Un funcionario de la Justicia Federal enfrentará un juicio oral por el delito de “abuso sexual simple” por dos hechos denunciados que sucedieron en el ámbito laboral del Poder Judicial Federal de Tucumán. Se trata de Jorge Edmundo Mistretta, quien se desempeñaba como Jefe de Despacho de la Secretaría Electoral de Juzgado Federal N°1 de Tucumán. Llegó a jubilarse antes de que las acciones penales en su contra pudieran avanzar.
El acusado se enfrenta a la posibilidad de ser condenado a una pena que va de 9 meses a 4 años de prisión por el delito de abuso sexual aprovechándose de una relación de dependencia laboral y de poder.
Durante la investigación, las víctimas y otros mujeres, brindaron testimonios de situaciones de acoso, persecución, toqueteos, comentarios sexuales, e infinidad de situaciones que sucedían frente a los ojos de todos.
Desde el Sindicato de Trabajadores Judiciales celebraron el avance en la causa y expresaron que “no se trata de un hecho aislado, sabemos que muchas víctimas de violencia no se animan a hablar por miedo a perder sus trabajos o cuando hablan no son escuchadas o terminan viendo afectadas sus carreras laborales”.
Sobre los hechos
Los hechos denunciados habrían ocurrido entre el 2013 y el 2015. Pero, según lo relatado por otras mujeres que brindaron testimonio, los comentarios sexuales y los tocamientos sin consentimiento eran cotidianos y a la vista de todo el mundo.
MLB fue la primera que se animó a denunciar en 2015. Acababa de comenzar a trabajar y una tarde al salir de la oficina Mistretta le ofreció llevarla a su casa. En el camino, ella comentó que se quería operar los pechos y el funcionario judicial aprovechó la ocasión para abordarla y manosearla.
Al lunes siguiente, junto con otra compañera MSR, fueron a ver a la prosecretaria Estela Beatriz Martínez Vázquez para contar lo sucedido. En esa oportunidad, MSR aprovechó para relatar que en dos oportunidades Mistretta le había tocado la cola sin su consentimiento.
Varias mujeres que trabajaron con Mistretta contaron las trataba con torpeza, hacía chistes groseros generando un ambiente hostil, y desacreditaba especialmente a las mujeres.
Un testimonio clave fue el de DMR, quien declaró que vivió un martirio cuando trabajaba en la oficina a cargo de Mitretta. “Decía que todas las mujeres eran putas”, sostuvo. En la oficina, ninguno de los varones se metía, salvo por uno que lo frenó verbalmente una sola vez.
Le tocaba la panza, la cintura o buscaba apoyarla, a ella y a otras chicas. En su declaración contó que aprovechaba la siesta, el horario donde no había gente. Le decía que la amaba y la invitaba a salir. Ante los sucesivos rechazos, Mistretta comenzó a hostigarla laboralmente. En 2013 se animó a contarle a otro jefe lo que estaba sucediendo, salía del trabajo llorando y ya no daba más. El hostigamiento sexual era público. Recién en 2015 la cambiaron de oficina, luego de volver de una licencia por maternidad.
En su declaración DMR dijo que admiraba a MLB por haberse animado a denunciarlo especialmente por todo lo que tuvo que aguantar en la oficina después de hacerlo. “Le decían que no le haga eso al gordito que ya estaba por jubilarse”.
Otros testimonios datan del año 2007, donde BSA declaró en igual sentido que las otras mujeres sobre los comentarios sexuales, la indagación en la vida privada e íntima de quienes trabajaban en esa oficina y el maltrato hacia quienes se plantaban frente a su actitud avasalladora. Además, sostuvo que todo el mundo sabía lo que pasaba con Mistretta.
RC declaró que en 2012 presenció cómo Mistretta acosaba a DRM, sus demostraciones de afecto fuera de lugar, tocando en zonas privadas del cuerpo, que saludaba y tocaba la cola, que eso le pasó a ACC. A DRM le hablaba al oído delante de todos en la oficina, diciéndole que estaba enamorado de ella, obsesionado, no la dejaba tranquila. A la ingeniera de cómputos Mistretta la apoyó. A BSA también la tocó, que todo esto era público, que todos lo sabían, los jefes de oficina también, todos estaban en el mismo espacio.
La complicidad machista y patriarcal que permitió durante años perpetuar un espacio laboral inseguro y perjudicial para las mujeres en un ámbito estatal quedó reflejado en cada uno de los testimonios que tejieron las conductas abusivas exponiendo un gran mapa de impunidad. Más de 10 testigos afirmaron que Mistretta decía que las mujeres “todas eran unas putas menos su madre”.
Era vox populi todo por eso nadie quería denunciar: temían que no pase nada y haya represalias.