Las semillas transmiten información, guardan dentro de ellas la potencia de la vida, una vida que explota, crece y puede tomar diversas formas. Si compartimos semillas y las propagamos, esta potencia se expande, conoce nuevos territorios y surgen nuevas posibilidades. Textiles semillas, unión de organizaciones de tejedoras, artistas y activistas del norte argentino, proyecto artístico intercultural dirigido por Andrei Fernández y Alejandra Mizrahi, inscripto en el programa 99 Questions coordinado por Michael Dieminger en Humboldt Fórum, toma la práctica de los intercambios de semillas y piensa a los textiles como elementos transportadores de vida.
Textiles semillas surge del deseo de unir las trayectorias e intereses de Andrei y Alejandra en un proyecto común. Andrei es curadora, investigadora independiente y gestora intercultural; Alejandra es artista visual, investigadora y docente de la Universidad Nacional de Tucumán.
Sus caminos vienen cruzándose hace años: fueron compañeras en la facultad, trabajaron juntas en proyectos de gestión y, desde última década, cada cual viene acompañando a distintos grupos de tejedoras en el andar entre los mundos de la artesanía, el diseño y el arte contemporáneo. Alejandra junto a Las Randeras de El Cercado en Tucumán y Andrei con las tejedoras del pueblo Wichi en el norte de Salta. Desde el 2021 Andrei participa del Programa 99 Questions que coordina Michael Dieminger desde Humboldt Fórum en Berlín, y a inicios del 2023 nació Textiles semillas, proyecto en el que Andrei toma el rol de coordinación territorial y curaduría, y Alejandra el de coordinación artística y pedagógica. El proyecto se propone trabajar colaborativamente con varias organizaciones de tejedoras del noroeste argentino en miras de una exposición artística a realizarse el próximo año en Alemania
El elemento alrededor del cual se construye el proyecto es el trabajo textil artesanal y las mujeres que lo realizan. El textil concebido no desde lo patrimonial o lo comercial, sino desde una mirada artística que quiere cruzar las fronteras que separan arte de artesanía, y suspender las jerarquías que valoran a uno, mientras menosprecian a otro.
Los textiles abrigan, contienen, son refugio y medio de expresión, tejer genera lazos entre mujeres de distintas generaciones, es una fuga en la vida cotidiana y un medio para contribuir a la economía familiar, para muchas es también una manera de resistir y una labor por la que sienten amor y orgullo. El textil es considerado un legado, un elemento portador de la memoria de las culturas que forma parte de la identidad de un determinado territorio.
Elvira Espejo Ayra observó en el trabajo con comunidades textileras algo que denomino yanak uywaña o crianza mutua de las artes, una conectividad generada entre las materias primas necesarias para la realización de un objeto: el hacer textil se nutre de la conexión íntima con el agua, la tierra y los animales, es resultado de un aprendizaje que se logra en la convivencia con el entorno del que proviene.
Una de las primeras acciones de Textiles semillas fue generar alianzas con distintas organizaciones y grupos de tejedoras, para posibilitar de esta manera cruces entre diversas imaginaciones y saberes. La primera etapa del proyecto se desarrolló en los meses de mayo y junio de este año y consistió en un peregrinaje por el noroeste argentino donde el equipo, conformado por Andrei, Alejandra, Alina Bardavid en la realización audiovisual, y Clara Jhonston y Cecilia Vega (quien escribe) en la producción, realizamos tres viajes por el noroeste argentino visitando territorios indígenas de los pueblos Kolla, Amaicha, Quilmes, Diaguita-Calchaquí y Wichi, y territorios rurales interculturales. En el primer viaje recorrimos el valle calchaquí en las provincias de Tucumán y Catamarca; el segundo viaje, la provincia de Santiago del Estero; y el tercer viaje, la zona andina de la provincia de Jujuy y un segmento del Gran Chaco en la provincia de Salta.
En este peregrinaje pudimos visitar y conocer a los siguientes grupos y organizaciones: la cooperativa Randeras de El Cercado, en Monteros, Tucumán; Tinku Kamayu, Lampacito, Catamarca; Tejedoras de Quilmes, Quilmes, Tucumán; Cooperativa Pachamama, Amaicha del Valle, Tucumán; Warmipura, Tafí del Valle, Tucumán; Teleras de Huilla Catina, Loreto, Santiago del Estero; Warmi sumaj, Loreto, Santiago del Estero; Teleras de Atamisqui, Atamisqui, Santiago del Estero; Warmi guapas, Atamisqui, Santiago del Estero; Tejedores andinos, Huacalera, Jujuy; Flor en Piedra, Caspalá, Jujuy; Flor de Altea, Santa Ana, Jujuy, y el grupo Silat, ubicado en Alto la Sierra en la provincia de Salta.
