El arte como vehículo de protestas

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Dos activistas ecologistas irrumpieron en la National Gallery de Londres y vandalizaron la obra Los Girasoles de Van Gogh. Protestan contra los nuevos proyectos de explotación de petróleo y gas anunciados por el gobierno británico y el impacto que tendrá en el medio ambiente. La Galería afirmó que la sopa arrojada por las manifestantes no dañó la pintura de Van Gogh. 

“¿Qué vale más, el arte o la vida? ¿Estás más preocupado por la protección de una pintura que por la protección de nuestro planeta y las personas?”. La acción fue una manera de llamar la atención sobre los daños medioambientales que podrían llegar a generar estas explotaciones. Tienen 21 y 20 años y militan en la organización Just Stop Oil. Sostienen que el futuro está seriamente comprometido por el fracaso de las generaciones anteriores para proteger los procesos vitales.

¿Se acuerdan que hace pocas semanas vivimos la irrupción de una obra de arte en Tucumán? Tres hombres adultos, uno de ellos veterano de guerra, destrozaron de manera violenta e incluso intentaron prender fuego una obra de la artista Ananké Asseff que cubría la fachada de la Casa Histórica de Tucumán, en el marco de la Bienal de Fotografía Documental, alegando que iba en contra de los “valores” defendidos por San Martín, Sarmiento y Alberdi. Protegiendo “la historia”. La obra si fue dañada, pero recuperada colectivamente por los artistas que participaban del evento.

Mientras que en Inglaterra, ambas activistas fueron inmediatamente detenidas por la polícia, en Tucumán la policía no intervino en ningún momento y los vándalos gozaron de total impunidad para finalizar su tarea.

Se trata de dos acciones aparentemente similares: una protegiendo el pasado, incluso lo estático, lo muerto, y otra, mirando hacia el futuro, denunciando que el presente que hoy vivimos está destruyendo el futuro de las generaciones venideras. 

En ambos casos, el arte continúa siendo vehículo de protestas. La acción de los jóvenes activistas, sin embargo, enarbola una consigna que interpela más por lo urgente: proteger el futuro. Quienes gobiernan se niegan a escucharlos, y son ellos, finalmente, quienes sufrirán las mayores consecuencias del cambio climático. Los jóvenes entre 20 y 29 años podrían habitar un planeta 2,5º más caliente. (Fuente @elgatoylacaja)

“Lo lamentamos (…), no nos gusta hacer esto, estamos pegados a este cuadro, este magnífico cuadro, porque nos aterroriza nuestro futuro”, fueron las palabras de otra joven de 21 años en una acción similar realizada meses atrás.

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