Tras su reciente estreno en el emblemático cine Gaumont de la ciudad de Buenos Aires, ya se puede ver en la plataforma CINE.AR este notable documental que a través de la experimentación estética recorre el laberinto de la historia tucumana.
Yakuman participa de la Competencia Argentina de Largometrajes del Festival Tucumán Cine Gerardo Vallejos y se podrá ver el viernes 2 de agosto a las 20h y el sábado 3 a las 18h en el Cine del Solar.
YAKUMÁN: HACIA DONDE VAN LAS AGUAS
(Pedro Ponce Uda, 2024)
Todo mundo compartido se construye entre la historia, el mito y los claroscuros de la vida cotidiana. Los pueblos son una invención en constante tensión con la dureza de los hechos, que –inevitablemente- son la materia prima de las memorias. En la mixtura de esa arcilla donde luchan ángeles y demonios demasiado humanos, hunde sus manos el arte para modelar otras visiones. El cine no es para nada ajeno a este oficio de alumbramientos. Una vez más, esto es reafirmado por una película como Yakuman, que navega imantada por sus interrogantes hacia ese lugar nativo donde van las aguas.
Tucumán es la comarca en la que se interna el viaje que propone este documental, un periplo a contrapelo de la cronología, guiado a través de capas de temporalidad discontinua por el enigma de un espacio a la vez bello y horrible, quebrado con fracturas expuestas por las tragedias sociales, políticas y económicas. El cine es la nave que recorre el cuerpo magullado de este territorio cercado por sus infortunios, sus plegarias desoídas y las promesas incumplidas de oráculos que una y otra vez fallaron. Cualesquiera sean los dioses, es posible que su ira originaria todavía persista expandida sobre estas tierras.
Un borbotón de voz con resonancias ancestrales inicia un relato que se abre hacia una irradiación ramificada, recorrida por otras voces, ecos e imágenes, en una hipnótica galería sensorial intervenida todo el tiempo por el reino de la naturaleza. En la arborescencia de sus escenas se articulan la vegetación subtropical, los ríos y las piedras con el archivo del devenir humano, un flujo en el que los hechos históricos se precipitan hacia la estremecedora turbiedad contemporánea. Tras el eterno sueño independentista, este lugar llamado Tucumán aparece como una casa embrujada por pesadillas y espectros muy reales: los estragos de las dictaduras, la pasión autoritaria y los extravíos de la democracia.
Después de su prólogo enunciado por la leyenda originaria de los inicios de la ciudad, el camino que traza la película se pone a andar con la referencia a una búsqueda que excava las estelas del terror más infame, en medio del imponente verdor de las yungas. Luego se hace presente, desde un mural instalado en un templo católico de alta jerarquía, otra leyenda de la fundación, esta vez la pergeñada por los conquistadores. A partir de ahí transcurre una constelación de fragmentos de lo que fuimos y somos, un vertiginoso salón de espejos que nos interrogan, un espiral de sucesos y sensaciones al que conviene entregarse dejándose llevar, hasta un epílogo donde el anclaje de la palabra hace que la maquinaria audiovisual adquiera una perturbadora diafanidad.
El film se evidencia como la vivisección poética de un organismo social en el laberinto de su historia, exploración robustecida por una esmerada puesta en escena, en la que sobresalen las texturas de la edición de sonido y la absorbente atmósfera musical, a lo largo de una sinfonía inquietante donde la temporalidad histórica se descompone en partículas fantasmales. Lejos, muy lejos, de cualquier didactismo expositivo, se trata de una obra auténticamente viajera, liberada del lastre de las certezas.
Yakuman es una refundación cinematográfica de Tucumán, la consolidación definitiva del territorio que ha venido demarcando la nueva producción audiovisual de la provincia, un fenómeno cultural del cual esta película se erige como una posible cima, un mojón ineludible a partir del cual se multiplicarán las búsquedas. Al mismo tiempo, es la revalidación de un enclave en estos tiempos de barbarie entronizada, una zona de trabajo creativo para nutrir las batallas que haga falta librar.
Parafraseando a Borges, a mí se me hace cuento que empezó Tucumán, tan eterno se ve en la exuberancia de su naturaleza y en los acertijos de sus calamidades históricas. Pero viene muy bien como experiencia movilizadora que el cuento sea relatado por un film como éste.