En cada visita, abrigadas por la montaña, entre valles, cañaverales, llanuras, al costado de un río, o a la sombra de algún algarrobo, las tejedoras nos contaban sobre su vida y su trabajo textil, a partir de una escucha atenta fuimos descubriendo diversas técnicas de tejido, algunas en desuso, otras vigentes y otras que se están recuperando: técnicas realizadas con telar, bastidores, agujas, haciendo nudos con los dedos, bordando, técnicas precolombinas como el telar de cintura; haciendo uso de tinturas industriales y naturales como el algarrobo, la cebolla y la micuna; hilando y tejiendo con lana de oveja, llama y fibra de chaguar.
Pude observar cómo la trama del tejido es inseparable de la trama de vida de cada tejedora: muchas empezaron a tejer desde niñas junto con sus madres, tías y abuelas, aprendieron a partir de una necesidad económica que muchas veces las llevó a intercambiar tejidos por mercadería, pero en sus relatos también apareció el gusto, el placer y una búsqueda de expresarse creativamente. Con el tiempo el textil se convirtió en un refugio, un lugar desde el cual se acompañan mutuamente y también una lucha por la valoración del trabajo artesanal y la transmisión de las técnicas que realizan. En estos encuentros se realizaron entrevistas, registros audiovisuales y se recolectaron piezas textiles para conformar una carta textil que dé cuenta de la diversidad de técnicas, materiales y tinturas existentes; fuimos generando lazos, plantando semillas para los encuentros futuros, comenzamos a imaginar acciones juntas.
Luego de estos primeros viajes quedó resonando en nuestras mentes una afirmación de Margarita Ramírez, fundadora del Tinku kamayu: “Lo interesante es compartir, encontrar sabiduría con el otro”. A partir de esta concepción de sabiduría colectiva que encuentra su base en la generosidad, y luego de las uniones surgidas en los peregrinajes, vislumbramos una de las primeras certezas: Crecemos porque nos juntamos.
La primera aparición pública del proyecto fue en el XIII encuentro de Tejedoras, organizado por la cooperativa La Pachamama, que se realizó en Amaicha del Valle los días 29 y 30 de agosto, para esta ocasión se sumaron al equipo de trabajo el grupo de apoyo intercultural formado por Celeste Valero de tejedores andinos, Claudia Alarcón de Silat y Tatiana Belmonte de Randeras del Cercado; y como asistentes de investigación: Carla Abiles, Candelaria Aaset, Milagro Colodrero, Fernanda Villagra Serra; en comunicaciones Gabriela Cisterna y también contamos con el apoyo de la Facultad de Artes posibilitando la colaboración de los estudiantes Raúl Esteban Goméz, Pamela Galván y Victoria Pastrana.
En el marco del encuentro de tejedoras se realizó una instalación artística con estructuras de maderas diseñadas por Paulo Vera y realizadas por Alejandra Lamelas, que se desplegaban cual montañas conteniendo todas las piezas textiles que se recolectaron en los peregrinajes. El proyecto se propone fortalecer situaciones ya existentes, por esto nos sumamos al encuentro de tejedoras invitando a representantes de las organizaciones y grupos que conocimos a participar dictando talleres y en las ferias. Fueron días soleados de invierno que nos reunieron en Amaicha para celebrar el textil, el encuentro que siempre se realiza cerca del primero de agosto, empezó y termino con ofrendas y festejos a la Pachamama.
Textiles semillas cruza las fronteras que dividen el mundo del arte del mundo de la artesanía, Alejandra y Andrei comparten con las tejedoras su formación artística, esto es el poder imaginarse desde el arte y decidir qué tipo de artista querer ser, ya que, como explica Andrei, no hay una sola forma de ser artista ni de hacer arte. Si bien el elemento central es el trabajo con el tejido artesanal, Alejandra al hablar del proyecto cuenta: “El proyecto no es un trabajo sobre el textil como objeto, sino sobre las personas que lo hacen”, el foco está puesto en las mujeres, en los procesos creativos y en el deseo, en lo que surge cuando les preguntamos por qué tejen, qué es lo que desean crear y lo que disfrutan hacer, por fuera de los mandatos patrimoniales y la comercialización. En palabras de Andrei, “El proyecto esta fundado en preguntas, la pregunta es hacia donde vamos, no sabemos. Es una deriva, pero una deriva gozante y colectiva, una aventura”.
Hermoso Ceci, te felicito por este hermoso escrito, cada palabra llego hasta el fondo de nuestros corazones.