Este martes 3 de octubre, el Museo de la Universidad Nacional de Tucumán y la Fundación Las Margaritas de Rodo Bulacio se unen para inaugurar una exhibición antológica que promete emocionar corazones y abrir los ojos del público a un legado artístico único en la provincia.
Bajo el título “Fantasía marica del pueblo”, la exposición es un tributo a la trayectoria y audacia de La Rodo Bulacio, artista monterizo que fue asesinado a sus 27 años en 1997. Se trata de la itinerancia de la exposición presentada en 2022 en el Museo Nacional Palais de Glace, bajo la curaduría de Geli González y Guadalupe Creche.
La inauguración está prevista para las 19.30hs y habrá una performance apertura “Fantasía Tenor Grasso”, a cargo del Movimiento Kiki.
Un viaje a través del Arte de La Rodo
“Fantasía marica del pueblo” es una exposición que no solo nos presenta las obras del artista, sino que nos invita a sumergirnos en su vida y su impacto en el mundo del arte. Esta antología reúne tres de sus muestras individuales, el trabajo colectivo de las performances y sus primeros ejercicios como estudiante. Es un viaje temporal que abarca desde 1989 hasta 1996 y que revela la naturaleza política y desafiante de su trabajo.
La exposición incluye una selección de obras emblemáticas, desde “Karta Nova” hasta “Mucha Karakatanga en la koctelera” y “Blanka… enseña lo que has conseguido (Homenaje a todos mis muertos)”. Además, como un vistazo a la efervescente escena del arte tucumano de la época, se exhiben copias originales de los catálogos que acompañaron sus exposiciones.
Una vida que desafió la moral y las buenas costumbres
Rodolfo Bulacio, nacido en Monteros, Tucumán, en la primavera de 1970 durante la dictadura militar de Carlos Alfredo Imbaud y murió asesinado en un crimen de odio por su orientación sexual en San Miguel de Tucumán, en el verano de 1997, durante el gobierno democrático del represor y genocida Antonio Domingo Bussi.
Llevó consigo el espíritu de rebeldía desde una temprana edad. Creció en una familia trabajadora, rodeado de las habilidades artísticas de su madre y su abuela, que lo inspiraron en su propio camino creativo. Desde pintar lienzos improvisados en sábanas hasta coser cartones en telas, La Rodo siempre encontraba formas únicas de expresarse.
Su adolescencia en Monteros lo vio participar en concursos de pintura, exhibiciones grupales e ilustraciones para poesía local. Crecer en un pueblo pequeño y conservador no le fue sencillo, pero esta situación no hizo más que despertar su rebeldía. Así, su carácter provocador y contestatario comenzó a manifestarse en su obra temprana y, con 18 años, para la reapertura del Cine Teatro Marconi en 1988, pintó el mural Odisea sex symbol donde incluyó desnudos masculinos que generaron un gran escándalo.
Su mudanza a Tucumán ese mismo año lo llevó a estudiar Artes Plásticas la Universidad Nacional de Tucumán, donde fortaleció su activismo y desafió las normas académicas tradicionales. Hizo nuevas amistades y con ellas construyó los refugios grupales La sangrada familia, Flora y Fauna y Tenor Grasso, que celebraban el arte y la liberación sexual en una época en la que esto era revolucionario. Junto a Tenor Grasso, desfilaron en las pasarelas de la escena del under y llegaron a aparecer en las portadas de los diarios provinciales por sus presentaciones en el Jockey Club.
Inspirado por figuras como Andy Warhol, La Rodo Bulacio exploró el pop art, el grabado y creó retratos icónicos de figuras televisivas. Sus exposiciones se convirtieron en instalaciones escenográficas únicas, donde sus obras convivían con objetos cotidianos. Presentaba remakes de La Gioconda, ironizaba sobre la dolarización que trajo el modelo neoliberal y los símbolos nacionales como el escudo y la escarapela. Conmovido por las representaciones de las películas de Almodóvar, construía su propia fantasía marica de pueblo.
Su hacer era voraz: en 1995 había participado en más de 80 exposiciones.
En la década de los noventa el gobierno de Carlos Saúl Menem otorgaba el indulto a los represores de la dictadura militar y en Tucumán gobernaba Antonio Domingo Bussi. En ese contexto –años de pizza con champagne–, las personas que escapaban de la cis heteronorma vivían una cotidianidad muy hostil. Si bien la noche y los grupos artísticos significaban pequeños oasis para resistir la realidad, la corta vida de La Rodo estuvo marcada por el acoso policial y la violencia, derivada de su ser marrón, su clase social y su orientación sexual.
En marzo de 1997 su cuerpo fue encontrado calcinado en el departamento en el que vivía en la calle Marco Avellaneda de San Miguel de Tucumán. El juicio a los responsables se llevó a cabo rápidamente gracias a la insistencia de su familia. Dos de los tres imputados recibieron la condena máxima.
A partir del texto curatorial de Guadalupe Creche y Geli González
