El día domingo María Victoria Julio, conductora de radio, artista y trabajadora de la economía popular, fue al local bailable “Casandra”, ubicado en Corrientes al 2000, a festejar el cumpleaños de su amiga. Casandra es un espacio que funciona como salón de fiesta para personas mayores de 35 años.
Al llegar a la puerta el equipo de seguridad la frenó y le preguntó para qué quería ingresar al lugar. Ella les comentó que estaba invitada al cumpleaños número 54 de una amiga. No la dejaron ingresar y le dijeron que irían a buscar a la cumpleañera.
Maria Victoria sintió el movimiento raro, las miradas y preguntó: “¿pasa algo? ¿Hay algún problema?”, pero nadie le respondió.
Llegó otra amiga y pudo pasar sin problemas, ella quedó en hablar dentro del local para ver qué sucedía. Después de varios minutos salió un trabajador de seguridad del local. “La casa se reserva el derecho de admisión”, fue lo único que le dijeron. María Victoria, quien tiene años de militancia, le respondió: “Vos sabes que esto es para denunciar, ¿no?“.
Con la entereza que tiene una señora trans que ya batalló durante mucho tiempo con el odio de la sociedad, María Victoria hizo llamar a sus amigas, les comentó la situación de discriminación y se volvió a su casa. Sin poder compartir un momento feliz y sin ningún motivo razonable, solo por un acto de discriminación, por ser una mujer trans.
No dejar pasar a mujeres trans a boliches y lugares de recreación es una práctica histórica de la sociedad, es el modo de decirles que solo se las quiere en las zonas rojas de la ciudad. Pero en un país donde tenemos una Ley de Identidad de Género desde el año 2012 resulta inaceptable que este tipo de comportamientos siga sucediendo sin ninguna consecuencia.
Sobre esto, Claudinna Rukone, activista y militante del colectivo trans, comentó: “lo que le pasó a Maria Victoria nos revive momentos espantosos que nos obligaron a padecer a lo largo de nuestra historia. Y más aún porque es una compañera adulta, una de las pocas que tenemos. También porque después de todos los avances de leyes no esperábamos tener que volver a vivir estas cosas, nos retrotrae a esos años en donde no podíamos salir a la calle a la luz del día sin ser violentadas, y no pasó hace mucho”.
“La provincia y el municipio tienen que hacerse cargo de esto. Quienes habilitan estos locales que, con seguridad y hasta con goce, ponen estos carteles y discriminan de este modo. Un empresario no tiene el derecho de decir quién pertenece o no a la sociedad, y nosotras como colectivo ya no estamos para pedir permiso, estamos para exigir derechos”, manifestó la activista.
María Victoria se contactó con la delegación provincial del Inadi, le pidieron testigos y que acuda en los días en los que se encuentra el abogado. Está pendiente hacer la denuncia, cuenta con testigos por lo ocurrido.
En ese mismo local hace unos meses su madre festejó su cumpleaños pero Maria Victoria no pudo ir porque trabajaba ese fin de semana. “Por suerte no me pasó en ese momento, porque iba a arruinarle el festejo a mi mamá” declara. La voz de María Victoria es firme y clara, está consciente de sus derechos y sabe que esto no puede seguir sucediendo. Pero no deja de sentir en ella ese dolor que genera el rechazo, y también por momentos hasta un poco de vergüenza, injustificada por cierto, pero de esa vergüenza que nos abruma cuando algo nos duele.
La denuncia de este hecho, la exposición y todo lo que pueda surgir busca que no se repita esta situación con otras mujeres trans. Se pretende que circular de día y de noche deje de ser un privilegio y sobre todo que estas personas adviertan que no pueden seguir excluyendo de espacios a las personas por su identidad de género. Ojalá existan medidas que reparen, que construyan un espacio mejor para aquellas personas adultas que quieran festejar la vida y compartir con los afectos.