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Trece años atrás, desaparecía Paulina Lebbos. Era estudiantes de Ciencias de la Comunicación en la Universidad Nacional de Tucumán y madre de una niña de 5 años. Tenía 23 años.
El 26 de febrero de 2006, cuando salía de una boliche en la zona conocida como “el Abasto”, en la provincia de Tucumán, tomó un remise, un Fiat Duna bordó, junto a su amiga Virginia Mercado.
Virginia llegó a su casa, pero Paulina desapareció.
Hoy se conoció la sentencia del juicio más largo de la historia de Tucumán. Lejos de arrojar claridad sobre lo qué sucedió entre que Paulina se despidió de su amiga, hasta que su cuerpo fue encontrado sin vida, trece días después, a la vera de la ruta 314, el proceso judicial abrió nuevos interrogantes y una nueva investigación que estará a cargo del mismo fiscal, Diego López Ávila. En cambio, el proceso judicial dejó al descubierto las complicidades del poder policial y de funcionarios estatales, lo más burdo del sistema patriarcal, para ocultar a los verdaderos responsables del asesinato.
La investigación previa estuvo plagada de irregularidades, que comenzaron en el momento en que se halló su cuerpo, cuando la policía de Raco, una localidad cercana a San Miguel de Tucumán, falsificó el acta que daba cuenta de quien había realizado el hallazgo.
El acta adulterada, que expresaba que el cuerpo de Paulina había sido encontrado por efectivos policiales durante un rastrillaje, fue lo que motivó este juicio y permitió diagramar un mapa que aún no se termina de completar.
La sentencia
Los protagonistas del juicio fueron todos hombres ligados al poder. Cuatro funcionarios de la gestión del ex gobernador José Alperovich fueron condenados como co-autores voluntarios y responsables de encubrir el crimen de Paulina Lebbos.
El ex ministro de seguridad Eduardo Oscar Di Lella, el ex jefe de Policía Hugo Raúl Sánchez, el ex subjefe de Policía Luis Nicolás Barrera y el ex jefe de la Unidad Regional Norte, Héctor Rubén Brito, falsificaron instrumentos públicos, abusando de su autoridad, agravado por haber sido funcionarios del Estado.
Tanto Di Lella como Sánchez pasarán seis años tras las rejas. Barrera, cinco años y medio, mientras que Brito solo cinco. Todos quedaron detenidos bajo prisión preventiva.
Díez días tendrán Di Lella, Sánchez, Barrera y Brito para pagar la suma de 11 millones de pesos por daños materiales y morales, una vez que la sentencia quede firme. La provincia quedó exenta de pagar la indemnización correspondiente, ya que el tribunal consideró que la causa civil prescribió en ese punto.
El único imputado por el asesinato de Paulina, Roberto Luis Gómez, resultó absuelto. No se logró demostrar su vinculación con el hecho, puesto que la única prueba considerada fue que el teléfono de Paulina se encontraba en su tenencia y le había puesto su chip el mismo día de su desaparición.
Alberto Lebbos, el padre de Paulina, es el otro protagonista de esta historia, y quien incansablemente lucha contra la impunidad desde aquel 27 de febrero de 2006, cuando radicó la denuncia por la desaparición de su hija. En aquel momento también era funcionario del gobierno del entonces gobernador José Alperovich, y renunció a su cargo al comenzar a sospechar las tramas del encubrimiento que lo llevaría a marchar durante cada martes, los siguientes 13 años, junto a otros familiares de víctimas de la impunidad.
La mala víctima
La misma red patriarcal de complicidades que adulteró las actas, montó las estrategias mediáticas para encasillar a Paulina como una mala víctima. Al igual que con Melina Romero, la “fanática de los boliches”, se la culpabilizó de su propio destino.
Por joven, por festejar, por bailar. Por ejercer su derecho al placer.
La opinión pública se insmiscuyó en la calidad de vida que tenía Paulina, en el rol de su padre y su madre, y poco hizo por entender que por detrás de todo ello, una red de mentiras se tejía para obstruir los avances de la investigación. Cómplices, junto a aquellos sectores de la sociedad que en un mutismo absoluto ignoró durante más de siete años que la causa se mantenía bajo secreto de sumario.
Desidia o encubrimiento
Durante el juicio se pudo ver un video inédito del momento de la autopsia del cuerpo.
Una camioneta vieja que funcionaba de auxilio mecánico de los Bomberos trasladó el cuerpo de Paulina desde el lugar donde fue hallado. Sin ningún tipo de cuidado, iba envuelto en un plástico negro ajustado con cinta adhesiva. Como Sheila, Ángeles o Daiana, hace trece años y todavía en estos días, los cuerpos-objetos de las mujeres son descartados como basura.
La autopsia se realizó bajo un árbol, al aire libre, con moscas rondando el cuerpo. Todas las pruebas obtenidas estaban contaminadas, y afectaron los resultados de todos los estudios posteriores. Sumado a eso, lavaron con agua el cuerpo de Paulina, borrando toda evidencia de ADN y las marcas que las manos que la asfixiaron pudieron haber dejado.
Durante el juicio se buscó determinar si las negligencias formaron parte del plan de encubrimiento o fueron simplemente parte de la desidia que suele regir el trato hacia los cuerpos de las mujeres.
El juicio en el que nadie dice la verdad
La complicidad de la cúpula del poder policial permitió que el crimen quede impune y que aún hoy no se sepa quiénes fueron los responsables últimos. Tampoco se pudo establecer quiénes fueron los autores materiales del crimen.
Alberto Lebbos, sostiene que quienes fueron juzgados saben el nombre del o los asesinos de hace 13 años. De las pruebas que se presentaron en las 135 audiencias que duró el juicio, surgieron numerosas circunstancias que ameritan nuevas investigaciones.
La Fiscalía a cargo de Diego López Ávila investigará como posibles autores del homicidio a Sergio Kaleñuk, hijo de Alberto Kaleñuk, ex secretario privado de José Alperovich, Víctor César Soto, ex pareja de Paulina, y a Jorge Hernán Jiménez, amigo de Soto.
La investigación a Kaleñuk reflota la hipótesis de “los hijos del poder”. Fue Alberto quien señaló ese camino desde un principio.
También, se investigará a otras nueve personas que pasaron por el tribunal por posible “encubrimiento” y por “falso testimonio”.
Mientras Alberto Lebbos esperaba la sentencia por el femicidio de su hija, José Alperovich iniciaba su campaña como candidato a gobernador por un cuarto período en la provincia.