Pilar Lomas es abogada, especialista en Derecho Animal y activista.
El 29 de abril se celebra el día del Animal en Argentina. ¿Debería ser un día de celebración o un día para conmemorar y reflexionar? Esta fecha fue establecida en homenaje al Dr. Ignacio Lucas Albarracín, fallecido el el 29 de abril de 1926. Fue un referente en la lucha por los derechos de los animales y que durante más de cincuenta años fue primer secretario y presidente de la Sociedad Argentina Protectora de los Animales.
Entre las luchas de Albarracín se destacan las campañas contra las riñas de gallos, las corridas de toro, el tiro a la paloma. Remontándonos a los tiempos actuales podemos ver con claridad que aún persisten estas prácticas crueles y carentes de contenido ético y moral y que aún hay quienes luchan contra ellas.
Esto sin duda nos lleva a reflexionar sobre ¿qué tanto hemos avanzado como humanidad en nuestra moral, en nuestro vínculo con los otros, en nuestra consideración de respeto por la vida de todos los seres sin discriminación de ningún tipo?
No hay dudas en la actualidad respecto a que los animales, dependiendo de la especie a la que pertenecen, poseen un mayor o menor nivel de conciencia (en muchos casos incluso similares a los humanos), capaces de comprender el entorno que los rodea y la existencia de otros. Tampoco hay dudas sobre la sintiencia de los animales, que al igual que los humanos poseen un sistema nervioso central que les permite sentir placer, dolor, diferencias una caricia de un golpe, sufrir.
Pese a todos los avances sobre estos puntos y a toda la información con la que se cuenta, hoy en día un gran porcentaje de la humanidad sigue considerando a los animales como cosas/objetos, que son propiedad de alguien y sobre los cuales pueden disponer sin ningún tipo de consideración.
Siguiendo las palabras de la doctora en filosofía Mónica Cragnolini, podemos decir que vivimos en una sociedad que ejerce una violencia estructural sobre los animales/sobre el otro. La violencia estructural en palabras de esta autora es “la arquitectura de organización del mundo de la cultura (en contraposición al mundo no humano, a veces llamado naturaleza), organización que no es violenta por exceso, sino porque necesita ser violenta para poder estructurarse y ordenar las distintas formas de vida en una escala jerárquica. Cuando se señala ‘no importa, son animales’, para neutralizar, de alguna manera, la violencia ínsita en las acciones que tratan al otro viviente (animal o humano), se está naturalizando el lugar que supuestamente debería ocupar en la escala de lo viviente los animales.” En esta línea sostiene que “el especismo (la discriminación de los demás seres por su especie), la discriminación por sexo o raza, deberían ser entendidos como vinculados en una similar lógica de dominación. Todo se circunscribe al lugar en que el existente humano se piensa en relación al resto.”
Sin irnos muy lejos, en nuestro propio país tenemos normativas diametralmente opuestas respecto a la consideración de los animales, por un lado un Código Civil, reformado en 2015 que, sin aggiornarse a los nuevos paradigmas, dejó a los animales en el lugar de objetos de derecho, propiedad de un humano, y por el otro lado tenemos una Ley Penal Nacional, vigente desde 1954, que coloca a los animales en lugar de víctima, sujetos de derecho. Numerosa jurisprudencia hoy en día los ha considerado como persona no humana-sujeto de derecho, pero sin embargo las penas de las sentencias (que la misma ley estipula) no alcanzan a cumplir el objetivo de impartir justicia. En muchos casos (la mayoría) la pena resulta insuficiente para el sufrimiento que la acción delictiva causó en ese animal que fue víctima de crueldad o maltrato.
La violencia animal es, nada más ni nada menos, violencia ejercida al más vulnerable, al que se encuentra en una posición de inferioridad para poder defenderse. Todos aquellos que nos dedicamos a luchar contra la violencia, sabemos que el violento empieza sometiendo animales y continúa luego con sus iguales, sabemos que la violencia siempre es creciente y no se detiene, sin embargo, cuando la sufre un animal, muchos se niegan a darle la importancia que merece y minimizan la situación, vulnerando nuevamente a la víctima.
Como humanidad tenemos una gran deuda para con nuestros hermanos animales, y cuando digo animales hago alusión a todos, no solo a los que hemos domesticado. Dentro de esa deuda entran los millones que asesinamos a diario amparándonos en la alimentación, la vestimenta, muchos de experimentación, incluso diversión…entre tantos otros argumentos que usamos para disfrazar la barbarie, la crueldad, la violencia que ejercemos sobre los animales sumidos en nuestro pedestal de superioridad y dominación.
Los sentimientos de ego, soberbia, necedad, avaricia, dominación, rodean todo aquello que involucra la vida de los animales, aún en aquellos ámbitos donde debería primar el respeto por sus vidas, el amor, la protección y la humildad muchos se han visto cegados por sentimientos negativos que saca la mirada del animal y la pone en metas personales, perdiendo el objetivo central.
Pasan los años y no hemos logrado como sociedad penalizar como se debe la muerte de los animales, no hemos logrado erradicar esas prácticas que vulneran su dignidad y sus vidas, no logramos desterrar costumbres arcaicas que implican sus muertes, la gran venda que nos han puesto parece un velo inquebrantable, donde siempre el que piensa diferente, el que supo mirar el dolor de ese otro es el juzgado. Juzgado por los mismos juzgadores que hacen de verdugos de los animales no humanos.
¿No será momento ya de mirar más allá? ¿Acaso de tanta pandemia que venimos atravesando no hemos aprendido nada como humanos que nos permita evolucionar en la consideración de los animales? ¿Qué tan difícil es comprender que cada ser tiene derecho a su propia existencia, a su libertad, a su vida y a que se los respete? ¿No es hora de que se dicten leyes que reflejen un cambio en la consideración de los animales, con sanciones ejemplares para quienes los hieren o matan? ¿Por qué el asesinato de un animal, su violación y su muerte es siempre minimizado?
Si no es hoy, 29 de abril, el día para hacernos como humanidad ciertos planteos que pongan luz al camino y a la lucha por sus derechos, entonces ¿cuándo?