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Se cumplen tres años de la desaparición de Daiana Garnica. Con pocas certezas sobre lo que sucedió y un pedido de elevación a juicio por parte del fiscal, su familia sigue reclamando justicia y que se esclarezca el caso.
“Se cumplen tres años sin saber qué pasó con Daiana”. Sonia Garnica es la hermana mayor de ocho hermanos. Daiana era la anteúltima. Tenía 16 años cuando el 6 de mayo de 2017 salió de su casa en Alderetes y su familia no volvió a saber nada de ella.
Lo último que se supo es que iba a encontrarse con un vecino, Darío Suárez, quien le pidió que la acompañe a comprar un regalo. Pese a la sugerencia de que no avisara a nadie, Daiana comunicó a su mamá de la salida. Dejo cargando el celular, lo único que luego ayudaría a saber las pocas certezas que se tienen del caso.
Desde entonces su familia la busca. Tuvieron que sortear todos los obstáculos que la cultura patriarcal impone cuando una mujer desaparece. En la comisaría no quisieron tomarles la denuncia, insinuaron que pudo haberse ido por su propia voluntad. Tuvieron que cortar la ruta para ser escuchados. Esta sería la primera de las muchas acciones que realizarán junto al movimiento de mujeres, feministas y organizaciones sociales para reclamar justicia por Daiana.
Sobre la causa
A tres años de su desaparición, la única certeza que tiene su familia es que Dario Suárez se encontró con Daiana y fue la última persona que la vio. “Lo comprueba el expediente. De ahí no tenemos la seguridad de que hizo él. Si la entregó o la mató.”
Suárez es el principal imputado en la causa, quien se encuentra en libertad luego de haber cumplido los dos años de prisión preventiva. Vivía al frente de la familia Garnica, después de la desaparición de Daiana se mudó del barrio. “Sabemos que la familia de él vive en la zona, de él no sabemos nada”.
A poco de cumplirse los tres años, el fiscal actuante, Claudio Bonari, pidió la elevación a juicio de la causa bajo la caratula de “privación ilegítima de la libertad, en concurso real con el delito de homicidio agravado por haber sido cometido con alevosía y mediando violencia de género“, con Suárez como principal imputado. Si bien su familia tiene la esperanza de encontrarla y no baja los brazos, ve en el juicio la posibilidad de saber dónde está Daiana y que los responsables sean castigados.
“La elevación a juicio por femicidio puede ayudar a que él tenga una posible condena, y puede ser que reflexione y cuente la verdad”, dice Sonia.
Sin rastros de Daiana
Para Sonia hay cosas que no cierran. Aunque se muestra conforme con el trabajo de la fiscalía, la desconcierta que hasta el momento no se haya podido determinar que pasó con su hermana. “Todas las medidas que se hicieron para poder encontrarla fueron con resultados negativos. Es muy extraño como sucedieron las cosas. Con tantos operativos que se dieron en el caso no me explico que no se haya podido encontrar algo concreto”.
Durante los primeros seis meses, el fiscal orientó la causa en torno a la hipótesis de femicidio y detuvo a Suárez y once personas de su entorno. Desde un primer momento, la familia insistió sobre la posibilidad de que Daiana haya sido captada por una red de trata. No se activó el protocolo de búsqueda de personas hasta tres meses después, cuando su padre, Ramón Garnica, realizó la denuncia en el Juzgado Federal.
La principal hipótesis de la justicia es que Suárez habría sido el autor material del crimen. Los investigadores sospechan que podría haber contado con la complicidad de “Sapo” Pacheco, compañero de trabajo de Suárez en la cortada de ladrillos, y de Juan Mátar, jefe de ambos.
A su vez, la Justicia Federal llevó adelante una investigación paralela. El juez Daniel Bejas, por pedido del fiscal Pablo Camuña, archivó el año pasado el caso, al considerar que “hasta ese momento ninguna de las hipótesis investigadas permitía acreditar la posible comisión del delito de trata de personas en contra de Daiana Garnica”. De todas maneras, ante la aparición de un nuevo elemento se analizará la reapertura del caso.
Existe también un dato que además de complicar la investigación, llama la atención en el marco de la desaparición de una adolescente de la que supo un país entero: desde el comienzo, se recibieron pistas falsas sobre su desaparición. Desde un billete con un mensaje pidiendo ayuda, hasta un chantaje reciente a raíz de la recompensa para quienes puedan aportar datos sobre Daiana.
Pero habría otras complicaciones que se presentarían durante la investigación. Cuando habían pasado 46 días de la desaparición, una prueba fundamental se extravió. Un sobre que contenía restos óseos y dentales, recogidos en el horno de la ladrillera donde trabajaba Suárez, y que había sido encendido días después del 6 de mayo, desapareció. Por el hecho, el fiscal de la investigación, Claudio Bonari, ordenó el arresto de 10 efectivos de la Policía de Tucumán y en la investigación trabajará a partir de ahora sólo la Policía Federal.
Esperanza
Desde que desapareció Daiana, su familia sobrevive con la esperanza de saber alguna noticia. “Cada día que pasa es un día menos para poder encontrarla o para poder saber la verdad. Si nosotros hoy estamos de pie, si mi madre hoy está con esa fortaleza es con la ayuda de Dios.”
Actualmente sigue vigente una recompensa para quien brinde información o se entregue. Se trata de más de $650.000. “Hay gente que pudo haber visto algo, o haber oído algo, pero no lo cuentan por miedo, no se quieren comprometer. Es entendible si tiene miedo”, dice Sonia. “Yo le animo a que pueda hablar. Hay una familia que hace tres años espera por ella, espera saber qué pasó. Queremos seguir nuestra vida”.
Sobre estos tres años sin Daiana, Sonia cuenta que en la casa se habla poco. Zusana, la mamá, pasa largas horas en facebook viendo fotos de su hija, tratando de conseguir alguna información, navegando por internet para obtener alguna respuesta. “Ahora mi mamá está sin teléfono. Por suerte por que sino se hace un lío en su cabeza y eso le hace mal y termina enfermándose”. La familia trata de no abrir esa herida que no cerrará hasta que se sepa qué sucedió con Daiana.
“Llega un momento en el que trato de olvidarme un poco de todo y es donde la encuentro a ella y es el momento en el que digo que no puedo tapar el sol con un dedo, de saber que hay alguien que no está por más que yo quiera mirar para otro lado o querer olvidarla no puedo”. Sonia, Zusana, Ramiro y sus seis hermanos esperan respuestas y esperan justicia.