Me gustaría dejarles una reflexión sobre las amistades incómodas, esas que no son “un lugar al que siempre volver”, pero están ahí y nos hacen salir de nuestros suelos firmes un rato. Porque si el Día del Amigo suele ser una excusa para celebrar los vínculos que nos sostienen, también puede ser una oportunidad para pensar en esos otros menos cómodos.
En los últimos ocho meses formé parte de un programa que se denomina a sí mismo como una aceleradora de democracia; Potencia Argentina fue un proceso de formación que, con frecuencia, me puso fuera de mis lugares cómodos y seguros.
En Potencia convivimos personas de 20 provincias distintas, de más de 60 ciudades diferentes, de distintos partidos políticos, organizaciones, trabajando en lo público, privado o no gubernamental. En ese contexto me hice un grupo de amigas y amigos nuevos, un grupo bien federal y multipartidario que fui conociendo en el tiempo. Y ahí tuve mis primeras contradicciones, “¿me estoy haciendo amiga de un libertario? ”. Me costó bajar la guardia, admito. Incluso siendo el único otro norteño del grupo, pensé que ni la región podría ser un factor común. Sin embargo, no pude no ser buena alumna del programa y me entregué al propósito: entrenar el diálogo para construir consensos en lo político, apostar a lo colectivo.
De pronto estaba en un chat con este grupo de amigas y amigos, donde nos escribimos casi todos los días durante estos meses. Un chat con mucho chisme, proyectos, alianzas, aspiraciones y roscas. En esa casi cotidianidad de whatsapp me di cuenta que el amigo libertario era la posibilidad de conocer más sobre ese partido y ver de cerca su modo de hacer campaña a nivel local. Lo escuché renegar sobre las miserias previas al cierre de una lista y así también me di cuenta que ahí no había ningún modo distinto de hacer política, hay mucho de lo viejo disfrazado de nuevo.
Para quienes nos sentimos en shock desde que asumió en el poder LLA, entender a personas que votaron esa fuerza o empatizar con alguien que es militante de ese partido parece un incordio. Hablar de grietas quedó chico, sentimos abismos entre un posicionamiento y otro. Sin embargo, en mi experiencia, me parece importante destacar que no todos los libertarios son leones, entonces, establecer un vínculo con quienes saben y pueden mantener una conversación, argumentar, no violentarse, no gritar, no insultar, es un puntapié para intentar entendernos.
Porque para mí fue muy importante entender cómo alguien deviene votante, militante o candidato de LLA. En este caso, mi amigo libertario no se inició militando en ese partido, viene de otras experiencias, de otros espacios políticos, también, de otras desavenencias. Creo que para muchas personas alineadas hoy con LLA, ese espacio político fue una oportunidad, ya que en todas las provincias necesitaba militantes y ofrecía un camino a una candidatura más corto que en otros espacios partidarios más antiguos, donde suele haber más generales que soldados. Pero ésta puede ser una de las muchas maneras de llegar a creer y apostar en ese espacio.
Volviendo entonces a la primera idea, ¿porqué tener amistades que me desorientan el algoritmo? Mi balance es al cierre del programa de Potencia Argentina, donde me quede con muchos amigos y amigas de todos lados; amistades más y menos cómodas que otras, pero hoy creo todas necesarias. Pienso que necesitamos poder sentarnos con distintas personas en la misma mesa para encontrar consensos y principalmente disminuir las enormes tensiones que estamos viviendo.
Pienso también, que en estas épocas, más que buscar pisar tierra firme todo el tiempo, necesitamos aprender a navegar sabiendo que todavía hay archipiélagos de certeza donde descansar.
