Un día antes del desentierro del diablo, las calles jujeñas amanecen salpicadas de papel, enharinadas, con aroma a albahaca y con el recuerdo cercano de las coplas. El jueves de comadres pasa como un abrazo previo al carnaval. Desde Jujuy al resto del territorio, la fiesta se comparte, se toma y se resignifica.
Por Anabella Antonelli y Nadya Scherbovsky para La tinta
“Mi primer jueves de comadres estábamos con la comadre Mayra girando por ahí, a la siesta, en Tilcara, mirando todo porque todo es tan bonito. De pronto, pasamos por un galpón, nos invitaron y entramos. Crucé la puerta y lo que más recuerdo es el abrazo, por todas partes, todo el tiempo. Venía una comadre y te abrazaba, y te llevaba a comer o a tomar o a bailar, pero siempre abrazadas. Para mí, el jueves de comadres es un abrazo, sin dar ni pedir muchas explicaciones”.
Nina
Hoy es jueves de comadres, la puerta de entrada al carnaval. Las comadres ya se empiezan a reunir en el abrazo y la diversión. En nuestro territorio, el ritual es compartido desde las culturas andinas que, sincréticamente, han sabido guardar las memorias ancestrales de la celebración.
“Las mujeres tienen la capacidad de invitación, de generar esto de que vengan, hacer partícipe a los demás, compartir la alegría; el jueves de comadres es la previa necesaria para animarse a carnavalear”. Las palabras son de Nina, carnavalera desde hace más de 20 años. Llegó a esta fiesta convocada por la cosmovisión andina. “Voy con mucho respeto y agradecimiento con las hermanas que han recuperado estos rituales y los siguen recuperando cada vez más, entendiendo que soy parte de eso”, explica.
En esta celebración, las mujeres ponen a jugar su capacidad de abrirse al dar y a la entrega, de vivir la común unión, primero entre mujeres y luego hacia todes. “No me parece menor que sea poquito antes de carnaval y que prepare el ambiente y el aire con la alegría necesaria. Eso podemos”, afirma.
Alejandra Gutiérrez es feminista coya, integrante del Consultorio de Salud Integral en la ciudad de Córdoba. En conversación con La tinta, agrega que, estando tan cerca del carnaval, esta festividad “visibiliza la importancia de las mujeres en todo, también que la fiesta de la siembra y la cosecha que es el carnaval y que también es propia, nuestra. Nos festejamos nosotras y eso es muy importante, porque hay fechas que tienen que ver más con la lucha, pero esta es de festejo”.
“Aquí estoy con mi comadre y nada me ha de faltar.
No soy capaz de cambiarla ni con oro ni con plata”.
Hermanas Cari, copleras humahuaqueñas
Alejandra cuenta que esta celebración significa el encuentro, la renovación de los votos que hacen las personas que amadrinan les hijes. Es una festividad en donde las comadres festejan. Se juntan, se visitan, se invitan. “Anteriormente, se invitaban comida y chicha, y la comadre visitaba con regalos; y, en parte, el regalo era llevarse un pan que hacían con muchas cosas ricas y adornado con flores”, cuenta.
Hoy, el jueves de comadres se vive como una fiesta del encuentro entre las mujeres, “de comunión, de complicidad, de alegría, de diversión -dice Nina-. De alguna manera, es una muestra y un signo de libertad y de revolución también, de rebeldía ante el patriarcado, rebelarse contra las opresiones sobre las mujeres”.
Todo el día están celebrándose en comunidad, copleando, bailando, cantando, tomando, comiendo lo que prepararon muchas manos. No hay alguien que invite a otras, se trata de una organización colectiva entre mujeres. Es una celebración que tiene mucho de rebeldía. No es solo porque desafía los mandatos tradicionales de género, sino porque ocupan el espacio público con alegría. “Es un abrazo unificador, se borran los límites geográficos, etarios, las elecciones sexuales. Lo que une es la fiesta, la diversión y el compartirse. No se habla de la rosca de la cabeza, es más de corazón, de sentir, pero queda en el cuerpo y en la conciencia”, explica Nina.
“Con una botella de vino y otra botella de vinagre
He venido a saludar a mi querida comadre”.
Hermanas Cari, copleras humahuaqueñas
Alejandra explica que, antes de la colonia, ya existía una forma de bautismo, “que es el chuscharruto en quechua”. Esto va a ser tomado por el cristianismo, confluyendo en el ritual de padrinazgo, pero se combina con las fiestas de las mujeres.
Si bien lo que conocemos como jueves de comadres nos llega de las hermanas y comunidades andinas, resulta interesante que en la actualidad sea un festejo extendido en otras geografías. ¿Qué nos convoca de este festejo? ¿Qué hilos tejen estas culturas ancestrales con nuestro sentir actual? El camino trazado por las mujeres migrantes que convidan sus celebraciones se acopla con algo que, para Nina, nos une: “La necesidad de la alegría, del compartir, de sentirse uno, hay algo como universal que no depende de qué comunidad lo inventó, por eso el carnaval se festeja en otros lados y de diferentes maneras”.
“Llegamos al jueves de comadres y nos pusieron serpentinas en el cuello, nos hicieron tomar saratoga, que es un ritual de la bebida, nos acariciaron con talco, nos pusieron albahaca y había mucha música, muchas cajas, mucha copla en ronda, mucho baile. Aunque no te sepas ninguna copla, te invitan igual, porque podés repetir. Con algo tan simple, sos parte de algo tan ancestral y conmovedor”.
Nina
El jueves de comadre es el tercer jueves de celebración. Primero se festeja el de ahijades y luego el de compadres. “Hoy en día, ese encuentro, esa renovación de acuerdo de amistad o de votos, supera el tener hijes y el amadrinar -explica Alejandra-. Es el festejo que nos hacemos las mujeres a nosotras, festejando la feminidad y todo eso que representamos”.
“Los jueves de comadre reviven en otros momentos que no son solo esos jueves. Ahí está el encuentro y la complicidad porque implica ponerle un poder a ese encuentro, y ahí incluso una puede hablar en otro lenguaje, decir cosas de una manera que, en otros contextos, no las diría o no se entenderían”, agrega Nina y concluye: “Las mujeres nos vivimos, nos sentimos y a veces hay cosas que no hay que explicar tanto o hay silencios que dicen mucho, y eso pasa solamente en esos encuentros”.
“Ay comadrita comadre aquí he venido a cantar
En el jueves de comadres también yo quiero coplear”.
Hermanas Cari, copleras humahuaqueñas
*Por Anabella Antonelli y Nadya Scherbovsky para La tinta / Foto de portada: A/D.