El pasado 23 de marzo, nueve argentinos fueron expulsados de Brasil con la advertencia de cumplir el aislamiento obligatorio en territorio nacional. Luego de tres días de viajes, cientos de controles policiales y con el estómago vacío lograron atravesar el cruce fronterizo de Uruguayana. Sin embargo, cuando se disponían a cumplir con la ley, maltratos e incongruencias entre la policía local y la Federal los dejó a la deriva en el km 321 de la RN 14.
Tomas, Belén, Iván, Adriana, Daniel, Amira, Carlos, Ezequiel y Carla son los nueve viajeros que antes de que estallara la pandemia nacional y con ello la prohibición de la libre circulación, se encontraban en la localidad de Capao Novo, Brasil cumpliendo aislamiento voluntario. Cinco de ellos viven y viajan desde hace años en dos motorhome totalmente acondicionados para tal fin, los otros cuatros son viajeros ocasionales, a todos los une hoy una misma historia.
La mañana del 23 de marzo, la Guardia de Sanidad del país vecino les tocó la puerta de la casa rodante que los alberga para decirles que estaban obligados a retirarse de manera inmediata. En su contra tenían mucho: la inflexibilidad en los cruces fronterizos, la escasez de recursos y la prisa por el cierre de fronteras en Argentina.
Todos los tripulantes son oriundos de diferentes lugares del país: San Luis, Mendoza, Buenos Aires y Tucumán. Iván Nahuel Martos es el tucumano, pero además de norteño, es músico de oficio y profesión. Antes de estar en Brasil, había pasado por Uruguay, acumulando presentaciones con su guitarra y un sinfín de anécdotas. Se encontraba haciendo eso cuando el coronavirus le vino a poner límites a la experiencia de viajar compartiendo lo que ama hacer: cantar.
Eran las 10 de la noche del 24 de marzo cuando finalmente lograron poner un pie sobre el suelo de Uruguayana, allí la travesía del viaje desde Capao Novo había quedado atrás y el problema era otro. “Al arribar a la frontera comenzamos a buscar por las redes sociales una propiedad privada para poder ubicar nuestras casas rodantes, dado que se nos prohíbe permanecer en espacios públicos”, cuentan al unísono en una denuncia que están haciendo circular. La solidaridad no se ausentó cuando una vecina de la localidad deChajari, Entre Ríos puso a disposición un terreno donde asentarse y cumplir con la cuarentena obligatoria. Para cada uno de ellos volver a casa les era inviable, así se lo remarcaron en las numerosas postas burocráticas que debieron sortear, entonces esta les pareció una solución feliz. Solo debían quedarse allí hasta que todo esto se termine.
Palos en la rueda
Av. 25 de mayo y Ruta 14, juraba la declaración que les permitía conducir sus vehículos hasta el destino. En cada interrogatorio policial, mostraban el papel y eso, junto con un poco de razonamiento humano, bastaba para liberar el paso de Gendarmería. Tenían un destino.
Eran las cinco de la tarde del 25 de marzo cuando lograron llegar a la propiedad donde descansarían las casas rodantes. Con hambre, cansancio y algunos temores comenzaron a desempacar. Para esas horas el ánimo era un juego de pimpón: pasaba de uno a otro, pero siempre intentaban que se mantuviera arriba. Charlas, recuerdos y música hacían ese trabajo.
Pasaron apenas unos minutos cuando los nueve argentinos “repatriados” se vieron rodeados por la policía local: “Nos dijeron que debíamos retirarnos del lugar, que el municipio de Chajari había cerrado sus puertas para todos los ciudadanos que no tengan domicilio constituido allí”. Tras explicar lo particular de su situación, los efectivos locales decidieron convocar a la Policía Federal, a la vez que amedrentaron a la vecina que prestó colaboración, “le dijeron que si no nos expulsaba del terreno iban a generarle un escrache público y que corría riesgo de prisión”.
El Juzgado de Concepción del Uruguay entró en escena junto a la Secretaria de Derechos Humanos a cargo del Dr. Fornasari y esto derivó en el interés de otra vecina, una abogada quien intentó, sin éxito, hacer entrar en razón a los efectivos poniendo de intermediario al Intendente zonal. A fin de cuenta contaban con una documentación que les permitía permanecer en el lugar y tenían la voluntad de cumplir con la totalidad del aislamiento. Nada de eso funcionó.
De madrugada, 13 autoridades y 7 vehículos de la fuerza terminaron derribando cualquier intento de diálogo y con argumentos tales como: “porque yo lo digo”, los nueve viajeros fueron escoltados por dos móviles de la policía federal hasta la rotonda de acceso del km 321 donde hoy están varados sin tener respuesta sobre qué hacer.
Aislados, lejos de sus hogares y víctimas de la apatía policial, un tucumano y sus compañeros de viaje son presos de la cuarentena obligatoria.