El brillo de tus labios

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Flavia fue una artista trans de las primeras generaciones de lucha y visibilización. Una de las sobrevivientes a la violencia y parte de una generación que empezamos a llamar las Históricas. Flavia Elizabeth Flores ya no está entre nosotros y ese hecho duele.

La primera vez que ví a Flavia fue en CABA en el año 2016, yo tenía pocos meses en la capital, participaba de las concentraciones de la recién construida colectiva Lohana Berkins, y andaba dando vueltas por la ciudad en busca de la comunidad LGBTI. Tenía la sensación de no ser visto por nadie en esos espacios, y entendía la mirada de desconfianza de algunas personas, porque nadie me conocía de ningún lado y Buenos Aires también en un barrio. En medio de la gente escuche la voz de Flavia y me acerqué sin pensarlo, había algo conocido en ese tono, había algo travesti maternal en sus palabras, un modo de ser cálida que es sólo para entendidos.

-Hola mi amor, ¿Qué haces aquí?, ¿de donde sos?

-Tucumano, aquí estoy. Soy activista de los derechos lgbt. (Lo dije con un tono cuasi robótico).

-!Ay, mi vida el tucu!

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En su respuesta encontré la familiaridad que necesitaba, y ella encontró en mí rigidez toda la información que requería para conocerme. Creo que ser tucumano me abrió las puertas de su corazón, o quizás solo me hizo recordable, el asunto es que comenzamos un vínculo amistoso, que para mi siempre fue familiar.

Flavia transicionó a los 14 años, cansada de trabajar en la calle empezó a trabajar en un Cabaret por recomendación de una amiga, con sus espectáculos dio vueltas por todo el país. Cuando yo la conocí ya estaba en el Bachillerato Popular Mocha Celis, empoderada, reclamando en cada lugar que podía visibilizar para las adultas trans y levantando el cartel de “Reconocer es Reparar”, por una Ley de Reparación Histórica que aún sigue sin aprobarse. Su maquillaje tenía una marca generacional, siempre me recordó a las vedettes de los 80, como Noemí Alan o Beatriz Salomón.

Había estelaridad en ella, su presencia resaltaba incluso entre una bandada de coloridos personajes que es el activismo LGBTI. Tenía ángel, carisma o como sea que se llamen a eso que tienen las grandes. Flavia fue una artista excelente, en un tiempo y en un mundo que no hacía lugar para su tipo de arte ni para su existencia. Su playback tenía una pasión a carne viva, su ser diva en escena contaba con el peso y la profundidad que solo tienen las que gastaron el tacón arriba de todos los escenarios.

Como cuenta en el podcast del Archivo de la Memoria Trans, Flavia recorrió las provincias del país e hizo su show en cabarets y teatros, algunos muy elegantes y otros construidos con barro y madera. Ella es de las artistas que llenan con su deseo cualquier escenario improvisado hasta convertirlo en un majestuoso teatro con luces de neón.

Sé que estaría encantada por estas palabras a modo de homenaje, ojalá se multipliquen las loas para Flavia. También estoy seguro que estaría enojada conmigo porque no hice lo suficiente para traerla de visita a Tucumán. Recuerdo en charlas telefónicas la amargura de una generación para la que el cupo laboral no llegó, y también la desazón de sentir que los grandes cambios políticos no modificaban las desigualdades estructurales. Fuimos amigos de charlas esporádicas, de compartir quejas y chismes, de empezar renegando y terminar riendo.

Hablamos durante varios años de eso, más de una vez intentamos y siempre pasaba algo, la última vez que empezamos a planificar el viaje nos agarró la pandemia. Ella iba a ser una de las primeras huéspedes en la casa que alquilo hace algunos años, tenía un afecto particular por la provincia porque la visitó hace varias décadas, varias veces me relató historias familiares de aquí.

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Te quedé debiendo el recorrido turístico Flavia, y sé que es solo una de todas las deudas pendientes que tenemos con vos. Porque hay un valor extra en ser una luchadora incansable contra los edictos policiales, por una ley de reparación histórica y contra todas las injusticias, y además hacerlo con brillo. Con ese obstinado y artesanal destaque que aportaste siempre al teatro incierto de este mundo.

Gracias por tanto, y perdón por tan poco. Viendo tus fotos, sueño con poder ver alguno de tus shows en la noche de los 80. No te deseo el cielo porque sé que estabas enojada con esa idea, deseo que renazcas en el deseo de otra artista, que aparezcas como fantasma en el playback de todos los antros y hagas nacer otras estrellas, y que el brillo de tus labios perdure en los escenarios por siempre. Gracias.

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