El inicio del juicio estaba programado para comenzar hoy, pero se volvió a posponer a falta de pericias pendientes que aún no realizaron desde la Fiscalía.
A poco de cumplirse cuatro años del transfemicidio de Ayelén Gómez, la Justicia volvió a posponer el inicio del debate oral ya que aún quedan pericias pendientes que no se realizaron.
El juicio estaba programado para el 29 y 30 de abril, pero se pospuso ya que aún quedaban pendientes que se realicen las pruebas periciales genéticas aún no elaboradas. Así lo había informado desde Andhes, organización que tomó el rol querellante en la causa.
Durante el tiempo transcurrido, la fiscalía no pudo realizar las pericias por lo que se volvió a posponer y ahora comenzará el 27 y 28 de septiembre.
Desde Andhes, sostienen que el crimen de Ayelén “es un caso testigo que refleja de manera cruda la historia de vida de todo el colectivo de mujeres trans y travestis que vio históricamente vulnerados sus derechos humanos, siendo blanco de violencias e invisibilizaciones por parte del estado y sus instituciones. Las mujeres trans y travestis ven afectada su dignidad humana con la exclusión y la falta de acceso a la salud, a la educación, al trabajo y la justicia, como así también se enfrentan a la discriminación, a la criminalización y a múltiples y reiteradas manifestaciones de odio hacia su género por parte de la sociedad”.
“Buscamos que la justicia tucumana pueda llevar adelante un juicio justo y respetuoso de la identidad de Ayelén, que tenga en cuenta todos los obstáculos presentes en su vida, como en la vida de la gran mayoría de mujeres trans y travestis. Y que finalmente, pueda aplicar medidas de acción positivas y reparadoras para este colectivo y para la familia de Ayelén Gómez”, expresan desde la organización.
Los términos travesticidio y transfemicidio son usados internacionalmente para los crímenes contra mujeres trans y travestis. Este término doble, que expresa la identidad política, es la expresión más visible y final de una cadena de violencias estructurales que comienza con la expulsión del hogar, la exclusión del sistema educativo, sanitario y del mercado laboral formal, la iniciación temprana en el trabajo sexual, el riesgo permanente de contraer enfermedades de transmisión sexual, la criminalización, la estigmatización social, la patologización, la perversión y la violencia institucional.