas Armadas. Estas son otras Fuerzas Armadas subordinadas al poder político. Otra cosa es juzgar los hechos de las Fuerzas en gobiernos no democráticos”, sostuvo Aguad en diálogo con Radio Metro.
Entre tanques de guerra, aviones de combate, armas y bandas militares, Rico encabezó uno de los grupos de ex combatientes ubicado detrás de la bandera “Malvinas. Volveremos”. En el palco oficial ya no estaba Mauricio Macri, quien se había retirado para asistir al velatorio de Fernando De la Rúa en el Congreso Nacional.
Foto de portada: Pepe Mateos