PORTADA 10

La ciudad es El Bajo

Siempre tuve la sensación de que para conocer una ciudad hay que conocer los barrios bajos. Esa costumbre viene de la experiencia en San Miguel de Tucumán, en la que el barrio El Bajo le da vida a la ciudad. Este barrio tiene un cordón extenso que marca el ingreso a la ciudad. Rastros de una arquitectura antigua y las vías del tren construidas a finales del Siglo 19 se entrelazan con autos rurales y venta callejera. Todo el año hay movimiento en calles y avenidas que todos los días montan un centro comercial a cielo abierto y que por las noches se transforma en espacio del trabajo sexual.

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A la izquierda se aprecia la estación El Bajo, a fines del siglo XIX. Al frente estaba la plaza La Madrid, donde muchos años después se hizo la vieja terminal de ómnibus. LA GACETA / ARCHIVO

En el Bajo conviven familias que llevan más de tres generaciones junto con la migración interna de la provincia y también de migraciones internacionales como las comunidades bolivianas y senegalesas. Estas calles están llenas de personas de trabajo, de viajes que comienzan y terminan, de búsqueda del peso para la comida día, de vulnerabilidad y también de mucha música. En la memoria de los rieles se atesora la historia de nuestra ciudad y su situación actual muestra la capacidad de subsistencia y trabajo comunitario. 

Cientos de familias viven del comercio en El Bajo. La vieja terminal de ómnibus y sus alrededores sostiene métodos de feria que son comunes en varias ciudades de latinoamérica y en el mundo. La economía informal y formas de vida que sostiene presentan desafíos constantes para el Estado. La Municipalidad de San Miguel de Tucumán expuso sus  intenciones de interceder y de poner orden en este barrio. El director de Vía Pública, ex miembro de Fuerza Republicana, Juan Rojas se expresó sobre la situación del barrio en una entrevista con Matías Auad para la Gaceta. 

Ante la pregunta del periodista sobre los intercambios entre el municipio y los trabajadores informales -recordemos el caso del vendedor de achilata de la plaza San Martín y la batalla por los puestos de libros al lado de la Casa Histórica-, Rojas respondió lo siguiente: 

Esto es un negocio de muchos años, esto es una herencia. Tucumán es muy rico en azúcar, en limón. Hay noticias que no llegaron todavía pero Japón está viviendo una epidemia, y que es lo primero que se usa? Alcohol. Nosotros tenemos caña parada que quedó este año, y tenemos que concientizar que tenemos que vender al mundo alcohol. Tenemos que hacer que vengan inversores y ahí vamos a sacar a toda esta gente que no sabe qué hacer”. Luego comentó que la intendenta de la capital está muy preocupada y quiere lo mejor. “Por ahí hay heridos, y por ahí no. Pero habrá novedades.

Existe un discurso conservador en las palabras del director, una idea ya antigua de orden y ciudadanía, pero a su vez, como trasfondo un modo de pensar la ciudad muy similar al que se viene ejecutando hace 20 años en CABA y que empezó a materializarse en la gestión anterior en el municipio. Recordemos que la gestión de Germán Alfaro, de Juntos por el Cambio, cerró el Mercado del Norte dejando a decenas de familias sin ingresos, alterando la vida diaria de todas las personas que compraban allí y poniendo fin a uno de los mercados más grandes de la región. 

La idea de sacar, modernizar, ordenar y generar negocios en todos los espacios públicos no es nueva y sus consecuencias en las ciudades se pueden ver. Gente sin abrigo, sin fuente de trabajo y sin otro lugar que la calle para existir. 

A los pobres, a las clases populares y los migrantes no se los puede sacar o mandar al campo a que trabajen con la caña de azúcar como expresa entre balbuceos el director. Los tiempos de la colonia quedaron atrás. Hacer ciudad no es imponer un modo de pensar el espacio público sino más bien construir entre todas las personas que lo habitan un orden mejor.

Al día siguiente del operativo en El Bajo, el secretario de Gobierno, Martín Viola y la subsecretaria de Relaciones Institucionales, Carolina Oliver, se reunieron con referentes de la asociación civil Ambulantes por la Economía Regional (APER), con el objetivo de escuchar la postura del sector y plantear la necesidad de garantizar la transitabilidad de las calles de la ciudad. Lejos de las ideas más arcaicas de Rojas,  Viola manifestó que “este ordenamiento se definirá con la participación de todos los sectores que involucran a la actividad, con la premisa de escuchar a todas las partes y encontrar una solución conjunta”.

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Qué ciudad queremos

Es necesario y urgente pensar un poco más qué tipo de ciudad queremos y cuáles son las referencias que los funcionarios y equipos técnicos tienen en la cabeza. Mirar a ciudades que nada tienen que ver con nuestra cultura y nuestro territorio, no hace bien. Podemos girar la cabeza y en vez de mirar a CABA ver cómo funcionan otras ciudades del norte argentino. Incluso ver también la experiencia de modernización de ciudades en Bolivia y Brasil, territorios por cierto más cercanos a la provincia. 

Cuando se despierta la ciudad, El Bajo da la bienvenida a miles de personas llegan para trabajar. En estas calles no sobra nadie, lo que falta es apoyo y organización del trabajo que se supo construir,  y también organización de la limpieza, bacheo, alumbrado, arreglo de calle y veredas.  Porque es cierto que necesitamos una ciudad más limpia y ordenada, y que también sería ideal que los lugares comerciales prosperen con mejores condiciones, pero el modo de hacerlo no puede seguir siendo quitar a las personas que están y luego poner un shopping. 

Podemos pensar cómo mejorar la vida de la gente que ya está aquí y mejorar las fuentes de trabajo. La Universidad Nacional de Tucumán cuenta con profesionales en áreas clave y con expertise suficiente para sumar y construir un proyecto local de ciudad. Los criterios para la ciudad no pueden ser solo de un par arquitectos y empresarios.

El Estado debe cambiar los términos en los que piensa ciertos sectores, no se puede hacer urbanismo como si fuera una guerra. Tomar decisiones y diagramar acciones que dan por sentado que “habrá heridos” es querer gestionar una ciudad como si se tratara de una finca.  

Necesitamos políticas de cuidado para todas las personas de la ciudad, no solo para ese estereotipo de “vecino” al que siempre se hace referencia en Buenos Aires. Vecinos somos todos, la ciudad la hacemos todos.

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