Ser periodista hoy es vivir con el cuerpo partido entre el vértigo de la urgencia y la paciencia que exige contar bien. No podemos evitarlo: vemos una historia donde otros solo ven una anécdota. Leemos entre líneas, preguntamos lo incómodo, anotamos lo que nadie dijo.
Vivimos con la cabeza llena de titulares y el bloc de notas abierto por las dudas. Anotamos miles de ideas aunque tal vez nunca vean la luz. Llegamos siempre justo al deadline. Mientras el resto duerme, seguimos chequeando datos, desgravando entrevistas, dudando del título, buscando una última fuente más.
Escribimos notas largas, con contexto, testimonios y cifras… y muchas veces solo leen el título. Terminamos de escribir después de dos días intensos…pero el tema ya no está en agenda. Hay quienes prefieren consumir (y construir) fakes news para reforzar lo que piensan. Y ahí también estamos chequeando datos.
En la redacción autogestiva somos redactores, editores, CM, fotógrafos, diseñadoras y community todo en una misma persona. Mientras a otros medios les entra pauta oficial de a millones, a nosotros nos la recortan. Y cuando preguntamos por qué, nadie contesta.
Meta y Google se chupan todo el tráfico. Tu web quedó en la página 3 de los buscadores. Tu nuevo jefe es el algoritmo de Instagram y cuando te suspenden la cuenta por infringir alguna norma que ni sabes cual es, no existe el departamento de recursos humanos ni el sindicato donde poder hablar.
La IA nos dice que nos va a reemplazar. El presidente de tu país tuitea: “No odiamos lo suficiente a los periodistas”.
Pero igual seguís.
Porque en algún lugar todavía creemos que contar historias transforma.
Porque trabajar en una cooperativa, en un medio autogestivo, en red, nos salva.
Porque narrar las luchas colectivas, ponerle palabras a la búsqueda de justicia, seguirle el hilo a lo que duele… es también resistir.
Porque el periodismo es eso: un acto de amor, en un mundo que todo el tiempo te pide que odies.
Luchamos contra la inmediatez, pero nos volvemos inmediatos.
Y en tiempos oscuros, también es nuestra responsabilidad construir futuro.
Porque el periodismo no es solo una profesión. A veces, es una forma de seguir creyendo en algo.
En un contexto de discursos de odio, censura, precarización y violencia, ejercer el periodismo con compromiso es cada vez más difícil. Pero también es más necesario que nunca.
A quienes sostienen este oficio con el cuerpo, el corazón y la cabeza: gracias.
Hoy no solo celebramos el oficio: lo defendemos.