“Hay una iglesia que no se ocupa de la espiritualidad, sino que hace política sin ser un partido”

Con un resultado aún incierto y que terminará dependiendo de los indecisos, los ausentes y las abstenciones, la Cámara de Diputados entra en la fase final del debate de cara a la sesión del miércoles por la legalización del aborto. Mañana, el plenario de comisiones terminará con las deliberaciones entre los legisladores y pondrá a la firma el dictamen consensuado de las diputadas y los diputados que impulsan la legalización, y el dictamen de rechazo de quienes se oponen. Así, el tema quedará listo para llegar al recinto, adonde finalmente no habrá un cuarto intermedio, por lo que la votación terminará teniendo lugar en la madrugada o la mañana del jueves.

El jueves pasado finalizaron las audiencias informativas que se llevaron a cabo desde el 10 de abril en el Congreso de la Nación sobre la despenalización y legalización del aborto. Desde La Nota, conversamos con Soledad Deza, abogada feminista de Católicas por el Derecho a Decidir y Mujeres x Mujeres, sobre que representó este fenómeno político, en términos democráticos, y las influencias de la iglesia católica en el debate.

¿Cuál es tu balance respecto a todo este tiempo de exposiciones tanto a favor como en contra de la ley, ya sea como fenómeno político de lo que pasó como de la calidad de las audiencias?

En términos de fenómeno político me parece que es algo interesante porque ha decantado, a mí modo de ver, la falta de argumentos en contra, o en todo caso: la manipulación de los argumentos echando mano quizás a la ciencia y al derecho, pero en una clara alineación con la defensa de la vida intrauterina como único valor democrático. En contraposición a los argumentos a favor que me parece que han sido, más honestos y más solventes, pero por sobre todo más honestos. Como fenómeno social me parece que ha sido algo importante porque se ha corrido ese velo que ocultaba el carácter maniqueo de la discusión, para que alguna gente entienda que “hay vida” no es un argumento suficiente en términos democráticos.

Parte de esta cuestión enrevesada y hasta perversa es que no hay argumentos exclusivamente inherentes al dogma religioso. Pero sin embargo la manipulación de los argumentos científicos, la manipulación de los argumentos éticos, la manipulación de los argumentos morales e incluso la manipulación del derecho que hacen, deja entrever que detrás de eso lo que hay es una movilización eclesiástica que lo que busca es conservar, como han hecho históricamente, un status quo que no hace las vidas vivibles para todos.

En términos feministas es muy fuerte para mí y para muchas personas, para quienes tenemos la capacidad biológica de gestar, escuchar cómo otros discuten acerca de lo que es bueno para nosotros y sobre algunas decisiones que estamos en perfectas condiciones éticas de tomar y que nos merecemos que se nos reconozca ese derecho en términos de ciudadanía, el hecho de que esta cuestión esté siendo debatida por otros que jamás van a estar en ese lugar, eso también es muy fuerte.

Durante el tiempo que duraron las exposiciones, hubo actividades todos los martes en Buenos Aires y también en Tucumán. Del mismo modo se expresaron con alguna movilización quienes se autodenominan pro-vida. ¿Cómo ves el clima social en la provincia respecto al humor sobre el proyecto de ley? ¿Notás alguna diferencia con lo que se vive en Buenos Aires?

Me parece que en términos sociales hemos avanzado mucho en nuestra provincia donde hay mucha más adhesión, incluso de gente que ha podido quizá sincerar que aun no estando de acuerdo con el aborto como “hecho moral”, tampoco acuerda con la penalización de las mujeres. Creo que tal vez porque nuestra provincia es una provincia norteña, con una fuerte tradición católica y un maridaje muy presente del gobierno con la iglesia católica, también la puesta en escena de los anti-derechos ha tenido un gran respaldo institucional. Por un lado, un gobernador, Juan Manzur, y una ministra de salud, Rossana Chahla, saliendo a decir “estoy a favor de la vida y quiero que los legisladores voten en contra del aborto”, en contraposición a un Ministro de Salud de la Nación, Adolfo Rubinstein, que ha salido con argumentos de salud pública a transparentar este debate que no es “aborto sí o aborto no”, sino qué clase de vida queremos para nuestras mujeres. Eso me parece que empaña un poco el carácter pluralista y acota las potencialidades en esta provincia. También he notado que la movilización en favor de la legalización y despenalización viene dándose de mucho más tiempo, mientras que, al menos yo, noto en este momento y sobre todo en las últimas dos semanas, una mayor movilización anti-derechos y creo que tiene que ver con el hecho de gozar de una posición privilegiada que es la del status quo, de mucho respaldo institucional y de mucho dinero por detrás, lo cual hace que necesiten quizás menos tiempo para hacerse ver.

¿Creés que tiene el mismo poder de influencia la iglesia católica aquí y en Buenos Aires?

Creo que la Iglesia Católica tiene el mismo poder en todas partes, está en nuestras leyes, está en el imaginario de mucha gente, esa mayoría auto percibida en términos de poder y de hegemonía. Lo que sí me parece es que el poder es mucho más agresivo en nuestra provincia porque está fuertemente entrelazado con nuestros gobernantes, entonces tenemos un gobernador que se pronuncia en contra del proyecto, una ministra de salud que lo hace en el mismo sentido, un concejo deliberante que saca una ordenanza que no sólo es inconstitucional, sino que fomenta el desconocimiento de una ley, lo cual es gravísimo y podríamos ponerlo hasta en términos de sedición. Me parece que eso muestra quizás la parte más cruel que es una iglesia que no se ocupa de la espiritualidad, sino que hace política sin ser un partido.

Respecto a la legislación aquí en Tucumán ¿Qué representan las iniciativas tanto en la legislatura local como la de la intendencia de Trancas para proponer ordenanzas locales que contradigan una potencial ley nacional? ¿Tienen validez?

Son actos exclusivamente políticos, son muestras evidentes de poder institucional, pero también de una argamasa político-clerical que creo que empaña del debate, porque hay que tener en cuenta que los sectores que ahora se oponen a la legalización del aborto y que curiosamente están en un operativo clamor de la implementación de la Educación Sexual Integral (ESI) y de los anticonceptivos, históricamente se han opuesto ante ambas herramientas, y estos sectores son los mismos que se han opuesto también históricamente a la ampliación de derechos. Se han opuesto al uso del condón cuando se reconoció la epidemia del VIH, se han opuesto al divorcio, se han opuesto a la Ley de Matrimonio Igualitario, a la Ley de Identidad de Género, se han opuesto a la implementación de la ESI en las escuelas públicas. Por eso, son actos políticos, esa es la versatilidad cruel y la obscenidad institucional de nuestra clase dirigente, prestar espacios constitucionalmente diseñados para el debate de los intereses del pueblo como púlpitos.


 

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