En el cierre de “La Bienal” -y presentación del proyecto colectivo “Marea Verde”-, un importante número de mujeres y feministas autoconvocadas, reclamó su derecho de igualdad ante la participación masculina.
Es notable la cantidad de personas que moviliza, cada dos años, la Bienal Argentina de Fotografía Documental. “Creo que este evento se ha convertido en un espacio fundamental del arte argentino”, manifestó el fotógrafo, Eduardo Gil, artista homenajeado en la edición 2018. Y, es que la Bienal comprende una amplia variedad de actividades y propuestas, alrededor de la fotografía, que reúne un inmenso grupo de participantes de Rosario, Buenos Aires, Córdoba, Mendoza, Chile, México y otros territorios -dentro y fuera del país-, que se hacen presente para exponer, participar de charlas, talleres, revisiones de portfolios, con distintos roles e intereses.
“(…) La participación de las mujeres fotógrafas -históricamente-, es menor, tanto en exposiciones, charlas, en el ámbito docente y de la investigación… Las estadísticas dan cuenta de eso, de manera que proyectar el video de Marea Verde, y que opere en el cierre de la Bienal, fue casi obligatorio”, expresó Gisela Volá, una de las curadoras y jurado de la convocatoria internacional que culminó en la producción de un ensayo colectivo en torno a la lucha de mujeres y feministas por la legalización del aborto.
⇒”La deconstrucción recién comienza”, sobre Marea Verde en La Nota
Antes de arrancar la proyección del video, un importante grupo de mujeres autoconvocadas, que participó de distintas actividades a lo largo de la escena fuerte de la Bienal, pidieron atención a las personas presentes y leyeron un comunicado desarrollado entre todas.
“A las mujeres siempre se nos dice que no es ni el momento ni el lugar para hacer planteos. No estamos de acuerdo con eso. Consideramos que las cosas se cambian hablando y que el momento justo es simplemente el que elegimos.
Así que, nos pusimos a hacer números y damos cuenta de lo siguiente:
Sólo 4 revisoras, 1 expositora, 3 oradoras y 4 talleristas.
La mayoría de los que se programaron como diálogos fueron en la práctica entrevistas a los invitados masculinos.
Esto contrasta con la amplia participación femenina en las convocatorias abiertas y en todas las actividades.
En base a esta situación proponemos que a partir de la próxima Bienal se garantice la paridad en todas las instancias.
Para ello nos ofrecemos a acercar contactos y todo lo que sea necesario para que así sea.
Nos gustaría además que se pueda hacer público el debate de la elección de ganadores y ganadoras de portfolios, tal como ocurre por ejemplo con el premio POY. Sería una oportunidad de un crecimiento y aprendizaje aún más profundo. También nos interesa que exista una representación más federal y regional para compartir lo que está sucediendo actualmente.
Además, consideramos indispensable incorporar un espacio específico, con lugar y tiempo apropiado, para poder compartir proyectos, trabajos e ideas entre todxs con el objetivo de potenciarnos mutuamente.
Participamos de la Bienal y queremos ser parte en todo el sentido de la palabra. Ahora que si nos ven”.
La transformación necesaria de los espacios “copados” que habitamos
Por Carolina Cabrera, feminista y fotógrafa
Ayer sucedió una interpelación de una, dos, tres y más mujeres en el contexto de la actividad “diálogos”, dentro de un ámbito “del palo” y con gente “copada”, como es la Bienal, a la cual soy fiel habitué.
El primer pensamiento que se me cruzó, y por ser el primer y automático, suele ser absolutamente patriarcal (porque es la cultura aprendida desde pequeña), fue: “uh, ahora empiezan todas las mujeres, no es el lugar ni el espacio para hacerlo”. Y luego dejo paso al ejercicio de deconstrucción: “mierda, si no fuera por éstas interpeladoras que desoyen el mandato de cuándo, dónde, y cómo interpelar, no estaríamos en donde estamos. Jamás ha sido para nosotres el lugar, ni el momento, ni la forma. Simplemente porque sí lo es, no estamos interpelando nada. Me saco el sombrero con las compas que se atreven a interpelar todos los espacios y las masculinidades que sobre todo, se suponen las más abiertas y progres.
Y es que ¡¿cómo no las vamos a interpelar, si nosotras mismas nos interpelamos todo el tiempo, en todos los espacios, a todas nosotras?! ¿O qué hacen 50, 70 mil mujeres en charlas, talleres y mesas de trabajo en los ENM? O acaso ¿cómo pasamos del “feminismo” en singular, al riquísimo e infinitamente más profundo, complejo y dinámico “feminismos” en plural?
A ésta interpelación le sucedió una respuesta, que lamentablemente quedó (como muchas veces sucede) cierre de una puerta que era súper interesante abrir. Uno de los hombres de la actividad del “diálogo” dijo algo así como: “espero no llegar al punto de pedir perdón por ser hombre”.
Otra vez mi primer pensamiento patriarcal fue: “y si”…pero algo me hizo mucho ruido. Luego pensé: “Éste es uno de los bastiones principales del patriarcado; contestar victimizándose anulando el debate rico que podría surgir”. La victimización de los hombres cada vez que son interpelados es una constante que no permite debate ni profundización de nada. Es una herramienta que funciona a la perfección. Desnaturalización. Si hay alguien que no puede bajo ningún punto victimizarse, son los hombres cis. Por favor compas, dejemos pasar este primer pensamiento y respuesta automática, y continuemos mucho más allá…
¿Qué están interpelando éstas mujeres? ¿Qué interpelamos? ¿Interpelamos un espacio? ¿Un sujeto? ¿Un colectivo? ¿Una manera de construir estos encuentros? ¿La fotografía? ¿Una manera de construir conocimiento? ¿Desde qué cosmovisión? ¿Cuántas cosmovisiones/culturas son posibles? ¿Por qué ahora? ¿Por qué no se dió antes? ¿Por qué no se dió después?
¿Por qué ahí?
¿Quizás porque no existe el espacio en éstas construcciones donde se dé éste debate?
¿Quizás porque todos los espacios “copados” no tienen ó no tenían espacio oficial para éste debate?
Resulta, como se viene dando, que hasta en éstos espacios copados que habitamos, la despatriarcalización es siempre hacia afuera y jamás por iniciativa propia hacia adentro, a menos que la impulsen las molestas interpeladoras que no esperan el lugar, ni el espacio ni la forma adecuada”.